I. Odio la medicina

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En algún lugar de Chicago, Illinois, 23 de diciembre de 2005.

Desperté temprano debido al sonido de mi teléfono que no paraba de sonar.

—¿Diga? —Pregunté con voz adormilada.

— ¿Es usted familiar de Jimena Sánchez? —Me preguntó una voz femenina.

—Si, soy su esposo, ¿Dónde está? —Le pregunté con preocupación.

—La encontramos, actualmente se encuentra en el hospital de Sant Gregory...

Colgué el teléfono, me vestí con un abrigo negro, el cual guardaba mi diario, y corrí al coche.

Manejé lo más rápido que pude.

Inmediatamente, unas sirenas de policía me estaban siguiendo.

—¡Maldita sea! —Exclamé mientras golpeaba el volante.

Luego de unos minutos llegué al hospital, sin embargo, un policía bajó de la patrulla y me arrestó antes de entrar.

—¡Esperen, por favor! —Exclamé entre lágrimas.

— ¡Señor, queda usted detenido por conducir a exceso de velocidad!

El policía me colocó las esposas mientras tiraba mis gafas al suelo con un movimiento de sus manos mientras lloraba.

—No me haga esto, ahí adentro está una persona que amo tanto y que no he visto hace mucho, ¡se los ruego, por favor, no quiero que me olvide! —Las lágrimas brotaron de mis ojos.

De pronto, salieron varios doctores y más policías como si hubiera cometido un crimen de estado.

—¿Es usted Daniel Martínez? —Me preguntó un médico con gafas.

Levanté la mirada y asentí.

—¿Pueden liberarlo, caballeros? —Les pidió a los oficiales.

Me quitaron las esposas, me coloqué las gafas, saqué de la billetera 600 dólares y se los di al policía.

—De verdad que lo siento mucho...—Le confesé con tristeza.

—Venga conmigo, caballero. —Me pidió el doctor.

Lentamente fui recorriendo el hospital a su lado, buscando su hermoso rostro de niña, sin éxito.

—Tranquilo, señor Martínez, sígame.

Subimos al segundo piso del hospital, estaba dormida en la habitación 77, su rostro tenía heridas, rasguños.

—¿Qué fue lo que le pasó? —Le pregunté al doctor mientras me arrodillaba frente a ella.

—La señorita Jimena sufrió una rotura de pie y varios rasguños debido a que saltó de una gran altura, ella ha intentado escapar de varios hospitales, pero finalmente, la hemos podido rescatar. —Me respondió seriamente.

Comencé a llorar mientras besaba su frente.

—¿Quién eres tú! —Me preguntó mientras me alejaba de ella.

—Soy Daniel Martínez, soy tu esposo... —Le sonreí entre lágrimas.

—No me acuerdo quién eres, ¡puedes dejarme en paz, ya...? —Respondió secamente.

Comencé a cantar.

"Something in the way she moves

Attracts me like no other lover,

Something in the way she woos me..."

—I don't want to leave her now; you know I believe and how...—Cantamos al unísono.

— ¡Mi amor, si viniste! —Besó mis labios con una pasión que pensé por mucho tiempo se había ido...

Rompí en llanto.

—Nunca he parado de buscarte, de hospital en hospital, de cada uno te fuiste, abriendo una brecha más gruesa en mi corazón, y quiero que me perdones por como te traté la última semana...

Acarició mi cabello dulcemente y besé sus manos.

—Ya está empezando... —Comenzó a llorar.

—Señor... —Me interrumpió aquel hombre.

—¿Qué le sucede? —Le pregunté de nuevo.

Tomó un respiro y habló.

—Le acabamos de hacer el estudio a Jimena y tiene Alzheimer...—Me confesó el medico mientras los observaba.

—No... no puede ser, es imposible...—Me reí nerviosamente.

—Su mujer no lo va a recordar sino comenzamos con un tratamiento.

Aquellas palabras me dejaron frío.

—Repitan el estudio, debe estar mal, debe ser por algún golpe en la cabeza, no puede perder la memoria...

El doctor se negó.

—Odio tanto la medicina...—Le confesé con tristeza.


Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora