CAPÍTULO 15 INVITACIÓN A CENAR

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Mateo
Cuando por fin ella salió del hospital, sus ojos brillaban , su rostro resplandecía, si antes me parecía hermosa ahora me había quitado la respiración, parecía otra, era como si un enorme peso le hubiera sido quitado de encima y pudiera flotar si se lo propusiera.

La espera no fue problema para mí, porque aproveché el tiempo trabajando desde mi auto que está adaptado para ello y desde mi computadora. Pero valió la pena, y más cuando al nada más verme se arrojó a mis brazos y llorando me dio las gracias, yo solo la abracé hasta que sus emociones dieron paso a la vergüenza, y quiso apartarse, entonces llego mi turno, tomé su bello rostro entre mis manos y mirándola a los ojos limpie sus lágrimas y le di un casto beso en la frente, ella bajó de nuevo su cabeza y enterró su cara en mi pecho, seguro que escuchó los latidos de mi alocado corazón, no había algo que deseara más que tomarla en mis brazos y besarla, besarla hasta saciarme de ella, pero sería una cobardía, estoy seguro de que ella no me rechazaría, no al saber lo que había hecho por su hermano. Pero yo no quería eso, no quería su agradecimiento, quería su amor, su amor incondicional y sincero. Aun así, me alegraba en gran manera lo que me daba, porque me lo daba de corazón.

Elisa
Estoy muy nerviosa, Mateo me ha invitado a cenar, en este momento estoy mirando la ropa que traje a este viaje, absolutamente nada es apropiado, por fortuna Carlos me dio dinero para que comprara lo que necesitara y me hizo hincapié en qué comprará algo de ropa, sé que lo que yo tengo no es acorde con su nivel de vida y los avergüenzo, pero no sé lo tomo a mal, la verdad si me da pena que la gente voltee a mirarme dos veces.

Cómo yo no sé nada de moda, le pedí a Rosa que me acompañara, pero grande fue mi sorpresa cuando se nos unió Mateo, prácticamente él se hizo cargo de los gemelos, mientras Rosa me asesoraba, y de vez en cuando él opinaba, Rosa no me dejó ver los precios de lo que compré, pero no soy tonta, lo que me dio Carlos no hubiera alcanzado para comprarme todo lo que ella insistió que comprara, estoy segura de que fue Mateo quien pagó si no todo, si la mayoría, y también lo de ella, porque se veía feliz, ¿a qué viene esto? A qué este vestido que acabo de escoger, fue una de las sugerencias de él, y por supuesto antes le pregunté a Rosa si era apropiado para la ocasión y me dijo que sí, me señaló con que podía acompañarlo y aquí estoy, lista para aventarme al ruedo, así dicen en mi rancho, cuando se va a hacer algo riesgoso, o que nunca se ha hecho.

Mateo
Estamos en un lujoso restaurante, Elisa mira todo a su alrededor impresionada de lo que ve, pero es tan discreta que me conmueve, es como una niña, ya lo había dicho, pero me sigue pareciendo tan inocente, me encanta que su asombro es genuino y no hace alboroto, como la mayoría de las mujeres que conozco, que buscan cualquier oportunidad para que los demás las vean, sobre todo si están conmigo, una vez más no lo digo por vanidad, aquí y en otros lados se me considera un muy buen partido, aunque yo no concuerde, pero así es la sociedad.

La miró y ella está absorta mirando todo cuanto sucede en el lugar, ya hemos ordenado, sé que quizás nunca ha estado en un lugar como este, pero me he dado cuenta de que es muy inteligente y muy perspicaz, ella siempre ve, evalúa y aprende, la he visto desenvolverse a la perfección, en ambientes en los que jamás ha estado, y lo digo porque ella misma, Carlos o Melanie me lo han confirmado, pero nadie podría decir que es su primera vez en algo, por eso la observo pero no la interrumpo, sé que está mirando el comportamiento de los comensales, para no equivocarse cuando llegue nuestra orden.

Y tengo razón, estamos disfrutando de una deliciosa cena y no puedo creer que sea su primera vez en un lugar como este, todo ha ido perfectamente bien y solo en dos ocasiones la vi titubear, pero esperó a que yo hiciera primero mi movimiento y luego ella me imitó. Lo vuelvo a repetir, es genial, es el sueño hecho realidad de todo hombre o al menos el mío. No deja de sorprenderme y entre más la conozco, más me enamoro de ella.

Mateo
Estamos regresando a casa, no tengo ganas de separarme de ella, hace tanto que no disfrutaba de una cena tan agradable, tan apacible, sé que la compañía tiene todo que ver en qué así haya sido.

Subimos al tercer piso de la casa, estamos parados ante su puerta, ella está a punto de entrar.

_ ¿Me harías compañía unos minutos más? - pregunto. Parezco un adolescente en su primera cita.

Ella duda, pero al final acepta.

Nos dirigimos hacia la puerta contigua, la abro y como siempre ella mira todo a su alrededor con discreción, sé que le gusta lo que ve, pero no dice nada. Le ofrezco algo de beber y acepta, sé que no bebe y no me sorprende que solo de un pequeño sorbo y deja la copa en su lugar, la invitó a salir a la terraza y acepta de buena gana, yo tomó su copa y la mía y la guío hacia el exterior. Me he puesto cómodo, incluso me he quedado descalzo y la invitó a qué haga lo mismo, me sorprende su docilidad, también se descalza y sonríe con timidez, ambos nos sentamos en los cómodos asientos.

_ ¿Te gustaría vivir en este lugar? - me atrevo a preguntar.

_ Es hermoso. - se limitó a decir observando hacia el infinito, en donde las luces de esa enorme ciudad parpadean sin cesar.

No dije nada, la observé cautivado.

_ Gracias por esta noche. - dijo por fin, volteándome a ver.

_ Gracias a ti por tu grata compañía. - la miró a los ojos. Ella no es capaz de sostenerme la mirada.

_ Estos días han sido maravillosos, sé que nunca volveré a tener algo como esto y quiero agradecerte, de verdad, no son simples palabras, y lo de mi hermano.

_ Eso es entre él y yo, tú no tienes por qué preocuparte.

_ Me preocupa, es mi hermano, no sé cómo te vamos a pagar, pero lo haremos.

_ Dije que no te preocupes. - tomé su mano, ella se sobresaltó, pero no se resistió.

_ Lo que están haciendo por él cuesta muchísimo dinero, ni trabajando toda la vida podríamos pagarte - su rostro mostraba su angustia.

_ Elisa. - llamé su atención. _ por favor escúchame.

Me miró a la cara asustada.

Le había hablado fuerte porque no me ponía atención.

_ Tu hermano y yo hemos hablado al respecto, ni tú ni él están en condiciones de pagar nada, por eso llegamos a un acuerdo. Él está sin trabajo porque su jefe lo despidió, supongo que él te contó ya sobre eso.

Ella asintió

_ Bueno, él ha aceptado trabajar para el rancho familiar, yo tengo uno y pensé que ahí podría empezar, pero él administrador de mis padres está por jubilarse y pensamos que era buena idea que lo entrenara a él para ese puesto.

_ Pero... es totalmente diferente, No se compara un rancho aquí, con el que mi hermano administraba.

_ si podía con aquel, podrá con este, es cuestión de que se le entrene correctamente y si él es como tú, estoy seguro de que podrá.

_ Gracias, gracias - la sentí de pronto entre mis brazos. No me hice del rogar, la abracé. Una vez más estaba llorando, no supe si de felicidad, de alivio o de qué, pero me conmovía tenerla de ese modo.

Luego se apartó de pronto.

_ Lamento esto. - dijo apenada.

_ Yo no. - la atraje de nuevo. Ella me miró con sus ojos aún cristalizados. Se veía tan hermosa, tan vulnerable y no pude resistir, no más. La besé.

LA SIRVIENTA/No. 1 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora