Tengo Miedo a Perderte

XXV. El rey tirano.

Ambos se rieron mientras íbamos a desayunar. Al subir las escaleras, me estaban esperando los fantasmas con una hermosa sorpresa.

— ¡Winny, ven aquí! —Corrió con rapidez a mi encuentro mientras movía su cola de lado a lado.

— ¡Que hermosa perra! —Exclamó Jahel.

— Ve y dale la pata a tu tío el bromista...—Le susurré a Winny.

Corrió a toda velocidad tirándolo al piso y dándole la pata.

— ¡Bien hecho! —Nos reímos todos.

Desayunamos todos juntos mientras revisábamos aquel guion.

—¿Entonces, de que trata esta obra? —Le pregunté mientras tomaba un sorbo de jugo de naranja.

—Un rey de la época medieval, el cual tenía a su hija encerrada en su castillo desde que provocó la guerra al reino vecino...—Mencionó con voz misteriosa Jahel.

—Hmm..., supongo que un amor prohibido...

—No vas nada mal, la muchacha se enamora de un escriba el cual fue tomado como prisionero en aquella guerra...—Siguió contando mientras terminaba de desayunar.

—Vamos a hacerlo entonces, ¿quieres atrapar a una persona mala, Winny?

Le pregunté mientras subía al cuarto y me vestía de forma elegante para el frío.

Ella asintió con la cabeza.

—Me gusta mucho como te ves así, vas muy elegante...—Me acomodó la camisa y el saco.

—Tu también eres la chica más hermosa...

Le sonreí mientras veía su hermoso conjunto que parecía Sherlock Holmes.

—Que lindo día, finalmente llega el invierno...

Suspiró mientras le colocaba su bufanda en el cuello.

—Me gusta tanto ver los paisajes llenos de nieve, pero también es fácil enfermarse, ¿no crees? —Le pregunté.

Asintió con la mirada, bajamos las escaleras y fuimos a buscar al director de la obra.

—director, buenos días, se nota que está demasiado nervioso por la obra, ¿pasa algo? —Le pregunté con un tono irónico.

—Suban, les contaré en el camino. —Nos subimos todos en un autobús y aceleró.

—Tranquilo, viejo, ¿o nos vas a intentar matar antes de llegar a tu obra? —Le pregunté con seriedad.

—No, es solo que alguien me viene siguiendo, alguien que me quiere matar...

Comencé a rascarme la barbilla.

—¿Quién lo querría hacer? —pregunté—, una mafia, alguien peligroso?

Insinué.

—Alguien, o... mejor dicho, algo, la muerte me persigue desde que llegué al pueblo.

Solté una carcajada.

—Conduce tranquilo...—Toqué su brazo mientras desaceleraba.

40 minutos después ya estábamos en la ciudad de Bristol frente a un enorme teatro, el Bristol Old Vic.

—Hay un lugar en Londres con el mismo nombre —Le mencioné a Jahel.

—Tienes razón, como el que visitamos hace tanto tiempo...—Respondió con nostalgia.

—Vamos, por cierto, ¿Qué personaje vas a interpretar?

Le pregunté mientras entrabamos a los camerinos donde nos esperaban nuevos vestuarios y muchos de los compañeros que nos iban a acompañar en la obra.