VI. Noche de luna llena.

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—Es un hermoso baile, ¿no crees? —Me preguntó una voz que desconocía.

Al volver la vista hacia mi derecha, apareció una persona, una mujer.

—Tienes razón—sonreí—pero ¿Quién es usted?

Le pregunté mientras miraba aquel rostro joven y dulce.

—Soy Diana, una fantasma—una lágrima bajó por su mejilla—, yo recuerdo este hermoso baile como si hubiera sido ayer, pero, llevo tanto tiempo sin bailar...

Suspiró.

—¿Cómo es posible que nos podamos ver? —Le pregunté mientras en mi cabeza aparecía una idea.

Me miró con aquellos ojos fantasmales brillando a las luces brillantes del teatro.

—Ven conmigo, antes de que se acabe la pieza, esta parte es cuando muero...—Me tomó de la mano y nos teletransportamos a la pista.

—Yo no sé bailar...—Bajé la cabeza.

—Relájate, déjate llevar. —Su espíritu se metió dentro de Jimena y yo me transformé en un chico vestido de forma elegante.

La tomé de su espalda suavemente mientras movía de forma inconsciente mis pies y brazos al ritmo de aquel vals. Me quedé abrazado a Jimena mientas mis mejillas se sonrojaban tanto.

Aquellos instrumentos me hacían sentir una profunda combinación de tristeza y alegría mientras movía su espalda de derecha a izquierda suavemente con el ritmo de aquella canción.

Los instrumentos tocaron su última nota mientras me quedaba abrazado a ella.

—Gracias, por este momento...—Me tomó de la mano y me devolvió al cuerpo mientras lloraba.

—¿Estás bien, Daniel? —Preguntó Jahel.

—Si, es solo que cuando baila Jimena...—Suspiré.

— ¡Por dios, amigo! —me dio un codazo—estoy seguro de que ustedes dos son algo fantasmal.

Aquellas palabras me hicieron reír nerviosamente.

—Son tonterías, ¿Cómo es posible que una persona pueda ser un fantasma? —Le pregunté mientras volteaba y miraba a Diana, quien estaba a mi lado.

Observamos como el hombre trajeado sostenía de las caderas a Jimena para que no se cayera.

Todos aplaudimos al unísono.

Diana se desvaneció en el aire mientras escuchaba su dulce voz.

—Gracias a los dos, puedo descansar finalmente, ve y busca su diario en su lugar favorito, que sus recuerdos no se pierdan con el tiempo...

Presente.

—¿Qué? —Pregunté en voz baja.

—¿Qué sucede, mi niño? —Preguntó Jimena con su dulce voz comprensiva.

La luna llena apareció en el horizonte lleno de nubes y sus rayos penetraron a la fría habitación.

De pronto, aquella luz transformó mi piel en algo fantasmal, era intangible.

—¿Amor? —Preguntó envuelta en llanto— ¿Dónde estás?

Jimena no paraba de llorar mientras su cuerpo se iba desvaneciendo

—No temas, mi dulce amor, volveré y te contaré tus historias...—La abracé mientras aparecía el espíritu de mi padre.

— ¡Debes ir por su diario, apresúrate!

Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora