XX. ¿Morí?

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"¿Qué encontraríamos en el libro?" Me preguntaba.

Fuimos encendiendo las antorchas de un enorme pasillo oscuro.

— ¿Esto tiene tu misma edad? —Le pregunté con curiosidad.

Soltó una risa.

— Lleva desde que yo nací, mi madre me contó una vez que sería la heredera de toda su medicina herbal y procedimientos médicos...—en su voz se sentía un enorme pesar—, pero al morir, ya no pude acceder a este cuarto, lo encantó para que ningún fantasma lo pudiera tomar así de fácil.

—Entiendo, vaya que era una mujer muy inteligente, y ahora estás tu para continuar con su legado...

Tomó el libro en sus manos y comenzó a hojearlo.

— ¡Mira todo este conocimiento encapsulado en una sala! —Exclamó llena de alegría.

Pusimos un poco de fuego en un candelabro y comenzó a leer aquel libro, escrito en un idioma que desconocía mientras yo me asustaba de las máscaras que estaban colgadas por todo el lugar.

—¿Qué son estas máscaras? —Le pregunté temerosamente.

—Mi madre estuvo pasando por varios contagios de enfermedades distintas, sin embargo, ella creía que le protegían. —Me explicó mientras seguía leyendo.

Estaba sorprendido.

—¿Crees que podrías enseñarme a leer lo que hay en las páginas? —Le pregunté tímidamente.

Asintió dulcemente.

—Pero antes, debemos de curar a tu exnovia. —Me respondió con una sonrisa—, y si no me falla la vista, también tengo un remedio para expulsar a Jennefer de tu cabeza para siempre.

—Podemos hacerlo juntos...—Tomé un cuaderno vacío y comencé a traducir con su ayuda la receta.

Al anotar las recetas más importantes comenzamos a prepararlas juntos.

Luego de unas horas, preparamos los elixires puestos en frascos de cristal.

—Por lo menos no son recetas con elementos difíciles de encontrar...—Mencioné.

—Ni lo menciones, existe una receta que necesitas acónito, pero ese elixir es demasiado tóxico, y si no llevas la ropa adecuada podrías morir... —Me explicó.

—Trágico, pero esclarecedor, cuando estés lista, vamos a dejarle el elixir a Jimena...

—Tienes razón, seguiremos hablando cuando lleguemos a casa...—Me respondió mientras tomaba una mochila y guardaba la botella de Jimena.

—Vamos, chica, a la granja de Jimena.

Le susurré a mi yegua, quien arrancó rápidamente.

— ¡No me falles!, Sol, ¡tenemos que ganar la carrera!

Exclamaba Sofía.

—Eres imparable, Luna...—Aceleró con más fuerza.

Luego de cabalgar por unos minutos, llegamos a casa de Jimena.

Sofía saltó con el caballo la valla antes que yo.

— ¡Te gané! —Exclamó entre risas.

Luna saltó la valla y desmontamos rápidamente.

—Solo me ganaste por muy poco... —Le mencioné.

—Más suerte para la próxima.

Me dio una nalgada y yo respondí con un suave beso en los labios.

Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora