Maratón 2/5
La enfermera de la universidad le curaba las heridas mientras la morena observaba. Los nudillos de Haig estaban completamente destrozados. La enfermera le obligo a realizar unos ejercicios con su mano, los cuales le dolían como si cientos de hierros se clavasen en su piel, pero al menos la mano no estaba rota. Tras curarle, Haig quería marcharse a casa, pero la clase que tenían a continuación daba la casualidad que iban juntos. Gracias a aquello, el rizado se quedó, ya que si no no habría dudado en marcharse de allí cuanto antes.
La morena fue la encargada de agarrar las pertenencias del oji verde, puesto que no quería que hiciese el mínimo esfuerzo, siquiera sostener un par de libros. Entraron al aula y de nuevo todos se detuvieron a observarles detenidamente. Jason, desde su asiento, los vio entrar y no dudo en acercarse rápidamente a ellos.
- ¿Qué ha pasado?
- Se ha resbalado y se ha torcido la muñeca -invento Meredith porque todos los miraban
- ¿Estás bien hermano? -Haig asintió y se abrazaron- Quiero una explicación más convincente que un resbalón -le susurró
Procedieron a acercarse junto a Jason, cuando Noah se plantó en medio impidiéndoles el paso.
- Vaya Styles, ahora no podrás conducir tu motito -hizo el gesto de acelerar y todo el mundo comenzó a reír
- No podre conducir Prentiss -se acercó amenazante- Pero puedo seguir golpeándote hasta hacerte llorar
Meredith se colocó en medio de ambos, empujando suavemente por la cadera al rizado, el cual se dejó guiar dócilmente. Se sentaron en sus respectivos pupitres uno al lado de otro. Noah y su grupo no dejaban de mirarlos e intentar captar su atención. En medio de la clase, Haig iba a anotar unas cosas en su cuaderno cuando se golpeó accidentalmente en la mano emitiendo un quejido en voz alta.
- ¿Estás bien? -dijo Meredith preocupada sosteniendo el bolígrafo que se le había caído
- Si, me he dado sin querer
- ¿Quieres una tirita, Styles? -preguntó Noah provocando un estallido de risas
- ¿Quieres un ojo morado, hijo de puta? -se colocó de pie el rizado
- ¡Señor Styles! -grito el profesor haciendo que todo el mundo se callase- ¡Siéntese o me veré obligado a enviarle a dirección!
Haig se sentó de golpe, apretando la mano vendada, haciéndose daño. Meredith colocó su mano encima de la del rizado haciendo que dejase de apretarla.
- No le hagas caso -le susurró- Esto es lo que quiere, provocarte
- Se merece un buen puñetazo, preferiblemente uno de los tuyos
Meredith sonrió agachando la cabeza. Haig tenía la capacidad de restar la tensión en cualquier momento. Eso era algo que, desde que le conoció, le había gustado. Podía estar enfadado, pero en un segundo era capaz de soltar algún comentario gracioso para restar importancia. Se miraron detenidamente el uno al otro y no se dieron cuenta de que se estaban acercando peligrosamente cuando la presencia de Jason les interrumpió.
- ¿Toco el violín? Es que me siento un poco sujeta velas -las chicas que estaban tras ellos rieron tiernamente
- Ahí tienes tu público Jass, aprovéchalo -dijo Haig
Después se volvió a acercar a la morena, esta vez robándole un tímido beso. Haig no pudo evitar observar como Noah imitaba el gesto de vomitar. Rodó los ojos mientras se limitaba a seguir besando a su pareja.
La mañana continuo tranquila. La última clase, los tres amigos se habían encontrado separados. Una vez sonó el timbre, Haig salió al aparcamiento donde estaba su moto y se limitó a esperar a Meredith. A lo lejos la observo acercarse a él sonrientemente y cuando la tuvo entre sus brazos soltó todo el aire que había mantenido retenido dentro de él. Con su mano, no lisiada, recorrió el cuerpo de la morena intentando eliminar cualquier resto de tensión sobre su cuerpo y esta lo agradeció. Se separaron del beso después de unos segundos y Meredith observo la mano herida del rizado.
