Con el lento paso de los días, Clock Street renacía poco a poco. Era perceptible que numerosos aficionados nuevos asistían con frecuencia. Cada día había gente nueva que quería competir y con ellos, gente que quería apostar. Se movían grandes cantidades de dinero, todo bajo la atenta vigilancia de salvaje. Las apuestas eran el verdadero motor de aquel lugar. Sin gente, no hay apuestas, por lo tanto, Clock Street muere.
Aquella noche era la primera carrera oficial de Meredith. Verla en el cartel principal junto al resto de corredores, llenaba de orgullo al rizado. Aunque el cartel de la competición también se expandió por la universidad. Esa mañana en cada taquilla, se encontraba un panfleto con la cara de Meredith en primer plano. Haig lo arrugó lleno de ira, aunque su novia le dijo que no pasaba nada. Aquello traería la atención de sus compañeros, por lo que Clock tendría más público.
Estaban preparando el coche, comprobando que todo estuviese normal. La morena no entendía mucho de aquello, sin embargo, prestaba mucha atención a cada movimiento del rizado.
- Algún día tendrás que darme clases de esto -bufo la oji verde
- ¿Clases de mecánica? -ella asintió- Sin problema
- ¿Con cuántos años empezaste a interesarte en esto?
- Tenía ocho años... -recordó Haig- Fue una época dura en nuestra familia.
- ¿Qué paso?
- Un tipo vino a mi colegio cuando era un niño y... Bueno, nos secuestró a mí y a mis primos
- Dios, Haig... ¿Por cuántas cosas habéis pasado?
- Ya te lo dije, ser de la familia Styles Malik tiene cosas buenas, pero también muy malas... Después nos mudamos a España y ahí mi padre comenzó a enseñarme el funcionamiento de los vehículos
- Eras muy pequeño...
- Supongo que ver la emoción en el rostro de Erik cada vez que volvía de Clock, me despertó el interés
Terminaron de ajustar el coche y ya estaba listo. A pesar de encontrarse en el espacio privado del matrimonio, podían observar como el lugar se llenaba cada vez más. La morena comenzó a ponerse nerviosa. Recordaba los consejos de todos, aun así, sus piernas flaqueaban cuando veía a toda esa gente. Jason apareció de repente.
- ¿Cómo están mis chicos? Espero que estés lista Medy, tu público aguarda
- Gracias Jason -dijo ella irónica- Acabas de hacer que deje de estar nerviosa
- Estate tranquila, no es como si te fuesen a cortar la cabeza. ¿Cuántos son? ¿Ochenta? Eso es pan comido
- Jason -dijo Haig rodando los ojos- No le estás ayudando
- Bueno tortolitos, daros los últimos besos e ir a la zona de salida. Allí os espero
Jason se fue tan alegremente mientras que Haig negaba divertido con la cabeza. Su mejor amigo siempre intentando restar importancia a todo. Se montaron en el coche y lentamente fueron hacia la muchedumbre. Al reconocer el coche se hicieron a un lado abriéndoles una especie de pasillo. Todos tocaban el coche entusiasmados, nerviosos por la primera competición de la morena.
- Vas a hacerlo genial -dijo Haig cuando ya estaban estacionados
- ¿Sabes si han apostado por mí?
Claro que lo sabía y nadie había apostado por ella. De hecho había apuestas en su contra. Una de ellas era ver cuanto tardaba en quemar el motor. El rizado se enfadó con quien había creado aquella apuesta, pero era libre de hacerlo y lamentablemente no podía eliminarla.
- No me mientas Haig, sé que nadie confía en que gane
- Ellos pueden comer mierda -dijo girándose hacia ella- Estás aquí conmigo, me tienes a mí, a los míos, mira a tu alrededor -hizo lo que él le dijo- Solo tienes la carretera frente a tus ojos, que nada más te importe
- Las demás son buenas y yo...
- Las demás tuvieron también su primera carrera. Yo la tuve, mi padre la tuvo... No te ganas su respeto montándote en un coche. Te ganas su respeto perdiendo, ya que saben que volverás a intentarlo
- ¿Estarás decepcionado si te pongo en evidencia?
- Quien se atreva a decir algo de ti está muerto. Sal ahí y hazlo lo mejor que puedas. Nadie te exige que ganes, yo no lo hago, solo disfruta -dijo agarrándole las manos- Solo estáis tú y el coche, por separado no funcionáis, pero juntos... juntos podéis ser invencibles
Haig dejó un beso sobre sus labios y la dejó sola. Estaba encerrada en el coche, pero escuchaba los gritos de histeria de la gente. A través del espejo retrovisor observó como Haig se posicionaba junto a Jason, ambos observando el coche fijamente. La morena respiró profundo, se recolocó en el asiento y agarró el volante con fuerza.
- Está bien -dijo apretando los ojos- Yo no te conozco y tú no me conoces, pero hagamos que tu dueño este orgulloso de los dos ¿vale? -dijo hablándole al coche- No hay que ir rápido ni apresurarse, hay que disfrutar... ¿Pero qué estoy diciendo? -negó con la cabeza- Claro que hay que ir rápido, es una maldita carrera... Joder Meredith, cálmate, estás hablando con un coche... -se restregó los ojos- Vale -se colocó de nuevo- Por separado no funcionamos, pero juntos somos invencibles -repitió las palabras de Haig- Ya lo has escuchado chiquitín -acaricio el volante- Haz caso a tu dueño
Jason y Haig desde el exterior observaban como Meredith gesticulaba y aparentemente hablaba con alguien. El rizado sonrió sabiendo que estaba haciendo, pero Jason torcía los labios sin comprender el comportamiento de la chica.
- Espera tío -dijo agarrando el hombro de Haig- ¿Está hablando con el coche?
- Eso está haciendo -dijo el rizado divertido
- Esa chica es muy rara
- Esa chica va a ganar la carrera
- ¿Cómo lo sabes? ¡Está nerviosísima!
- Está haciendo lo que le he dicho, fusionarse con el coche
- Espera -detuvo Jason- ¿Cómo un transformer o algo así? -Haig rio
- Si bueno, algo así -contesto sonriente
- Madre mía -dijo negando con la cabeza- Está claro que entre locos os entendéis
Haig cruzó los brazos sobre su pecho riendo aun después del comentario de su amigo. No se encontraba nervioso en absoluto. Sabía que su chica era capaz de ganar la carrera, pero si no lo hacía no pasaba nada malo. De los errores es como mejor se aprende.
Los motores comenzaron a rugir, la chica se coló entre los coches para dar la saliva. Meredith fijo su vista en un punto fijo, apretó con fuerza el volante, respiraba tranquilamente, sentía el sudor correr por su frente. La chica subió los brazos, colocó su pie en el acelerador y cuando los bajo lo apretó con fuerza saliendo a la primera. Haig elevó el puño agitandolo en señal de victoria y asintió con la cabeza con orgullo. Había bordado la salida, ahora quedaba esperar al final.
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DESPITE EVERYTHING // HAIG STYLES
Romance¿Qué pasa cuando todo el mundo quiere que te conviertas en alguien que no puedes ser? La desesperación te consume, te aviva la ansiedad, te crea falsas expectativas. Sin embargo, tienes que encontrar otro camino, uno que te permita ser quien eres. ¿...