7

74 7 15
                                    

Las semanas pasaron. El rizado seguía acudiendo con normalidad a la universidad, intentando evitar en todo momento a la morena. Aun así, nunca le quitaba el ojo de encima. No se fiaba de ella, pero tampoco le gustaba verle sola, deambulando como un fantasma por los pasillos.

Acababan de terminar la clase de laboratorio. Los alumnos se agolparon hacia la puerta de salida en cuanto el timbre sonó, pero el rizado esperó a que la sala se vaciase. Estaba recogiendo las cosas tranquilamente cuando comenzó a escuchar unos gritos seguidos de gente alentando. Dejó sus cosas sobre la mesa y salió rápidamente encontrándose con el motivo de aquel barullo. Meredith estaba pegándose con una chica rubia. Haig intentó abrirse paso entre la gente que las rodeaba, consiguiéndolo finalmente. Se interpuso en la pelea agarrando los  brazos de Meredith con una mano y con la otra sujetándole de la cintura.

- Estate quieta -gruñó en su oído

- Quiero matarla -respondió la chica enrabietada

- ¡Eres una puta! -gritó la otra

- ¡Llevárosla joder! -grito Haig sentándose en el suelo, sujetando a la chica entre sus piernas- ¡Respira Meredith! -obligó

La gente comenzó a separarse, dejándoles ahí sentados en el suelo. La morena tenía varios rasguños, algunos en la mejilla y labio y su ojo comenzaba a tomar un tono violáceo. Estaba tan sumido en sí, inspeccionándola que no se dio cuenta de como comenzaba a llorar mientras se giraba hacia él y le abrazaba por el cuello. Él la sujeto suavemente, colocando su camiseta correctamente, ya que debido a la pelea la tenía ligeramente subida, revelando parte de su abdomen.

Cuando ya estaba más calmada y había dejado de llorar, se separó de su cuello despacio. Se miraron a los ojos, estaban demasiado cerca, pero Haig seguía sin confiar en ella.

- Creo que tienes que empezar a contarme las cosas -dijo el rizado

Decidieron saltarse la última clase del día. La oji verde no estaba en buen estado como para acudir a la última lección del día. Llegaron hasta el aparcamiento, donde esperaba la Ducati de Haig. Este le tendió el casco y ella con cuidado se lo puso, hizo un gesto de dolor cuando el casco rozo levemente su mejilla.

- ¿Bien? -preguntó Haig y ella asintió

Se sentó tras él, colocando sus manos sobre su abdomen, aferrándose a él. El rizado no estaba acostumbrado a aquella sensación, nunca había llevado a nadie en su moto. Sonrió para sus adentros un poco nervioso y se dirigió hasta su casa. No sabía si estaba tomando la decisión correcta, pero tenía que curarle esas heridas y necesitaba hacerlo en un sitio en el que él se encontrase tranquilo y sin peligro.

Llegaron a los pocos minutos y cuando bajaron de la moto, fue el quién esta vez retiró el casco con cuidado. La melena morena volvió a caer con naturalidad sobre los hombros de la chica, tapándole levemente la cara. Haig, con cuidado, retiró el cabello que le tapaba el corte de la mejilla, encontrándose con la mirada apenada de Meredith.

- Será mejor que entremos

El primero en entrar fue Haig, encontrándose con su padre sentado en el sofá. Le miró extrañado y después observó el gran reloj que había sobre la chimenea. Calló, cuando observó como una chica, de aproximadamente metro setenta, entraba tras él. Louis comprendió, aquella chica era de la que habían hablado hace días.

- Hola, papá -sonrió Haig

- Hola cariño -sonrió de vuelta el oji azul levantándose hacia ellos- Hola, yo soy Louis -le tendió la mano

- Soy Meredith -dijo avergonzada

- Subiremos a la habitación ¿Está papá? -Meredith arrugó el entrecejo

- No, ha salido, pero volverá enseguida

Haig asintió levemente, miró de nuevo a la chica para que le siguiese escaleras arriba. Louis suspiró, no estaba entendiendo nada, pero había podido observar los cortes que llevaba aquella chica en el rostro.

