IV. El frío del olvido.

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— ¿Qué fue lo que pasó? —Me preguntó Jimena.

De pronto, apareció el médico.

— ¿Qué sucede, doctor? —Le pregunté de mal talante.

—Su esposa está pasando por la segunda etapa de la enfermedad, actualmente, que se empezará a dar pronto, con los primeros cambios psicológicos, ella lo va a ir olvidando, se pondrá más agresiva...

—Mas agresivo me voy a poner yo si no se va de aquí, eso debe ser una broma del hospital, ¿cierto? —Le pregunté un poco más enfadado.

—Señor, comprendo bastante bien lo que está pasando, pero no se puede hacer mucho más, su esposa perderá la memoria...

Acaricié sus mejillas suavemente, sin embargo, me apartó de forma agresiva.

— ¿Quién eres tú! —Me preguntó Jimena—¿Don...?

—Soy tu esposo, mi nombre es Daniel Martínez, y estoy aquí para cuidarte siempre.

Jimena comenzó a llorar mientras la abrazaba con fuerza.

—Cuando termines nuestra historia, quiero que me mates...—Me pidió.

— ¿Qué cosas dices? —Le pregunté envuelto en lágrimas.

—Lo que oíste, y si lo tengo que firmar, lo haré, no me importa...—Me explico.

No creía lo que estaba diciendo, sin embargo, estaba completamente decidida y era lo que más temía de ella, su seguridad a pesar de estar en esa condición.

Tomé unas hojas y comencé a redactar lo que me pidió.

—Dame mi identificación, lo voy a firmar... —Me pidió dulcemente.

—No puedo dejar que mueras, no así...—Le pedí envuelto en lágrimas.

—De alguna manera debes hacerlo, lo prometiste hace muchos años. —Me respondió.

Aquellas palabras me sorprendieron.

—¿Cómo es posible?, yo jamás diría que sí a algo así, lo juro...—Le mencioné.

—Sigue leyendo para mí, solo hazlo...—Me pidió a regañadientes mientras firmaba con su último momento de lucidez.

Volví a narrar para ella.

Continuación 8 de septiembre.

La sostuve en mis brazos y comenzó a llorar.

—Chst...tranquila, estás conmigo. —Le di un beso en la frente.

—Nunca había llorado por un raspón de esta manera...—Se alejó asustada.

Tomé sus manos mientras me miraba a los ojos.

—No está mal que llores, va a ser natural que te caigas muchas veces, igual que en el baile, pero debes aprender a levantarte. —Toqué su corazón.

Me tomó del cuello y me tiró al piso mientras me abrazaba dulcemente.

—Bésame...—Me pidió al oído.

La uní lentamente a mis labios. Sin embargo, antes de poder besarla, escuché la voz de una persona llamando a Jimena.

—¿Y ahora que pasa? —Preguntó de mal talante.

—Es mamá. —Mencionó el niño entre lágrimas.

Trepó rápidamente el muro, se tapó la herida y corrió con aquel chico.

—Déjame ir contigo, por favor. —Le pedí.

—No puedo, mis padres te matarían...—Me respondió con lágrimas en sus ojos.

Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora