Haig bajó del Range Rover y antes de cerrar la puerta observó como su padre le guiñaba el ojo desde el interior. En aquel trayecto había entendido muchas cosas.
Agarró las asas de su mochila y entró en el edificio. Se aproximó hasta su clase cuando, al pasar por el vestuario de las chicas, escuchó un sollozo. Miró, a su alrededor, no había nadie en el pasillo. Era demasiado pronto, Haig siempre intentaba llegar antes que nadie para no cruzarse con idiotas. Por eso le extrañó escuchar aquel sollozo. Volvió a echar una mirada a su alrededor y decidió entrar al vestuario. Echó un vistazo corto, no quería encontrarse con algo que no debía, pero eso le bastó. Aquella chica se encontraba abrazando sus rodillas con los pies apoyados en el banco.
- Hola -dijo suave el rizado asustando a la chica
- ¿Q-Que haces tú aquí? -dijo limpiándose las lágrimas rápidamente
- ¿Estás bien? -preguntó ignorando su pregunta
La chica volvió a sollozar y la reconoció. Se trataba de Meredith, novia de Noah Prentiss, el quarterback del equipo de futbol. Nunca la había visto en ese estado. Sola, llorando, desconsoladamente, sin importarle que alguien la viese de aquella manera. El rizado rebuscó en su bolsillo hasta dar con un pañuelo para poder tendérselo. Ella lo miró dudosa, pero al final lo agarró, limpiándose desesperadamente la cara.
- ¿Qué hora es? -preguntó- Nadie puede verme así, ¿Qué haces tú aquí? -volvió a preguntar
- Siempre llego a esta hora -respondió casual el rizado- ¿Qué haces aquí? ¿Qué te ha pasado? -preguntó de nuevo
- Nada, no debería hablar contigo. Ni siquiera sé quien eres, ¿Eres nuevo?
- Soy Haig Styles, llevo estudiando aquí todo el curso
- No me suenas
- Quizás si no estuvieses siempre detrás de ese mierda prestarías más atención a tu alrededor -respondió Haig y la expresión de la chica volvió a tornarse triste sollozando
De repente la tenía abrazándole por la cintura, llorando sobre su chaqueta de cuero negra. Haig se quedó estático, pero de pronto sus manos pararon en su cadera, haciendo dibujos suaves sobre la ropa de la chica, intentando calmar sus sollozos.
- Me ha arruinado la vida -lloró ella
"Que exagerada" pensó el rizado, pero decidió no interrumpirla. Se sentía ciertamente incómodo con aquella chica agarrándole de esa manera. Debía estar sumamente desesperada para estar abrazándose a él cuándo hacía unos segundos siquiera sabía quién era. Comenzaron a escuchar el rumor en el pasillo, pero no les dio tiempo, una chica entró al vestuario encontrándoselos. Meredith se apartó inmediatamente dándole la espalda a la chica, limpiándose las lágrimas. Haig le echó un último vistazo a la chica antes de salir del vestuario y cuando lo hizo se topó con cuatro ojos curiosos que le escaneaban de arriba abajo.
- ¿No sabes leer? -preguntó una de ellas
Pero Haig no respondió, les dio la espalda a las chicas y se alejó hasta llegar a su clase. ¿Quién le había mandado entrar al vestuario? Nadie, definitivamente nadie que no fuese su familia le importaba en exceso, sin embargo, sintió la necesidad de ayudar a esa chica desconsolada. Antes de entrar a su salón de clases, una voz le detuvo. Se trataba de Jason, el único amigo que había conseguido hacer en el primer año de universidad. Entraron juntos a la clase, seguidos por la muchedumbre.
- Anoche fue increíble, salvaje. Me muero de ganas por volver hoy
- No me llames así aquí, Jason. Aquí solo soy Haig, el que todo el mundo ignora
- Si supiesen a qué te dedicas serías más popular que el imbécil de Noah
Cuando escuchó aquel nombre, pensó inmediatamente en la chica. ¿Estaría bien? ¿Habría dejado de llorar? Sacudió la cabeza, ¿Qué más le daba el cómo estuviese ella? Si ni quiera sabia quien era hacía escasos minutos. La clase comenzó y a los minutos, unos toques suaves interrumpieron la lección del profesor. Haig no observó la puerta, pero cuando escuchó su voz, su mirada se elevó como un resorte.
- Señorita Meredith, la dejaré pasar solo porque su novio nos llevará a la final del campeonato
Haig rodó los ojos, menudos imbéciles. Incluso los profesores le lamían el culo al arrogante de Noah. Todo el mundo creyó que la chica se dirigiría hacia su grupo de amigas que cuchicheaban al otro lado del salón, pero, sin embargo, ella se acercó hasta el rizado que dibujaba algo en su cuaderno distraído.
- ¿Está ocupado? -le interrumpió y sus miradas volvieron a unirse
El rizado torció un gesto en su boca, mordisqueando la tapa del bolígrafo mientras observaba como todos los alumnos, incluidos el profesor, les observaban. Miro de nuevo hacia la chica y cuando observo su mirada leyó un SOS bien grande detrás de esos orbes verdes.
Haig negó retirando su mochila del asiento contiguo a él, aun mordisqueando la tapa del bolígrafo. Cuando ella le agradeció con una sonrisa, un estallido de risas proveniente de aquel grupo de chicas desvío la atención de todos los allí presentes. La clase continuó, Haig volvió a dejarse caer sobre el asiento sin dejar de observar a la morena por el rabillo del ojo. También se encontraba dibujando algo en su cuaderno totalmente rígida. Sintió un codazo en su brazo izquierdo, era Jason.
- ¿Está de que va? -susurró su amigo- Seguro que Noah le ha mandado a la mierda
- ¿Esas son sus amigas? -le preguntó haciéndole un gesto con la cabeza hacia las chicas
- Si está ahí a tu lado, dudo que sigan siendo sus amigas
Haig volvió a mirar a Meredith, que seguía dibujando distraída. El timbre del final de la clase sonó alegrando a los alumnos del interior. La morena recogió sus pertenencias rápidamente y se marchó del salón sin darle la oportunidad al rizado de preguntarle como se encontraba. Observó, que cuando pasó por el lado de las chicas todas reían mirándola y ella se limitó a apretar los libros sobre su pecho y salir rápidamente con la cabeza agachada. "Esto es demasiado raro" pensó Haig, pero no le dio la mayor importancia.
Las clases continuaron, todo era demasiado cansado y aburrido. Solo quería volver a su casa, esperar a que pasase la tarde y regresar a Clock Street para ver si podía resucitarlo de alguna manera. Coincidió de nuevo en la última clase del día con la morena y esta tuvo la misma actitud sospechosa, sentándose a su lado sin pronunciar palabra. El timbre sonó y ella ya estaba recogiendo para marcharse cuando Haig la detuvo agarrándole el brazo. Le miró, hizo que dejase el cuaderno sobre la mesa y el rizado anotó su número de teléfono en una hoja al azar.
- Llámame si necesitas algo
Ella asintió hipnotizada por la voz del rizado. Recogió sus pertenencias y abandonó la clase seguida por Haig, que se encontraba tras ella. Cuando salieron al pasillo, se miraron de nuevo y tomaron caminos diferentes.
Haig salió al aparcamiento donde se encontraba su padre, en el mismo lugar en el que había estacionado a la mañana. Se acercó hasta él y se subió bufando.
- ¿Cansado? -preguntó con una sonrisa Harry
- Ha sido el día más raro de la historia
- ¿Puedo preguntar que ha pasado?
- He tenido que consolar a una chica. Estaba llorando esta mañana cuando he llegado
- ¿Algo grave?
- No lo sé, después ha estado todo el rato sentándose a mi lado, pero sin hablarme
- Quizás quería darte las gracias, pero no sabía como
- Solo quiero llegar a casa
Pero a decir verdad estuvo toda la tarde pensando en aquella morena de ojos verdes, aquella mirada penetrante que le había dado cuando le anotó su número de teléfono. Sus manos temblorosas sobre su piel aún le martirizaban. Tenía que saber que le pasaba, no por cotilleo ni por interés, simplemente para poder sacársela de la cabeza.
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DESPITE EVERYTHING // HAIG STYLES
Romance¿Qué pasa cuando todo el mundo quiere que te conviertas en alguien que no puedes ser? La desesperación te consume, te aviva la ansiedad, te crea falsas expectativas. Sin embargo, tienes que encontrar otro camino, uno que te permita ser quien eres. ¿...