La pareja llegó a la habitación y una vez ingresaron en ella, el oji verde cerró la puerta en sus espaldas. Obligó a Meredith a sentarse en la cama y rápidamente salió del baño con el botiquín para curarle las heridas.

- Tu padre parece agradable -habló ella aún avergonzada

- Si, ambos lo son

- ¿Tienes dos...?

- Sí, tengo dos padres. Son gays, ¿pasa algo con eso?

Había sonado tan sumamente borde que nadie se atrevería a rebatirle nada de lo que estaba diciendo. La morena negó estrepitosamente con el miedo de haberle ofendido.

Poca gente estaba acostumbrada a que un niño tuviese dos padres o dos madres, pero era lo más natural que existía. No existe cuestión de géneros cuando se trata de amor. Dos hombres pueden criar perfectamente a un bebé, al igual que dos mujeres, pero parece que hoy en día la gente sigue viviendo como hace doscientos siglos.

Él estaba orgulloso de tener dos padres. Ellos fueron capaces de sacarle adelante, no como sus padres biológicos. No quería conocerlos, nunca había tenido esa intención. No cuando le abandonaron con apenas un año de vida. Sus únicos padres eran Harry Styles y Louis Tomlinson, no existía nadie más para él.

Empapó una gasa con agua oxigenada, presionándola suavemente sobre la mejilla enrojecida de la morena, provocando una mueca de desagrado por su parte.

- Duele Haig

- Lo sé, unos segundos más

Ella se dejó, a pesar del dolor, el rizado era muy delicado con ella.

- ¿Vas a contarme ya que ha pasado?

- Todo es culpa de él -resopló Meredith

- ¿De Noah? -preguntó y ella asintió

- Hizo un video, mientras lo hacíamos. Pocas veces lo hacía, pero aquel día fue diferente. Habíamos discutido antes, él me gritó diciéndome que no me quería en su vida, que estaba cansado de mí. Yo lloré rogándole que me perdonase, que no me dejase -Haig entrecerró los ojos sabiendo la siguiente parte- Dijo que solo iba a perdonarme si follábamos y dejaba que me grabase solo a mí. Yo acepté -ella comenzó a llorar- Al día siguiente toda la universidad tenía ese video -a Meredith se le aguaron los ojos- Todos me decían que era una puta calienta braguetas. Me lo busqué, me lo tengo merecido por ser tan tonta

Haig dejó la gasa sobre la cama, atrayéndola a sus brazos para intentar consolarla.

- Me ha destrozado la vida -esta vez a Haig no le había parecido tan exagerada

Estuvieron un rato sin decir nada, hasta que ella sutilmente se separó para terminar de contarle lo que había ocurrido esa misma mañana.

- La de esta mañana creo que se llama Natalie, es la nueva novia de Noah. Yo estaba agarrando los libros de mi taquilla para la última clase cuando esa loca se ha abalanzado sobre mí diciendo que seguía detrás de él -volvió a llorar- ¿Crees de verdad que seguiría detrás de un tipo como él? -Haig negó- Vino como una loca, nunca me he peleado, me ha destrozado

- No, Meredith -susurró Haig- El derechazo que le has dado ha sido increíble -dijo en tono de broma y ambos rieron suavemente

- Sé que no confías en mí, yo tampoco lo haría, pero nunca voy a desvelar tu secreto. Tienes que creerme Haig

Él asintió atrayéndola de nuevo hacia él. Le abrazó fuerte, queriendo destrozar a ese patán con las mismas manos con las que la abrazaba. No entendía como alguien podía cometer semejante locura. Solo deseaba tenerlo delante y entretenerse con el cómo si de un saco de boxeo se tratase. 

DESPITE EVERYTHING // HAIG STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora