21| Miedo

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Había pasado una noche horrible, seguramente una de las peores noches en todo mi tiempo en el hospital. Lo único en mi mente era el Dr. Jeon, su sonrisa y la forma en la que había mirado a Beomgyu. 

Estaba molesto y furioso y todo lo que quería era que él se alejara de mí y de Gyu 

—¡Jen no lo puedo creer!— Estaba susurrando para no despertar a Gyu. 

—SHHH. Soo, estoy segura de que fue un malentendido, no hay nada de que preocuparse. 

—No lo imagine Jen. ¡También Escuchaste al tipo! 

—¡Lo despertarás! ¡Por favor, haz silencio!— Susurro acomodando mis almohadas. —Soobin, escúchame. El Dr. Jeon es un buen hombre y un profesional. 

—Pero- 

—Pero nada. No hará nada inapropiado con un paciente. Confía en mí, por favor. 

Suspiré derrotado y me recosté en mi cama, frunciendo el ceño ante la mera idea de que ese maldito doctor volviera a mi habitación solo para encontrarse con Beomgyu. Jen siguió asegurándome que no debía preocuparme, pero su rostro decía algo diferente. 

—Beomgyu aún está dormido, pero parece estar bien. Me iré ahora, ¿de acuerdo? No tienes sesiones hoy, así que disfruta el día—. Me recordó diciendo adiós con la mano. 

—Jen, espera. ¿Beomgyu comió algo ayer mientras estaba en mi sesión? 

Ella frunció los labios y miró hacia abajo antes de salir de la habitación. Ella todavía estaba preocupada y ahora yo no solo estaba preocupado por el Dr. Jeon, sino también por la salud de Beomgyu. 

Tenía que encontrar la manera de ayudarlo, convencerlo de que debía seguir las instrucciones de los médicos o nunca se recuperaría e incluso podría perderle. Sacudí la cabeza y me pasé la mano por el pelo. No podía permitirme pensar en eso. Moriría antes de perder a Gyu. 

—¿Soobin?— La encantadora voz en la otra cama me llamo. Lentamente, giro su cuerpo para mirarme y parpadeó un par de veces hasta que encontró mi rostro. 

—Buenos días, ¿Te desperté? 

—No, no te preocupes—, me dijo con una sonrisa. 

—Estaba hablando con Jen. Ella acaba de irse con tu cena de anoche intacta—, dije enfatizando la palabra intacta y usando un tono bastante serio. 

Sabía que mis palabras llamarían su atención,   esa era mi intención, pero su reacción fue mucho mayor de lo que esperaba. Frunció el ceño, sus ojos estaban llenos de lágrimas y sus manos temblaban. 

—Gyu, no te sientas mal. Solo quiero- 

—Ayudarme. Lo sé Soo. 

La tristeza lo invadió y estaba claro en sí rostro que no quería tener esa conversación. Me sentí horrible, incluso culpable, pero estaba seguro de que tenía que hacer algo para ayudarlo. Y el primer paso era hablar para que se diera cuenta de que necesitaba cambiar algunas de sus actitudes. 

—Sí, Beomgyu. Pero necesito que entiendas que no puedo ayudarte a menos que me dejes, a menos que te ayudes a ti mismo. 

Beomgyu se rompió, justo frente a mí. Comenzó a llorar históricamente, todo su cuerpo temblaba mientras su rostro se tornó pálido. 

—No lo entiendes—, se las arreglo para decir entre sollozos. 

—Entonces explícamelo, Beomgyu. Sabes que puedes decirme cualquier cosa. 

Mientras levantaba la cabeza, sus ojos rojos se conectaron con los míos. Él estaba pasando por un momento difícil y todo lo que yo podía pensar era que no siquiera podía levantarme para abrazarlo, así que hice lo único que me quedaba. Hablar. 

—Beom, bonito. Dime ¿qué ocurre? 

Lo miré tan asustado que deje de respirar. Sus ojos se cerraron lentamente, sus manos se rindieron lentamente y cayeron sobre su pecho. Se había desmayado, justo delante de mí. 

—¡AYUDA! ¡POR FAVOR, ALGUIEN AYÚDENOS!—Grité tan fuerte como mis pulmones me lo permitieron. 

Un momento después, el Dr. Frederickson entró a la habitación y corrió hacia mí, aún en shock, señalé a Beomgyu. 

—Él- él simplemente se desmayó. 

El Dr. Frederickson salió corriendo de la habitación solo para volver con una enfermera y otro médico. 

Entonces todo sucedió en un borrón. La enfermera desconectó las máquinas de sus muñecas, los médicos levantaron y movieron su frágil cuerpo a otra cama y se lo llevaron. 

—¡JEN!— Grité presionando el botón para llamar a la enfermera. 

—Soobin, hijo. ¿Qué sucede?— Ella entró lentamente, claramente sin saber lo que acababa de pasar. 

—Sé llevaron a Beomgyu. 

Se giró hacia la cama vacía y se cubrió la boca con la mano para evitar un grito. 

—Jen, por favor, ve a verlo. Necesito saber si él está bien. Me subiré a mi silla si tengo que hacerlo—. Dije apretando mis sábanas. 

—Soobin, no lo hagas—, ella me detuvo agarrando mi mano. —La buscaré y hablaré con los médicos, no puedes venir. Relájate, él está en buenas manos. 

Ella ya no se molestó en consolarme, simplemente salió, pero pude ver que se encontraba bastante preocupada. 

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Estaba oscureciendo y mis ojos estaban a punto de cerrarse cuando se abrió la puerta y entró el Dr. Frederickson, pero no estaba solo. 

Beomgyu estaba con él, sentado en una silla de ruedas. 

Lo que sucedió después fue como un déjà vu. El médico lo levantó, lo coloco en su cama y comenzó a conectar las malditas máquinas. Pero había algo nuevo, esta vez, Gyu tenía una cánula de oxígeno y un suero conectado a su brazo izquierdo por una aguja. Definitivamente, estaba peor. 

El médico le dio nuevas instrucciones y le dijo que vendría a verlo en media hora. 

Se fue después de eso, dejándonos solos.

Tenía miedo de hablar por qué mis palabras fueron la razón por la que se había derrumbado antes. El problema era que Beomgyu estaba evitando mi mirada y eso me rompió el corazón. 

—Lo siento, Gyu—. Fue todo lo que pude decir mientras entrelazaba mis manos en mi regazo. 

—¿Por qué? Yo soy él-— se detuvo por falta de aire— Él que está dañado.
—Gyu, no digas eso. No estás dañado, solo estás en camino de recuperarte. 

—Mírame Soobin—. Él se detuvo de nuevo, la cánula de oxígeno era obviamente incómoda. —Estoy desapareciendo. 

Sabía que era arriesgado, pero necesitaba una respuesta a la pregunta principal en mi cabeza, la que finalmente me permitiría ayudarlo. 

—Entonces, ¿por qué no estás comiendo? 

Se mordió el labio mientras una lágrima rodaba por su mejilla. Trató de quitarla, pero los cables y las agujas no se lo permitieron. Muy lentamente y con cuidado para no moverse mucho, volvió la cara hacia mí y me dio la respuesta que yo había pedido. 

—Tengo miedo de comer.

Camas de hospital ꒰Sᴏᴏɢʏᴜ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora