XV. Una reconciliación a medias

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Perspectiva de Daniel.

Me sentía tan triste después de todo lo que sucedió entre los dos, como si hubieran golpeado mi corazón con tanta fuerza.

La tristeza me consumió a tal punto que ya no quería ni salir de la cama.

3 de noviembre.

Me despertó Jennefer quien se sentó a mi lado.

—¿Qué sucede contigo, por qué estás triste? —Me preguntó la abuela Apple.

—Nada, estoy bien...—Le respondí de mal talante.

—Al final tenía razón, pronto me encargaré de que ella sufra por lo que te hizo. —Respondió fríamente.

Aquellas palabras me hicieron molestarme internamente.

— ¡No, no lo hagas!, esa no es la manera...—Le pedí que comprendiera.

— ¡Al terminar el día no sabrás de ella, yo te dije que iba a ser una mala mujer para ti, por eso tengo a tu pareja perfecta!

Bajé la cabeza.

—Está bien, madre, pero no mates a mi novia...—Le pedí en voz baja.

Jennefer sonrió.

Salí a hablar con mi abuelo Harry mientras me quedaba sentado en un árbol.

—¿Qué pasa, Bright? —Me preguntó dulcemente.

—Jennefer va a matar a Jimena y no puedo dejarla, es algo muy importante...—Rompí en llanto.

—Estoy seguro de que tu vas a detenerla, solo confía en tus instintos. —Me pidió.

Asentí con la cabeza.

—Haré lo más que pueda y estarás orgulloso de mi, papá, o... abuelo... —Le respondí mientras se reía.

Unas horas después.

En mi paseo de la tarde, comencé a buscar a Jimena quien había salido de nuevo con aquel chico.

Lo tomé del brazo.

—Dame un momento a solas con él, tengo que hablarle de algo muy importante...—Nos fuimos corriendo a un callejón.

Sostuve una expresión seria y lo sometí contra la pared.

—Yo se muy bien cuanto amas a mi novia, pero si algo le pasa, no me lo voy a perdonar, así que te pido que la cuides mucho, es posible que mi madre los siga hasta matarla—Le mencioné con una voz profunda.

—Amigo, yo solamente quiero cuidarla...—Respondió en voz baja.

— ¡Lo sé, carajo, eres un fantasma que he visto en el mundo de los sueños, pero si algo le pasa, yo moriré por ella...! —Lo interrumpí.

Me dio un fuerte abrazo.

—Ahora ve y gana su corazón, eres un chico muy afortunado...

Se me hizo un nudo en la garganta mientras escalaba las paredes envuelto en llanto y la vigilaba desde los tejados.

—Ahora tendrás a alguien que te ame...—Mencioné en voz baja.

Luego de seguirla por un buen rato, observé a Jennefer quien se acercaba sigilosamente hacia ella con un cuchillo afilado en sus manos.

Giré la piedra y me volví invisible, la golpee con fuerza mientras le arrebataba el cuchillo.

— ¡Hay un fantasma! —Gritaba con temor mientras la perseguía.

Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora