XXXIV. ¿Perdí?

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—Mi amor, ¿estás bien? —Me preguntó Jimena.

—No, mi hija se ha ido, ahora estamos tu y yo, por el capricho de mi padre...

Rompí en llanto mientras miraba hacia la aldea.

—Ven conmigo...—Le pedí mientras tomaba una capa y me transformaba en fantasma.

Sobrevolamos cada parte del pueblo.

— ¡Lilia! —Gritaba con fuerza mientras buscaba en Hope Valley.

No había ningún rastro.

Volamos hacia Bamford.

— ¡Lilia! —Gritó Jimena sin éxito.

— ¿Alguien ha visto a mi hija? —Le pregunté a los habitantes.

—No hemos visto a ninguna niña por aquí, lo siento, Bright...—Me respondió un aldeano.

—Gracias...

Bajé la cabeza mientras iba a la taberna.

—¿Alguien de ustedes ha visto a mi hija, Lilia? —Les pregunté a todos.

Tuve la misma respuesta, un rotundo no.

— ¿Qué más podemos hacer? —Me preguntó Jimena, estaba preocupada.

—Esto no se va a quedar así, la voy a buscar por todo el mundo, y no voy a parar hasta encontrarla.

—Ese es el Daniel que yo conozco.

—Ya no soy Daniel Martínez, mi nombre y apellido real es Bright Apple, pero juro que moveré cada piedra del mundo si es necesario...

Me robó un beso al cual correspondí.

—Buen, Bright Apple, ¿Cuál será nuestro primer lugar que visitaremos?

Preguntó.

—Revisaremos Rumania, es el siguiente lugar en la lista.

Jimena respondió con un suspiro mientras sacaba de mi bolsillo aquella lista que hicimos cuando nos hicimos amigos en

31 de diciembre 2005.

—Siento mucho lo que le pasó a tu hija. —Expresó Jimena con timidez.

—Aún todavía puedo sentir que está a mi lado, pero ya no está...

Me quedé mirando el cielo nocturno con la noche alumbrando la sala.

Rompí en llanto mientras veía una hermosa estrella fugaz cruzando el firmamento.

—Desearía que, aunque fuese solo un día volver a ver su hermosa mirada...—Murmuré mientras me sentaba a llorar profundamente.

—No sabía el daño que te causé, lo siento tanto, lobito...

Me acarició el cabello.

—No fue tu culpa, fue la de mi padre, quien decidió darte una oportunidad, debía dejarte descansar...—Le confesé envuelto en llanto.

—Él me comentó que lo hizo porque te amaba, no quería dejarte solo, pero tampoco me podía dejar morir debido a que, si lo hacía, desaparecería sin dejar rastro, como si nunca hubiera existido.

Intentó explicarme con una sonrisa.

—Me quitó a las dos personas que más amaba en la vida, a mi hija y a mi Sofía...—Bajé la cabeza.

—No encontró otra forma... —Me respondió mientras Priscila me abrazaba con fuerza.

—Mi vida ya no tiene sentido, he perdido a todas las personas que amo...—Rompí en llanto mientras me arrodillaba.

De pronto, escuché unos pequeños pasos acercándose.

—A mí no me has perdido...

Mencionó una voz familiar mientras lloraba, era...

— ¿Lilia? —Pregunté.

¿Continuara...?

Tengo Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora