5| Monstruos

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Beomgyu, ese era el nombre del chico. No es que él me lo haya dicho personalmente. Llegue a saber al respecto porque oí a la enfermera decirlo.

Desde mi último intento de intentar hablar con él, un simple "hola", deje de intentar ser amable con él. Él pasó a ser realmente intimidante y su estado de ánimo no era el mejor para ser honesto.

Pasé tanto tiempo esperando a que se despertara y cuando por fin lo hizo, me hizo desear que estuviera dormido de nuevo, él ni siquiera me miraba. Cuando la enfermera llevo nuestros desayunos y me ayudo asentarme recto, pude ver un poco de televisión.

—Beomgyu, aquí está tu desayuno, muchacho— le dijo Jen, mi pecho se levantó cuando descubrí el nombre de aquel misterioso chico.

Antes de que pudiera contestarle, trate de hacer mi parte —¿Hay algo que quieras ver?—, le pregunté a Beomgyu apuntando la televisión con mi brazo sano.

Y entonces me acordé... No debí haber hecho eso, Beomgyu me dedico una mirada rápida y poco a poco se dio la vuelta. Estaba de espaldas a mí, muy amable.

Jen me miró un poco sorprendida por su reacción, encendí el televisor y elegí un canal aleatorio. Una película de comedia parecía ser buena, aunque ya había perdido el espíritu de reír. No solo tenía que pasar tres meses en esa habitación de hospital maldito, ahora tenía que tolerar la compañía de un paciente terrible ami lado. Iba a ser un tiempo largo entre esas cuatro paredes.

Unas horas más tarde, la parte más difícil de mi nueva y aburrida rutina llegó, tuve que ir al baño. ¿Cómo lo hice?, alzado por los médicos, ¿Estaba avergonzado? Claro, especialmente porque cuando yo estaba siendo ayudado para llegar al cuarto de baño, Beomgyu se sentó en su cama y esta vez, él me observo atentamente todo el tiempo. Me sonrojé y me enojé.

Cuando llegué a mi cama de nuevo, Beomgyu se encontraba mirando por la ventana. Estaba tan avergonzado que me fijé solo en mi brazo roto.

Después del almuerzo, que solo tuve yo porque Beomgyu se lo salteó, recupere mi estado de ánimo normal. Los dos estábamos sentados en nuestras camas en silencio, era peor que estar en la sala de espera del hospital. No había tensión entre nosotros, únicamente falta de interés, falta de compañía, por lo que me quedé muy decepcionado, supongo.

Y, como no podía ser de otra manera, le di una segunda, tercera, quizás cuarta oportunidad. Había perdido la cuenta para entonces

—Hey—, dije aclarándome la garganta —¿Cómo estás?

En el momento que las palabras escaparon de mi boca me di cuenta de lo que había hecho, por primera vez en mi vida me sentí un gran idiota. Solo le había preguntado cómo estaba cuando él apenas podía moverse y su estado de salud era muy frágil.

Beomgyu me miró a los ojos, pero no había ira en su rostro, no había ninguna simpatía tampoco obviamente. Movió sus muñecas, tratando de hacerme ver las máquinas conectadas a él.

—¿En serio?—, me preguntó. Bueno, yo acababa de arruinarlo

—Lo siento... Yo...— No encontraba palabras para disculparme por mi pregunta tonta.

—Prefiero que no hablemos.

—Solo estoy tratando de ser amable... Estamos aquí solos y tener a alguien con quien hablar nos debe ayudar a...

—¡¿Ayudarnos?!—, me interrumpió —Yo no necesito la ayuda de un extraño. No hay ayuda útil para mí.

Y de nuevo, un incómodo silencio Él era como... ¡Un monstruo enfermo!

Por la noche, cuando el sol se estaba poniendo, mis padres llegaron. Recordé su promesa de una sorpresa para mí, pero por alguna extraña razón me molesté.

—Está bien, cierra los ojos, hijo— me dijo mi mamá.

Aun con falta de voluntad, hice lo que me dijeron. Lo único que quería era estar solo. Pero segundos después, mi mamá me pidió que abriera los ojos nuevamente.

—¡Sorpresa!— dos voces agudas llenaron la habitación desde el final de mi cama, mis hermanos se encontraban ahí de pie con globos y regalos. Una pequeña sonrisa crecía en mi rostro hasta que lo vi, en una de las bolsas había un muñeco de peluche con una camiseta de fútbol. Mis manos se convirtieron en puños, me hubiera encantado patear mi cama, pero obviamente la falta de sensibilidad en las piernas me frustró.

—¡Fuera!— Grité al aire, moviéndome como loco, agitando la mitad superior de mi cuerpo.

—¿Soobin?— Mi padre me tocó el hombro.

—¡No lo hagas!, ¡fuera!— Miré a mis hermanos, estaban muy asustados. Sus ojos me hicieron saber que no estaban bien, por mi culpa. En otra situación me hubiera calmado, pero ese día, en ese momento, yo no era yo mismo. —¡Váyanse!

Un segundo más tarde, toda mi familia salió de la habitación. Yo estaba hiperventilando y todo sudado, pero incluso en mi propio desorden pude sentir un par de ojos en mí. Los de Beomgyu, tenía una mirada descarada y un tanto insolente.

—Eres un monstruo—, dijo alto y claro, mostrando cuan superior era ahora.

Tal vez yo era un monstruo también, uno roto.

Camas de hospital ꒰Sᴏᴏɢʏᴜ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora