Camas de hospital ꒰Sᴏᴏɢʏᴜ꒱

19| Por el resto de tu vida

—Vamos Beomgyu, por favor. 

—Jen, te juro que no tengo hambre. 

—Al igual que ayer y anteayer, y el día anterior...— Jen suspiro retirando la bandeja con el almuerzo de Beomgyu intacto para llevárselo. 

Sentado en mi silla de ruedas, mire a Beomgyu que estaba con los brazos cruzados y los ojos fijos en su teléfono. Estaba empezando a preocuparme porque él no estaba comiendo nada, solo rechazaba su comida, todo el tiempo. 

Jen vino hacia mí para verificar si estaba bien y llevarse mi bandeja vacía. 

—Por favor, fíjate si puedes convencerlo de que coma algo—. Me susurro al oído antes de salir de la habitación. 

Pero tan pronto como miré a Beomgyu, él ya me estaba mirando furioso. 

—Escuché eso—, me informó y volvió a su teléfono. 

—Ella solo quiere ayudarte, Gyu. 

—Lo sé, pero pedirte que me controles no funcionará, Soobin. 

—No voy a controlarte, te dije que encontraría la manera de ayudarte. Eso es todo. 

Guardo su teléfono y presiono el botón para bajar su cama a mi altura y me hizo una seña para que me acercara. Sonreí por qué era la primera vez que él me lo pedía, así que empuje mi silla y me puse a su lado 

—Lo siento, sé que a veces puedo ser un dolor de cabeza—, dijo tomando mi mano. 

—No digas eso, Gyu eres... ¡Vaya! Tu mano está helada—. Tomé su mano con mis dos manos para calentarla. —¿Tienes frío? ¿Necesitas otra manta? 

—Estoy bien. Mis manos siempre están frías. 

Lo miré pensando si estaba diciendo do eso para que no me preocupara o si era realmente cierto. Los últimos días había tratado de descubrir todo sobre él, sin embargo, tenía la sensación de que siempre había algo más que tenía que descubrir. 

Al principio había sido bastante reservado, pero poco a poco había comenzado a confiar en mí y a contarme sobre su vida. Aun así, seguía siendo cauteloso acerca de no compartir mucho sobre su condición médica, porque sabía que yo me preocuparía mucho más. 

—De todas formas, dejando mis manos de lado... Hoy es un gran día. ¿Estás emocionado? 

—Sí, supongo—, ahora era yo quien miraba hacia abajo. 

—Eres terrible mintiendo, Soo. ¿Lo sabías?— Dijo riéndose, pero yo aún miraba mis piernas, mis piernas no funcionales. —Ey, ¿qué pasa?— Me preguntó levantando mi rostro con una mano, mientras con la otra acariciaba mi mejilla. 

Sus manos aún estaban frías, pero su toque se sentía increíble. 

—Solo estoy... asustado—. Admití. 

—Pero, ¿por qué? Los médicos te cuidarán, no dejarán que te pase nada malo—. Me aseguró presionando mi mano tan fuerte como le era posible. 

—No tengo miedo de eso, tengo miedo de la recuperación. ¿Qué pasa si descubren que no podre volver a caminar nunca más? 

—Sé que eso sería terrible otra ti, pero aprenderás a lidiar con ello. Y yo estaré ahí para empujar tu silla por el resto de tu vida. 

Abrió los ojos y me quedé boquiabierto, él acababa de decir el resto de tu vida. Sabía que me había sonrojado, pero no podía quitarle los ojos de encima. 

Aunque no lo habíamos dicho explícitamente, habíamos comenzado algún tipo de relación ni siquiera una semana atrás y ahora estaba hablando de toda una vida. Si hubiera podido moverme, hubiera saltado de la felicidad.