Camas de hospital ꒰Sᴏᴏɢʏᴜ꒱

40| Camas de hospital

—¿Este asiento está vacío?— Le pregunté a Beomgyu mientras caminaba hacia él.

Llevaba un rato solo en el patio trasero, mirando a mis familiares y amigos disfrutando de mi sorpresiva llegada y tomando fotos desde fuera.

—En realidad, estaba reservado para usted, Sr. Choi—, me dijo, palmeando el lugar vacío en el banco junto a él.

Su sonrisa rápidamente me hizo cambiar de opinión. —Ven conmigo—, le dije extendiendo mi mano.

Él frunció el ceño pero aun así tomó mi mano y se levantó para seguirme.
En lugar de sentarme con él, la conduje en silencio hacia el fondo del jardín para que pudiéramos disfrutar de un poco de privacidad. Me senté en el pasto, recostado en un árbol que nos escondía del resto de las personas dentro de la casa.

—Siéntate conmigo, cariño—. Le dije cortésmente haciéndole un gesto para que ocupara el lugar a mi lado.

—Será un placer—. Me respondió y se sentó entre mis piernas, apoyando la espalda en mi pecho y la cabeza en mi hombro. —Soobin, yo-

—No, Beomgyu, espera. Déjame hablar primero, por favor—. Lo interrumpí, sosteniendo su mano. —Realmente necesito decir esto...— Respiré profundamente y miré sus brillantes ojos color avellana. —Tú eres la razón principal por la que estoy aquí hoy. Siempre fuiste mi razón para sanar y mi mayor motivación para recuperar mi vida fuera del hospital para, bueno, vivirla contigo. Entonces además de decirte cuánto te amo, necesito agradecerte—. Lentamente me incliné y besé sus labios. —Gracias por curarme.

Beomgyu se quedó inmovil cuando rompí nuestro beso y el único sonido a nuestro alrededor era la música distante y las conversaciones en la sala de estar. Beomgyu estaba silencioso y rígido, con los ojos fijos en los míos, tal como yo lo había estado antes de entrar a mi casa.

—¿Cielo? ¿Estás bien?— Le pregunté un poco preocupado.

Él negó con la cabeza y se rió avergonzado. —Sí, sí, lo estoy. Es solo que con tu sorpresa me hiciste darme cuenta de que ambos estamos fuera del hospital y finalmente podemos, bueno-

—¿Podemos...?

—Comenzar una vida juntos, cariño—. Me explicó, acariciando mi pecho y sonriendo ampliamente al darse cuenta.

—Exactamente, Beommie. Ahora tenemos un futuro juntos por delante. ¡Imagina todas las cosas que seremos capaces de hacer!

—¡Lo sé! Quiero hacer tantas cosas importantes como buscar un trabajo o volver a la universidad—, hizo una pausa mirando al horizonte con la sonrisa más grande que jamás había visto en su rostro.

Beomgyu había tenido que dejar la universidad por sus problemas de salud y el poco apoyo de su familia pero estaba seguro de que podría hacer eso y más ahora que estaba sano y rodeado de mucha gente que lo amaba.

—¡Y tu podrás volver a jugar al fútbol!— golpeó mi rodilla con ternura como si hubiera tenido la revelación más grande de su vida. —¿Estás emocionado, Binnie?

—Por supuesto que lo estoy, pero no estoy seguro de estar listo para volver a jugar todavía, Cielo. Pero estudiar y trabajar suena genial, déjame decirte.—. Le guiñé un ojo y él me sonrió tan feliz por haber encontrado atractivo su plan.

—Pero imagina también las pequeñas cosas, como caminar por el vecindario o en la playa.

—O yo recogiéndote en mi auto para ir a una cita. Quiero decir, nunca tuvimos una cita real—. Fruncí el ceño ante el pensamiento.

—Supongo que no necesitaba citas cuando estuve atrapado contigo en la misma habitación durante meses todo el día—. Él bromeó y nos echamos a reír.

—Parece lógico—, suspiré y pasé mi mano por su cabello, haciendo que se volviera hacia mí porque necesitaba que realmente me viera antes de seguir hablando. —Beomgyu, te prometo que te haré feliz todos los días de nuestras vidas—. Besé su mejilla mientras escuchaba su risa en mis brazos, el sonido más hermoso para mí. —Haré que te olvides del infierno por el que pasamos.

—No, no Soobin—. Negó con la cabeza como si estuviera loco. —No quiero olvidarme de esos días.

—¿Qué? ¿Por qué no?— Ahora yo era el confundido.

—Soobin, cielo, ahora estamos felices pero no estaríamos aquí, juntos, si no hubiéramos coincidido en esa habitación del hospital. Entonces, no importa lo devastador que haya sido ese momento para nosotros, me alegro de que haya sucedido porque allí conocí al amor de mi vida—. Algunas lágrimas rodaron por sus mejillas y juro que podía sentir mi corazón latir más rápido. El amor realmente hace maravillas.

—Tienes razón... como de costumbre—. Le aseguré y ambos nos reímos.

—Concentrémonos en nuestro futuro juntos, pero nunca olvidemos nuestro comienzo... y esas camas de hospital.