XXX. El parto.

9 2 1
                                    


—Yo, Bright Apple, estoy frente a ti para unir nuestro amor y nuestras almas con la naturaleza y Dios como testigos, reunidos con la gente que amamos...—mi voz se quebró en llanto— aquí frente a todos, te digo que te amé, te amo, y te amaré por siempre...

No podía parar de llorar.

—Yo, Sofía Roberts, estoy aquí para unir nuestro gran amor, al igual que nuestras almas, con la naturaleza, y Dios como testigos...—también rompió en llanto—por otra parte, estoy ansiosa de que podamos empezar este capítulo en nuestra vida.

Nos colocamos el anillo de bodas lentamente mientras sonreíamos.

El sacerdote nos ató las manos y tocó una campanita.

—Yo sé que apenas comienza una nueva etapa de nuestras vidas, pero quiero que estés a mi lado, por que eres la luz en mi oscuridad, mi camino, eres alguien muy especial, y que Dios bendiga nuestro matrimonio...

Varias de nuestros amigos irlandeses se unieron a nosotros para darnos sus buenas vibras para nuestro matrimonio y luego pasaron frente a nosotros, Jahel y su esposa, Priscila.

Al principio, Jahel quería pasar, pero tenía pena.

Sin embargo, lo tomé del hombro y lo atraje hacia nosotros.

—Amigo mío, yo te deseo lo mejor, que por fin puedas ser muy feliz, y que la hagas muy feliz, me siento muy orgulloso de ti...—Jahel se contuvo el llanto.

Lo abracé con fuerza.

—Gracias, amigo mío, ojalá que tu y tu esposa cumplan muchos años juntos...—Le sonreí—, ¡Ya, llora, amigo, no eres una piedra!

Ambos lloramos juntos.

—Deseo que cumplan muchos años juntos, y que siempre esté viva la llama del amor, nueva amiga Sofía... —Priscila nos abrazó con fuerza.

El padre nos dio una bolsita con el cordón nupcial.

— ¡Ahora, como lo dicta la tradición, puede besar a la novia! —Exclamó el sacerdote.

Ambos nos tomamos de las manos y nos fundimos en un cálido beso en los labios...

Todos los presentes comenzaron a gritar y silbar de la felicidad mientras tocaban instrumentos alegres.

— ¡Bueno, chicas, vengan todas, voy a lanzar el ramo, a las tres! —Exclamó Jimena mientras un tumulto de chicas esperaba aquel lanzamiento.

Sofía y yo comenzamos a contar, y al terminar, lo lanzó hacia atrás con fuerza, lo tomó Priscila.

—¡Mio! —Bromeo Priscila, sin embargo, se colocó en el lugar de la novia y lo volvió a lanzar, dando en Marion, una de las chicas

Luego de la fiesta, nos quedamos a dormir en una villa cercana.

—Finalmente, ambos estamos casados, y a unos meses de tener un hijo, o... hija...—Le sonreí dulcemente mientras me quedaba mirando por el balcón.

— ¡Estoy muy emocionada, además de que vas a estar conmigo, lo vamos a lograr juntos! —Exclamó mientras se levantaba a mi lado y nos fundíamos en un tierno beso.

—Deberías estar descansando, no quiero que te hagas daño...—Acaricié su cabello suavemente.

—No puedes impedírmelo, soy un alma libre, aunque embarazada, necesito hacer cosas para no desacostumbrarme...

Me besó en el cuello, mi punto más sensible.

—Oye, no me hagas esto...

Comenzó a poner esa carita tan dulce que la caracterizaba, y lo curioso es que seguía funcionando.

Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora