Mateo
La sentí estremecerse bajo mis brazos, es tan frágil, tan exquisita, que me da temor lastimarla, aunque sé que es fuerte, lo ha demostrado. Pero ahora mismo no puedo dejar de besarla, su aroma, su sabor, es adictivo, jamás pensé estar tan perdido por una mujer, pero es tan especial, podría perderme en ella toda la noche, pero se cuáles son mis límites y no sería justo para ella, sé que, si continuo ella no será capaz de detenerme, yo tampoco lo haría y ella merece algo más que eso, merece respeto y soy yo quien se lo tiene que dar. La separo con lentitud, ella parece resistirse, pero de pronto vuelve en sí y me mira avergonzada._ No tienes por qué sentir vergüenza. - la tomó de la barbilla para que me vea.
No dice nada. Solo me mira como un animalito asustado.
_ No me estoy burlando de ti. - digo. _ este no fue un simple beso, de verdad me gustas mucho. - siento como ella parece que va a perder el sentido, la sostengo y vuelve en sí, de inmediato.
_ No lo creo. - niega con la cabeza. _ alguien como tú no puede fijarse en una mujer como yo.
_ ¿Porque no? - interrogo _ ¿cómo eres tú? Y ¿cómo soy yo?
_ Somos de mundos opuestos. ¿qué diría tu familia, tus amigos? - dijo de verdad angustiada.
_ Lo único que debe importarte es saber que pienso yo. - tomé sus manos entre las mías. A nadie más le interesa.
_ Yo jamás estaría a tu altura, no soy tonta y se lo que implica estar a tu lado, la gente hablaría de ti y a mí me despreciarían.
_ ¿Te importaría ser criticada por estar a mi lado? - la mire esperando su respuesta.
_ A mí no. - contestó de inmediato.
_ A mí tampoco. - dije seguro
_ No puedo creer lo que estoy haciendo. - se puso de pie de improviso.
Ahora soy yo quien la miró desconcertado.
_ Tu solo me diste un beso y yo ya metí a tu familia y a tus amistades - dijo roja de vergüenza. _ como si estuvieses proponiendo matrimonio. - salió del lugar corriendo.
<<Eso es lo que pretendo>> Le hubiese contestado si ella no hubiera desaparecido, pero se marchó y me dejó con un enorme vacío. No la seguí, tenía que darle tiempo. Aún quedaban cuatro días y trataría de aprovecharla.
Carlos
Faltan cuatro días y todo se vino abajo, todo por lo que estuve luchando por meses se fue al carajo. Estamos aterrizando en nuestro país, todo es un caos, Melanie no ha dejado de gritar y despotricar, lo peor es que no se detiene ni delante de la gente, está furiosa porque no quería regresar, y eso que no sabe aún el verdadero motivo, solo les dije que había problemas en la empresa y que debíamos de regresar ya, para poder solucionarlos. Ella insistía en que solo regresara yo, o que me trajera a Elisa y los niños, mientras ella se quedaba esos cuatro días, por supuesto que no lo permití. Elisa como siempre solo asintió y con rapidez preparo a los niños y dispuso todo lo necesario para volver. Melanie en cambio no atendió ni a sus propios hijos, Elisa tuvo que hacerlo por ella, y por ellos mismos, ya están en edad de hacer sus cosas, pero no movieron un dedo.Me estoy dando cuenta de que Mateo tenía razón y por primera vez, empiezo a ver las cosas tal y como son y sí, me avergüenzo de mí mismo, ¿cómo pude estar tan ciego?
Era media mañana y tenía una reunión con Mateo, estábamos viendo los últimos detalles para al día siguiente firmar el contrato, ya era un hecho. Después de terminar, Mateo decidió que comeríamos en la oficina, después de todo faltaban unas cuantas cosas para poder dejar todo listo y regresar a casa con los demás, esa noche saldríamos de nuevo todos juntos, incluidos los niños.
_ ¿Qué les ha parecido la estancia aquí? - interrogó Mateo.
_ Todo ha resultado estupendo. - dije. Porque era verdad. Melanie y los niños estaban encantados, además, ella y yo habíamos tenido bastante tiempo a solas como hacía rato que no lo teníamos, yo por el trabajo y ella por atender la casa y a los niños, también Elisa estaba muy contenta, parecía otra, su rostro brillaba y aunque casi no la veía, porque Mateo era quien nos había organizado las salidas y al parecer se había empeñado en que conviviera con mi esposa y sus hijos porque ella pocas veces nos acompañaba, al igual que mis pequeños, luego supe por qué, el así lo había dispuesto y yo aunque en ocasiones insistía en llevarla con nosotros ella se negaba siempre, y conociéndola no me extrañó, no le gustaba salir y evitaba a la gente.
_ Espero que hayas disfrutado el tiempo con tu esposa y no hayas echado mucho en menos a tus hijos.
- La verdad es que, si los he extrañado, pero ellos han preferido quedarse con Elisa en cada ocasión.
_ De ella quisiera hablarte. - dijo serio. Lo que me puso en alerta. _ sé que es muy buena y eficiente y, además, tus hijos la adoran, pero quisiera proponerte algo.
_ Dime. - dije intrigado. No tenía idea de que quería, hablarme y sobre todo acerca de ella, ¿que tenía ella que ver con él? ¿Dudaba que siquiera hubieran cruzado palabra, ella, siempre ha sido algo tímida y reservada?
_ Veras. - dijo. _ la he observado y me he dado cuenta de que es muy eficiente en lo que hace, y creo que está desperdiciando su vida, encerrada, cuidando niños que no son de ella.
Me tensé, él hablaba con mucha confianza de ella, como si la conociera de tiempo atrás y supiera algo que yo no.
_ No entiendo a qué te refieres. - lo miré serio. _ si ella está encerrada es porque así le gusta estar y los niños no son problema para ella ellos la quieren mucho y ella a ellos.
_ Sé que así es. - insistió el. _ pero ya no es tan joven y no creo que sea correcto que pase, su vida haciéndola de niñera, cuando tiene tanto talento y pudiera desarrollar ese potencial, de otra forma más provechosa para ella.
_ Se claro y dime que es lo que quieres. - dije exasperado. Me molestaba que se metiera en la vida de mi hermana, el trato era entre él y yo y ella no tenía nada que ver, él era un hombre de mundo, demasiado exitoso y sofisticado, no deseaba que jugara con mi inocente hermana.
_ Quiero que se quede.
_ Ella no está en el trato. - lo miré molesto.
_ No me entiendes. - lo vi ponerse de pie con impaciencia. _ niñeras hay muchas, puedes conseguir otra con facilidad, yo mismo te la puedo conseguir, una de las mejores, de toda mi confianza, cien por ciento calificada.
_ Ella no está en el trato. - repetí molesto.
_ ¡Qué demonios te pasa! - se volvió hacia mi molesto. ¿Prefieres anteponer tus necesidades a las de ella? Crees que no he visto la confianza con la que la tratas, ya no me sorprende porque tu esposa la trata de esa manera. Tu niñera no merece vivir en las sombras como una simple amante.
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LA SIRVIENTA/No. 1 De La Serie: HERMANOS
RomanceMi vida no ha sido fácil. Mi madre me tuvo cuando solo contaba con diecisiete años, y mi padre veintiocho, de ahí en adelante se dedicó a tener hijos. En total fuimos diez hermanos, diez bocas que alimentar, que vestir y que educar. Y si digo que no...