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Por fin llegó la noche, Haig estaba nervioso. Se había dado una ducha fría para despejarse de todos los monstruos que le atormentaban la cabeza. Había comido relativamente poco, en su cabeza estaba idear un plan de como recuperar Clock. Tenía que hacerlo en honor a su padre, no podía ser el quién hundiese Clock Street en la miseria, él debía resucitarlo y hacerlo tan popular como había sido siempre.

Terminó de alistarse, colocando su tupé perfectamente engominado. Su camiseta básica blanca, junto a sus pantalones negro ceniza. El colgante que su padre le había regalado cuando aún era pequeño y su chaqueta de cuero negra. Bajó las escaleras, encontrándose a su padre Louis, con el entrecejo arrugado, observándole de arriba abajo. Haig sonrió, esa sonrisa era calcada a la de Harry. Louis se derritió y tuvo que dejar de estar serio cuando observó a su hijo sonreír así.

- Tu padre tiene toda la razón del mundo, te tengo malcriado

- Eres el mejor -dijo Haig besándole la mejilla- Siempre has sabido como cuidarme

Louis le observó con los ojos cristalizados. Recordó cuando aquel pequeño llegó a sus vidas con apenas 1 año y ahora lo tenía ahí delante sosteniéndole de la cintura sacándole más de una cabeza. Había crecido demasiado y Louis solo se preguntaba como había pasado el tiempo tan rápido sin apenas enterarse.

- Ten cuidado -salió el oji azul de sus pensamientos- No te agobies y tampoco vuelvas tarde

- Papá mañana es... -se quejó Haig

- Si lo sé -interrumpió- Mañana es sábado, pero me da igual. No quiero que empieces a trasnochar desde tan joven

- Haz caso a tu padre -apareció Harry por el salón- Solo queremos lo mejor para ti -dijo abrazando la cintura de su marido

- Si padre -bufó el menor

- Estoy orgulloso de ti hijo -habló de nuevo el rizado

Haig sonrió, se acercó de nuevo a ellos y dejó un beso en cada mejilla de sus padres. El matrimonio se quedó en la misma posición y antes de salir, el menor echo una mirada hacia ellos. Siempre había mirado con adoración a sus padres y aun con 18 años lo seguía haciendo. Su familia era perfecta. Salió a la acera enfrente de su casa donde se encontraba su moto. Agarro su Ducati Streetfighter, regalo que le hicieron sus padres cuando se acababa de sacar el carné de moto y puso rumbo a Clock Street sintiendo la misma adrenalina de cada noche. Llego y había bastante gente, al menos más que la noche anterior. Después lo pensó, "no están aquí por ti, están aquí porque es viernes y mañana no hay nada que hacer". Sacudió su cabeza, no iba a seguir permitiendo que su cabeza le jugase una mala pasada. Entre la gente distinguió a su amigo y se acercó a saludarle.

- Mirad quien ha llegado -recibió Jason- El rey de Clock Street. Hola, hermano -se saludaron con un abrazo cálido

Haig sonrió, después de aquello recibió numerosas palmadas en la espalda de la gente de alrededor. "Saben que salvaje ha llegado" se alentó a sí mismo el rizado. Todo el mundo estaba expectante por sus primeras palabras de la noche. Siempre decía el mismo discurso, pero después de la conversación con su padre entendió que tenía que focalizar todo de otra manera distinta.

- Bienvenidos de nuevo otra noche más. Ya sabéis que esta es mi segunda casa, donde vengo cuando necesito distraerme, divertirme, hacer alguna maldad -la risa se desató entre el público- Espero que veáis Clock de la misma manera que no, aquí no hay nadie mejor que nadie. Somos todos iguales, yo solo estoy aquí para mantenerlo. Para seguir creciendo con la generación de corredores clandestinos. Esto es Clock Street, no necesita más presentación.

Todo el mundo levantó sus cervezas cuando terminó de hablar. Suspiró tranquilo. Hoy lo había hecho mejor, hoy su voz no había temblado, hoy no había escuchado susurros entre la gente cuando terminó de hablar. Hoy todos parecían sonrientes, descansados, con ganas de disfrutar. Definitivamente, Haig tenía que aprovechar esta noche. Las carreras empezaron, primero algunas amistosas, después otros querían jugarse sus propios vehículos. Al terminar estas carreras, obviamente hubo alguna pelea en la que Haig tuvo que intervenir para calmar los ánimos. Estaba yendo bien, estaba sintiéndose cómodo. Observó como poco a poco aparecía más gente por el callejón, sonrió para sus adentros. Aunque no debía confiarse.

A las dos horas apareció Samuel, un viejo amigo de Haig que conoció cuando ingresó en todo ese mundo de las carreras. Estaba tranquilamente hablando con el cuándo su teléfono vibró. Observó en la pantalla un número desconocido.

- ¿Quién es? -respondió alejándose de la muchedumbre

A decir verdad, poca gente que no conociese le llamaba, ya que nunca daba su teléfono a nadie. Aunque todo el asunto de las amenazas a su familia desapareciera, él seguía teniendo preocupación de que volviesen y todo tomase ese color negro que fue la anterior vida de sus padres.

Al otro lado no contestaba nadie, Haig comenzó a mirar alrededor por si le estuviesen observando, pero no consiguió divisar a nadie.

- Si no me dices quien eres, voy a colgar ahora mismo

Silencio.

Pero justo cuando despegó el teléfono de su oreja escuchó aquella voz. Suave, delicada, como si se estuviese muriendo de la vergüenza.

- ¿Quién es? -quiso jugar el rizado

- Soy... Soy Meredith, mira lo siento, no tendría que haber llamado -dijo a punto de colgar

- No espera -pidió Haig- ¿Cómo estás? ¿Necesitas ayuda?

- No yo... -la escuchó suspirar al otro lado

Haig estaba seguro de que ni siquiera ella sabía por qué le había llamado y este también estaba seguro de que no sabía por qué estaba sintiendo aquella felicidad repentina.

- No sé por qué te he llamado. Seguramente estés con tus amigos por ahí divirtiéndote -el rizado observó la gente de Clock

- Si, pero no pasa nada. Por esto te di mi número, para que me llamases si necesitabas algo. ¿Qué haces? ¿Dónde estás?

- He venido con mi primo a un sitio raro, pero no me he bajado del coche... Quería llamarte -Haig sonrió con ganas

- Me alegra escucharte bien

- Tío, tengo que presentarte a alguien -grito Samuel, tanto que Meredith escucho aquello

- Será mejor que te deje, veo que estás ocupado

- Esper...-pero ya era demasiado tarde, ella había colgado- Mierda -espetó

- ¿Y esa carita de enamorado? ¿No me digas que estabas hablando con alguien especial Styles?

- Ya déjalo, Sam, dime. ¿A quién quieres presentarme?

Su amigo se marchó corriendo, dejándole desconcertado. No tenía la mínima gana de conocer a alguien en esos momentos. Aprovechó el tiempo que estuvo solo para guardar en sus contactos el número de la morena. Solo quería volver a llamarla y escuchar su voz tranquila. Estaba distraído mirando su móvil, que no se dio cuenta de que su amigo había llegado con esa persona que quería presentarle.

- Styles, ella es mi prima Meredith -Haig inmediatamente elevó la mirada- Mer, te presento a Haig Styles o como todos le conocemos aquí, salvaje.

Los orbes verdes de ambos chocaron y en sus cuerpos les sacudió una corriente eléctrica que les subió desde las plantas de los pies a la cabeza. Samuel estaba ahí parado, observando como se miraban con los ojos sobresaltados, sin apenas pronunciar palabra.

- ¿No me digáis que ya os conocíais?

- Algo así -pronunciaron ambos a la vez

DESPITE EVERYTHING // HAIG STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora