CAPÍTULO 14 SORPRESA

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Mateo
_ Carlos está en la empresa. - digo retomando la pregunta que ella me hizo al principio. _ yo tenía unas horas libres y decidí llevarte con alguien muy especial.

_ ¿Quién es? - preguntó, observé como se puso nerviosa.

_ No es nadie de mi familia. - aclaré y ella se relajó de inmediato. _ pero no te lo puedo decir, es una sorpresa.

Me sorprendió su actitud, cualquier otra mujer hubiese insistido hasta lograr su cometido, pero ella no, no era como cualquier mujer. Y no, no lo tomé como que ella se estaba sometiendo a mis caprichos, era más que eso, era respeto a mi voluntad, porque, aunque no lo parezca, creo que ella es una luchadora, su hermano mencionó que ella sacó adelante a sus hermanos, no hemos hablado mucho y no dio detalles, pero si fue capaz de hacer eso, quiere decir que es fuerte y que no se rinde fácilmente, que es capaz de tomar sus propias decisiones y que lucha por lo que quiere.

Eliza
Él me dijo que era una sorpresa y ya no pregunté más, por un momento pensé que se trataba de su familia, dijo que me llevaba con alguien y no puedo imaginar con quién me pueda llevar a no ser que quiera presentarme a su novia o esposa, ¿a quién más? Veo que nos detenemos en un edificio impresionante, la verdad es que estoy muy intrigada, conforme avanzamos me doy cuenta de que es un hospital, uno muy grande y bastante bien equipado según veo. El me conduce por varios pisos a través de un elevador, por fin descendemos en uno de los pisos y me conduce por un largo pasillo, veo que es un área restringida, pero nadie nos detiene, por el contrario, veo que quienes nos ven, lo saludan como si le conociesen. Luego nos detenemos ante una puerta. Antes de abrirla él se detiene.

_ La sorpresa está aquí adentro. - dijo con una sonrisa. Era una sonrisa rara, porque no denotaba una total alegría, como si supiera que algo ahí adentro no me iba a agradar, pero a la vez me daba confianza, aliento para lo que viniera. Nunca me había sentido tan perdida como en ese momento, porque no sabía que esperar.

_ Yo estaré acá afuera. - dijo. Llámame cuando quieras. - abrió la puerta. _ y no importa cuánto tiempo quieras estar aquí, puedes hacerlo. Yo tengo todo el día. - me sonrió de nuevo.

_ Dijiste que tenías solo unas horas. - le recordé.

_ La verdad no importa si regresó o no, así que tomate tu tiempo. - casi me empujó hacia el interior.

Yo me volví angustiada, y me aferré a sus manos, de verdad me asustaba lo que encontrara ahí adentro.

_ No hay nada que temer. - envolvió mis manos entre las suyas, te lo prometo. Su voz, su tacto, su calor, fue tan acogedor, tan tranquilizador, que deseé permanecer ahí para siempre, pero de inmediato volví a la realidad, intenté apartarme, pero él me retuvo, su mirada cristalina me infundió paz. _ todo estará bien. - dijo sin soltar mis manos, luego se las llevó a sus labios y fue como si me hubiesen dado una descarga eléctrica, mis sentidos explotaron y yo me ruboricé, me aparte de prisa y por huir de él no supe en qué momento ya me encontraba en el interior de ese cuarto de hospital. Miré a un hombre recostado sobre una cama, me acerqué con cautela, el parecía dormido y a pesar de que una mascarilla cubría parte de su rostro, lo reconocí de inmediato. No lo podía creer, era una locura.

_ ¡Fabián! - casi grité acercándome a él.

Él se movió en su lugar, me miró, estaba igual de sorprendido que yo. Se quitó la mascarilla de oxígeno e hizo el intento por moverse.

_ ¡No! - lo detuve corriendo a su lado. Mi visión estaba borrosa por las lágrimas, él también estaba conmovido.

_ No puedo creer que esto esté sucediendo. - dije entre sollozos. El solo me abrazó conmovido.

_ ¿Cómo es que has llegado aquí? - me interrogó.

_ ¿Y tú? - pregunté a su vez.

No entendía que estaba sucediendo, se suponía que él estaba en el rancho en donde trabajaba ¿que hace aquí, en un hospital, con oxígeno? Y sobre todo ¿que tenía que ver Mateo con todo esto?

_ No te asustes. - escuché la voz de Fabián, quizás notó mi cara de angustia. _ el oxígeno lo requiero ya por muy poco tiempo, me estoy recuperando de una neumonía, pero ya estoy muy recuperado.

No dije nada, lo volví a abrazar, era mi hermano del alma, los dos luchamos hombro a hombro por sacar a los demás adelante y al final no nos quedó nada, ni siquiera la gratitud de ellos, solo los vimos triunfar y pasar, mientras él y yo nos quedábamos mirando, pero ambos éramos unos luchadores y si nos caíamos nos volvíamos a levantar. Estaba tan contenta de tenerlo ahí, que me deshice en preguntas, mismas que él me respondió.

Me contó todo lo que sucedió con su patrón, me contó cómo gracias a Mateo es que estaba con vida, recordé aquella noche en la que lo conocí, cuando hice las llamada de su celular, nunca pensé que a raíz de eso, es que ahora ambos estábamos aquí y no pude evitar sentir más amor del que ya sentía por él, Mateo era un hombre maravilloso, así como lo era mi hermano, los amaba a los dos, solo que a Mateo no se lo podía decir, pero a Fabián si, y se lo dije, por poco lo pierdo y ni cuenta me hubiera dado, no pude evitar llorar, sin embargo él me consoló. No sé cuántas horas pasamos, entre revisión y revisión y entre que entraba un médico y otro, las enfermeras, los enfermeros, pasaron varias horas, pero yo no me salí, ni ellos me lo pidieron y yo estaba agradecida por ello.

Fabián me contó que una vez que esté totalmente recuperado de la neumonía, procederán a su tratamiento para poder recuperar la movilidad de su pierna derecha y de su brazo izquierdo, así como su columna, todo eso se llevaría su tiempo y varias cirugías de por medio, pero los médicos aseguraban que podían reconstruir todo lo dañado después de su ataque, en donde había recibido tres impactos de bala, y diversos golpes que pusieron en peligro su vida. Ella sabía cuánto le había costado recuperarse de todo ello y como había perdido a su esposa e hijos a causa de su discapacidad. Además del dolor constante e insoportable que sufría a causa de su columna. Aun así, él no había dejado de trabajar, apenas había empezado a recuperarse, cuando su jefe ya estaba sobre él, exigiéndole regresar al rancho y pidiendo resultados. Él lo había hecho porque era un hombre excepcional y ella lo admiraba. Jamás escatimaría nada con tal de poder ayudarlo.

Era por eso que ahora se sentía tan feliz de que por fin tuviera una oportunidad y más feliz de que fuera Mateo quien se la diera, en cualquier otra situación rechazaría la ayuda sin tener claro porque se las daban o que exigirían a cambio de ella, pero en esta ocasión no la rechazaría, no, porque el merecía toda la ayuda que le pudieran brindar,y si tenía que pagar de alguna forma lo haría sin protestar.

LA SIRVIENTA/No. 1 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora