Alaska
Cuando desperté, tenía un dolor de cabeza horrible, el que sabía a qué se debía. Era el mismo dolor que sentía cada vez que bebía desenfrenadamente.
Además del dolor de cabeza, sentía un horrible dolor de cuello y eso se debía a que había amanecido en el asiento trasero del auto de Ashton.Lo primero que hice fue asegurarme de que estuviera con ropa y que no hubiera llegado a hacer un trío en un auto. Por suerte, seguía con mi ropa puesta y los chicos también.
Ambos asientos de adelante estaba bastante reclinados. Ashton estaba en el del conductor y Gohan en el del copiloto, durmiendo profundamente.
Tomé mi celular de mi cartera y revisé la hora. Eran las doce del día y seguíamos estacionados afuera del bar.
—Chicos —los llamé, comenzando a remecerlos—. Vamos a casa.
Mientras ellos despertaban, me di cuenta de que me dolía la oreja, por lo que la toqué con cuidado, notando un objeto extraño.
Tomé mi celular y abrí la cámara frontal para apuntar mi oreja, notando que tenía una argolla en mi cartílago.
Pegué un grito que hizo que los chicos se enderezaran de sus asientos rápidamente.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó Ashton medio adormilado.
—¡Mi oreja! ¡Tiene un piercing!
—Ah, eso —dijo Ashton, masajeando su sien—. ¿A caso se te olvidó lo del local? ¿Dónde nos hicimos perforaciones?
Ashton giró su cabeza para mostrarme su perfil izquierdo y apuntar la pelotita negra incrustada en el trago de su oreja.
En eso, Gohan se volteó a verme y apuntó su nariz, la que tenía una argolla en el lado derecho.
—Todos nos hicimos una.
En eso, recordé algunas imágenes de lo que había pasado anoche y con eso, recordé que el hombre del local estaba haciendo algo con mi tobillo... algo que no podía ser una perforación. ¿Quién se perforaba el tobillo?
Entonces, me agarré la parte de debajo de la pierna, notando que tenía un plástico extraño.
Me tiré en el sillón trasero para levantar mi pierna izquierda hacia el techo y mirar bien mi tobillo, el que tenía un dibujo en negro de una tortuga.
—Eso no lo recordaba —dijo Ashton, mirando mi tobillo con los ojos entrecerrados.
Ashton también revisó su tobillo y luego, pegó un grito.
—¡Ya voy en mi tercer tatuaje ebrio! —se quejó—. ¡Y es una cursi tortuga!
Gohan comenzó a reírse de nosotros, hasta que se detuvo de golpe y revisó su tobillo también.
—¡No! ¡Amo las tortugas, pero no en mis tobillos!
—Al menos no miden más de siete centímetros... pudo ser peor —comentó Ashton—, y creo que ya debemos ir a casa, necesito una pastilla para el dolor de cabeza.
—Si y yo quiero orinar —dijo Gohan—. Así que apúrate.
Ashton comenzó a conducir lo más rápido que pudo, pues Gohan comenzó a quejarse y a retorcerse por las ganas de ir al baño y, mientras tanto, yo miraba mi tatuaje con algo de temor.
Ashton tenía razón, podía haber sido peor, pero la verdad era que yo jamás había tenido la intención de tatuarme una tortuga.
Cuando niña soñaba con tatuarme esos estúpidos signos infinitos y esa clase de cosas que todas las preadolescentes querían en esa época. Ya más grande había pensado en algunas mariposas o flores, nada triste, oscuro o diabólico... Por suerte, una tortuga era bonita y feliz, lo que me hacía sentir menos acomplejada.
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Nosotros contra Los Ángeles [LA #2]
De TodoLuego de que Alaska pase por una desafortunada situación con el poderoso productor de cine Mike Williams, se verá enfrentada a distintos problemas laborales y teme que su carrera de actuación se hunda para siempre. Nuevamente, Gohan y Ashton están d...