- Creo que hoy no vas a poder conducir
- Lo sé -dijo mirándose la mano- Podrías hacerlo tú -dijo en tono coqueto
- ¿Yo? ¿Una moto? Ni loca Styles
- ¿Por qué no? -preguntó divertido
- ¿Quieres morir? ¿O aprecias tu vida demasiado?
- Bueno, mi vida no está tan mal -dijo encogiéndose de hombros
- Y seguirá estando así porque no pienso conducir
Y de aquella manera, con la ayuda de Meredith agarraron la moto y la llevaron hasta casa de Haig. Una vez llegaron, el rizado iba a entrar a su casa, pero la morena se quedó en el exterior.
- ¿Qué haces? ¿No entras?
- Haig, no quiero ser maleducada con tus padres ni que piensen que me estoy aprovechando de ti
- No lo haces -dijo acercándose a ella nuevamente
- Además, debería ir a mi casa
- ¿Sí? ¿Dónde han ido a pintar tonterías en la fachada?
- Haig -dijo tocándole la mejilla cariñosamente- Mis padres están ahí
- Vamos, aquí no molestas. A mis padres les caes bien y hay comida de sobra
- No es por la comida -acaricio de nuevo su mejilla- Nos podemos ver mañana
- ¿Estás segura? -dijo sosteniéndole de la cintura y ella asintió- Llámame si necesitas cualquier cosa
Meredith se encaminó hacia su casa. Hacía varios días que no pasaba por allí, aunque hablase con sus padres por teléfono, sabía que estaban preocupados por ella desde que las pintadas habían aparecido en su casa. Cuando llego, la mancha no estaba por lo que supuso que el conserje la habría limpiado. Subió los escalones del tramo de escaleras y llego frente a la puerta de su domicilio. Respiro pesadamente. No estaba el olor dulce del ambientador de la casa de Haig, ni la luz que entraba por los grandes ventanales, tampoco el olor a comida casera. Sin embargo, sí que estaba su padre tirado en el sofá durmiendo profundamente mientras roncaba, aquel olor a tabaco y a alcohol y el volumen de la televisión por las nubes.
Bufo y agarro el control remoto para bajar el volumen. Ahora solo se escuchaban los ronquidos de su padre. Abrió el frigorífico. Solo había cervezas, una manzana mohosa y comida envasada. Agarro un envase que aparentemente eran pasta con tomate, pero cuando volteo el plato, la pasta seguía pegada. Con resignación se la comió, pensando en la comida casera de Louis.
Se encontraba mirando su teléfono cuando la puerta fue abierta. Era su madre, que entraba vestida con el uniforme del hospital con miles de bolsas en sus manos.
- Medy, hija mía -saludo su madre
- Hola mamá
- Creí que no vendrías
- Recibí tus mensajes, además el grafiti de la fachada ya no está
- Sí. Obligue al conserje a quitarlo -se acercó y le dio un beso en la cabeza-
- ¿Cómo sigues aguantándole? -le pregunto refiriéndose a su padre que aún roncaba en el sofá
- No podemos permitirnos el divorcio ni tampoco irnos a vivir a otra casa
Observo a su madre con lágrimas en los ojos. Sabía que su madre era una trabajadora nata, que se dejaba el alma desempeñando su trabajo, sin embargo, su padre hacía muchos años que había decidido que la bebida iba a ser su mejor amiga y no existía un solo día que no se emborrachase. No quería que su madre soportase aquel tormento más, iba a hacer todo lo posible para sacarla de aquella casa.
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DESPITE EVERYTHING // HAIG STYLES
Romance¿Qué pasa cuando todo el mundo quiere que te conviertas en alguien que no puedes ser? La desesperación te consume, te aviva la ansiedad, te crea falsas expectativas. Sin embargo, tienes que encontrar otro camino, uno que te permita ser quien eres. ¿...