Al detener el auto en la entrada, una ola de policías estaba a punto de arrestarme con pistolas en mano.
—¡Esperen, por favor, es mi esposa, que está a punto de dar a luz! —Exclamé mientras uno de los médicos corría hacia el auto y encontraba a Sofía.
Llamó a los médicos mientras uno de los policías me ponía las esposas.
— ¡Queda usted bajo arresto por violar el límite de velocidad!
— ¡Por favor, necesito estar a su lado! —El llanto brotó de mis ojos.
—Está bien...—Gruñó el policía, la próxima vez tenga cuidado.
Le di un fajo de billetes.
—¡Disculpe la molestia, repártalo con sus compañeros...!
Exclamé mientras corría hacia la sala donde iba a estar Sofía.
Toqué la puerta.
— ¿Vas a asistirla en el parto? —Me preguntaron las doctoras.
—Por supuesto, es mi deber —Respondí.
—Si atiendes nuestras indicaciones, será más rápido juntos.
Asentí con el rostro.
Comencé a tomarla de la mano suavemente mientras Sofía sentía una contracción.
—Gracias por estar aquí, lobito...—Respondió con dificultad.
—Era lo que más deseaba, tú puedes, luna de plata...
La animaba poco a poco mientras sostenía su mano.
—Te amo tanto, Bright...—Seguí acariciando sus manos mientras seguía con las contracciones.
Poco a poco, el cielo se nubló y cayó sobre la ciudad una enorme tormenta.
— ¿Ya viste, mi amor? —Le pregunté dulcemente—, a nuestro hijo lo recibe la lluvia, será un gran nadador, o... nadadora.
Al decir aquellas palabras comenzó la segunda etapa del trabajo de parto, poco a poco se iba asomando la cabeza del bebé por la vagina de Sofía.
—Estás cerca, mi amor, puedes hacerlo...—Le sonreí.
Tomé su mano con fuerza.
—Puja, solo puja y déjala salir... —El llanto brotaba de mis ojos.
Luego de otro intento, nació finalmente una hermosa niña, Sofía y yo rompimos en llanto mientras salía la placenta y le cortaban el cordón umbilical.
Una enfermera la envolvió con una sonrisa.
— ¡Es una niña! —Exclamó mientras la bebé comenzaba a llorar.
Sus pulmones eran fuertes.
—¿Cómo la llamaremos? —Me preguntó Sofía.
—Lilia Apple. —Le sonreí.
—Tienes buen gusto para los nombres, me gusta...
Sonrió dulcemente.
Me dieron a Lilia en brazos.
—Que hermosa eres, Lilia, tanto como tu madre...
Derramé unas lágrimas en ella.
— ¡Vine lo más rápido que pude...! —Exclamó Jahel, quien venía con su esposa.
—Espera, deja que la alimente...—Le pedí con discreción mientras nos acercábamos a las ventanas.
—Felicidades, hermano, lograste tener una familia, ojalá poderla conocer pronto.
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Tengo Miedo a Perderte
RomansaDaniel Martinez, es un hombre sumido en la tristeza al descubrir que el amor de su vida tiene Alzheimer y poco a poco lo va a ir olvidando. Sin embargo, esta curiosa pareja tiene un secreto sobrenatural... ******************* Ella ha escapado de var...