CAPÍTULO 24 ¿ACEPTAS SER MI ESPOSA?

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Mateo
Estoy sentado a la mesa me complace tanto ver la cara de disgusto de Melanie, primero cuando vio a su esposo bajar con Elisa del brazo, se ve tremendamente hermosa, ni siquiera parece ella, sin embargo pese a su hermoso atuendo su candidez sigue intacta, amo a esa mujer, luego veo su rostro descomponerse más, cuando me acerco a ella y después de saludarnos la tomo del brazo y la acompaño al comedor, retiro su silla y me siento a su lado. Carlos guía a su mujer, pero ella no disimula su molestia.

Pensó que la iba a tener fácil conmigo. Desde el momento en el que entré a su casa ya me esperaba, por supuesto sola. Sus coqueteos no se hicieron esperar, pero la ignoré con paciencia, lo bueno es que Carlos y Elisa no tardaron casi nada en aparecer.

Una vez sentados a la mesa busca por todos los medios llamar mi atención, incluso opina cosas sin sentido cuando Carlos y yo hablamos cuestiones de negocios, por supuesto ella no entiende nada, pero es tanta su desesperación para que yo la atienda que lo único que logra es hacer el ridículo, mientras tanto mi preciosa Elisa solo observa y escucha, me conmueve su buen juicio. Tanto que Melanie presume su buena cuna, pero ella aún con su origen humilde, la deja de lado.

Una vez que hemos terminado el postre, los anfitriones nos piden pasar al salón para conversar y tomar una copa de vino.

Sé que algo se trae Carlos, hemos estado hablando y ahora entiendo un poco más su proceder con sus hermanos, aunque nada justifica su falta de atención hacia ellos, hablamos de Fabián, de lo que sucedió con él y de cuál es su situación actual, incluso sé que ya se comunicó con él. Antes de todo esto Carlos pensaba que seguía trabajando en el rancho sin ningún inconveniente. Estaba muy consternado cuando le conté todo por lo que había pasado y prometió mantenerse al pendiente, aunque a mí no tenía que prometerme nada, el asunto es entre ellos.

_ ¡Bueno! - escuché su voz sacarme de mis pensamientos. - como saben esta cena es para celebrar la sociedad que Mateo y yo hemos hecho hace unos días, de ahora en adelante trabajaremos juntos y nos veremos seguido. - dijo. _ pero también quiero aprovechar el momento para darle las gracias a una persona muy especial para mí. - observé como Melanie se posicionaba junto a él con una enorme sonrisa segura de que hablaba de ella. _ esta persona, es la que ha hecho posible que yo esté en el lugar en el que ahora me encuentro. - no quitaba la vista de Elisa, ella miraba hacia el piso, mientras que Melanie seguía en su burbuja tomando para sí, cada palabra que Carlos decía. _ es la razón por la que yo he podido llegar tan lejos y no solo yo, si no cada uno de mis hermanos. - extendió su mano hacia ella, ante la sorpresa de Melanie. Luego él la atrajo hacia sí y la rodeó con su brazo _ Nunca te he dado las gracias hermanita. - dijo. Las lágrimas ya surcaban las mejillas de ella. _ Perdóname por favor por haber sido tan idiota y pensar que no me necesitabas. - la abrazó.

Melanie los miraba con cara de desconcierto y luego de odio, expresión que cambio de inmediato por una sonrisa fingida, cuando se dio cuenta de que yo la miraba.

_ Sé que nada compensa lo que has tenido que pasar sola. - prosiguió. _ pero quiero que sepas que de ahora en adelante siempre contarás conmigo, quiero decirte, porque no lo he hecho, y me disculpo por ello, que esta es tu casa y que no dependes de lo que yo, o Melanie digamos, puedes moverte con libertad y disponer de lo que en ella hay.

_ Cariño. - intervino La arpía. - ella no necesita oír eso, por supuesto que lo sabe. - le dedicó una sonrisa tan falsa, que ni ella misma se la creía. Quizás Carlos no se daba cuenta de la rabia contenida que esa mujer tenía, pero yo sí, y me parecía excelente que él por fin le estuviera dando su lugar en esa casa y en esa familia, lástima porque esto no duraría por mucho tiempo, yo no estaba dispuesto a dejarla ahí, más que lo estrictamente necesario.

Cuando Carlos termino de hablar, la escuché a ella agradecer a su hermano conmovida, él la abrazó ante la mirada asesina de Melanie, cuando por fin se separaron, o más bien ella los separó, yo tomé la palabra, era ahora o nunca

_ Creo que en algo coincidimos tú y yo en esta noche. - le dije a Carlos, acercándome a ellos. _ y es que tú hermana es una gran mujer y como sé que ella, está en tu casa, depende de ti y no hará nada que te moleste, quiero aprovechar para informarte que hemos mantenido una amistad a lo largo de este tiempo y que yo no me conformo con una simple amistad, mis intenciones van más allá de eso y aquí, delante de ti, le digo a ella que si acepta ser mi esposa.

La miro y está desconcertada, su rostro está rojo de pena, sé que no se lo esperaba y yo me estoy muriendo de nervios, expectante de su respuesta, respuesta que no llega, no quiero ver a mi alrededor, sé que Carlos, aunque tampoco se lo esperaba, estará conforme, porque ahora sabe que ella no es un juego para mí, y Melanie, sé que estará furiosa, porque me quería para ella, y en realidad no me importa lo que sienta o piense, me importa lo que piense o diga Elisa.

Veo como mira a su hermano, quizás buscando su aprobación, él le sonríe y ella se vuelve hacia mí.

_ Me gustaría que primero nos tratemos un poco más. - dice con timidez y con temor de que me moleste.

Y no lo haré, me siento feliz de que no haya dicho que no, mi petición fue muy aventurada, porque tenemos tan poco tiempo de tratarnos, pero si soy realista, yo no necesito más, sé que la amo y que la necesito en mi vida. Y estoy encantado de que me dé está oportunidad de estar con ella de conocernos más, por mi parte haré hasta lo imposible por conquistarla. No puedo dejarla ir.

_ De acuerdo. - la miro. _ se hará como tú digas nos conoceremos más, pero al menos aceptaras ser mi novia. - tomó sus manos entre las mías. La siento estremecerse, estoy seguro de que siente lo mismo que yo.

No dice nada, solo asiente y eso me basta, la abrazó y ella no se resiste.

Cuando nos separamos sigue sonrojada, Carlos se ve feliz Melanie se ha alejado un poco, piensa que no la vemos, pero yo no pierdo detalle, en uno de los reflejos de las ventanas veo su rostro desfigurado por la rabia, está a punto de explotar, sé que se está conteniendo, pero está a punto de explotar

_ No crees que te estás apresurando. - dice por fin acercándose a nosotros, brindándonos una vez más su sonrisa falsa. - digo, porque apenas si se conocen. ¿Qué dirá tú familia si le llevas a una pueblerina?... No te ofendas. - se volvió rápido a su esposo y cuñada. _ porque no me van a negar que ella creció y vivió en un pueblo, nada que ver con la vida de la ciudad, mucho menos de la aristocracia.

Intento no mostrar mi molestia por sus palabras, acerco a Elisa hacia mí y le sonrió, luego me vuelvo hacia ella.

_ Lo que mi familia piense o no piense de esta relación, nos compete solo a nosotros. - digo seguro, creo que a nadie más debe de importarle.

_ Pero... - iba a protestar.

_ ¡Melanie! ¡basta! - la atajo Carlos. Ese es asunto de ellos, además, yo provengo de dónde mismo que ella y estás conmigo, creo que no te ha importado mucho mi procedencia.

_ No es lo mismo. - dijo con molestia. _ no se puede comparar, tú tienes estudios, una carrera, sabes desenvolverte en sociedad, ella no.

_ ¡Dije que basta! - la rodeó por la cintura y procedió a llevársela. _ los dejaremos solos para que lo hablen. - dijo. Ella se resistió, pero al fin se la llevó, ya estaban lejos y aún se escuchaba su discusión acalorada, hoy no sería una buena noche para él, sin embargo, para mí, la vida me sonreía.

LA SIRVIENTA/No. 1 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora