𝟞𝟚

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– ¿Shuji está aquí? –Giraste la cabeza logrando ver sólo una parte de la espalda del castaño, trataste de darte la vuelta por completo dando pequeños saltos junto a la silla. Sin "querer" diste un salto lo necesariamente fuerte como para lograr romperla al chocar con el piso, y agradeciste que la silla no fuera de material tan resistente.

Akiro al escuchar el sonido de la madera romperse, volteó y se dirigió a ti preocupado, estabas tirada de lado en el suelo; del objeto dónde antes te encontrabas sentada, sólo quedaban las patas delanteras atadas a tus piernas y tobillos, y parte del espaldar que seguía amarrado a tus brazos. El asiento se había roto por la mitad, una salió volando al momento de romperse junto con las patas traseras, y la otra seguía aún pegada las patas delanteras.

– Amor, ¿Estás bien? Debió ser una caída dolorosa. –Te alzó por un brazo para dejarte parada a su lado, al soltarte te tambaleaste un poco por los tobillos atados, lo miraste.

– Creo que ya puedes desatarme. Sin silla ya de nada sirve, ¿Verdad? –Dijiste manteniendo la calma mientras mantenías la vista hacia el suelo, a pesar de no dar tantos saltos, para tu estado actual fue realmente crítico. Tu respiración se aceleró y tenías la nariz tapada, pésima combinación. Respirabas por la boca con una pequeña abertura que habías dejado entre tus labios, el castaño sonrió ansiosamente al notar por el rabillo del ojo la presencia del llamado anteriormente. Te tomó de la nuca desprevenida y acercó sus labios forzando un beso desesperado, abriste los ojos a más no poder, forcejeabas para separarte de él; inclinabas la cabeza hacia atrás pero la mano contraria no te dejaba.

– ¡Qué carajos haces, maldito! ¡El único que la puede besar soy yo! ¡Aléjate si no quieres que te mate! –Furioso, el bicolor aun con la sangre en su cabeza, rasguños presentes en su cuerpo, y también atado, entró junto a dos chicos más a la habitación; los cuáles se fueron luego de cumplir con la petición de su jefe. Al oír su voz no evitaste sentir cierto pánico por lo que pueda imaginar el alto al verte así.

El castaño a pesar de los gritos y amenazas de Hanma no se separó de ti, se abrió paso con su lengua introduciéndola en tu boca, frunciste el ceño asqueada y la mordiste logrando que al fin se separara. Al instante escupiste al suelo consecutivamente para desvanecer el sabor que había dejado el chico. Akiro soltó un quejido por su lengua mordida, habías conseguido hacerlo sangrar un poco.

– ¡Basta con ésta mierda! –Hablaste enojada y con la respiración entrecortada, el castaño prestaba más atención a su lengua adolorida que lo que sucedía cerca de él, y el alto a sus espaldas movía de manera extraña sus manos, como si estuviese ansioso–. No quiero que me vuelvas a tocar, ¿De acuerdo? ¡Y ya quítame éstas malditas cuerdas coño! ¡¿Qué tanto les cuesta entender que si no quieren estar con ustedes tienen que dejar de joder?!

– Pero amor... –Dijo saliendo de su pequeño trance.

– ¡Amor nada maldito loco! ¡Ya me tienes hasta la puta madre! –Dirigiste tu mirada a tu pareja y éste te hizo una seña que pasó por alto de la atención del castaño–. ¡Y tú, Shuji! –Alzaste más la voz a pesar del ardor en tu garganta. El mencionado te miró en silencio–. ¡Te voy a matar por casi hacer que muera Baji! –El mayor de estatura desvió la mirada rápidamente–. ¡Pero antes de eso, haz algo y sácame de aquí de una buena vez! –Al oír aquellas palabras el alto sonrió burlonamente.

– A tus órdenes♡ –Luego de hablar, se notó cómo las cuerdas que ataban sus manos cayeron al piso, las fibras de éstas se iban desvaneciendo de a poco a causa del fuego que provocó con el encendedor del chico. Gracias a tus gritos pudo encender el fuego sin que se notara el sonido comúnmente que se presentaba cuándo se ponía en uso. Aún le faltaba desatar sus piernas, para ello, con una rápida pasada del fuego saliente del encendedor fue suficiente; con sus dedos desgarró las pocas fibras que se mantenían uniendo la cuerda.

Akiro notó la liberación del alto y no pudo evitar estremecerse al ver su mirada: "Morirás" Es lo que los ojos del contrario le trasmitían. El bicolor sonó los huesos de sus dedos y cuello a la par que caminaba a un paralizado castaño. Se podía notar la sed de sangre de Hanma en el aura que emanaba éste.

– ¿Ya no eres fuerte, Fujiwara Akiro? –Con una sonrisa sádica en labios–. Te destruiré, a ti y a tu hermana. –Te miró de reojo–. Voltéate. –Hiciste caso, la presencia de la presión de tus dedos desapareció, Hanma había desatado éstos, y después sentiste cómo en tu mano derecha el bicolor dejaba el encendedor–. Desátate mientras termino con éste patético imbécil.

Terminó de hablar para acercarse al otro chico, pero éste pudo esquivar a Hanma, salió corriendo de la habitación, el bicolor sin dejar de sonreír decidió seguirlo; su presa estaba huyendo y tenía bastante hambre cómo para dejarla escapar. Antes de salir y dejarte, te dio un beso en la frente para luego decir:

– Me alegra que estés bien. –Y sin más se fue. No pudiste evitar sonreír, aunque te seguía molestando lo que te había dicho el otro acerca de él.

Al verlo salir corriendo de lugar, rápidamente encendiste el objeto avivando el fuego que éste producía, sentiste cómo el fuego iba aflojando el amarre de la cuerda, bruscamente apartaste tus manos la una de la otra, rompiéndola por completo. No esperaste más y seguiste con el amarre de tus piernas y tobillos, al estar completamente libre, guardaste el encendedor y saliste del lugar en busca del alto. Corriste por el pasillo de aquel lugar memorizando cada detalle de él, por alguna razón se te hacía familiar cada vez que veías algo nuevo.

En el camino te habías encontrado con uno que otro chico que intentaba detenerte, pero pudiste hacerlos comer el polvo luego de unos golpes; sin embargo, eso te estaba cansando. No habías encontrado a Hanma y ya casi no tenías fuerzas, abriste una puerta abriéndote paso a una nueva habitación del lugar, un arrebato de debilidad se apoderó de tus rodillas al ver a un gran comedor de paredes decoradas con unas gruesas líneas de color amarillento, que antes era blanco pero con el deterioro fue tomando ese color, y azul claro.

Unas cuantas lámparas colgantes recubiertas de óxido y polvo se encontraban esparcidos por el gran sitio, algunas colgadas del techo y otras tiradas en el piso, había unas cinco alargadas mesas de madera de color oscuro y antiguas llenas de polvo y fragmentos de vidrios y otros materiales rotos. Al final del comedor se podía presenciar un enorme reloj pegado justo a unos centímetros debajo de dónde terminaba la pared con una sola manecilla y con el cristal roto.

Mirabas cada rincón del lugar con pequeñas gotas de sudor en tu frente, aquel comedor se parecía a dónde antes comías, esas grandes lámparas, aquellos colores, esas mesas, el reloj, todo era igual; no sólo ése sitio, todo lo que habías recorrido hasta ahora te lo recordaba. Ya lo habías entendido, habías vuelto a dónde pasaste tus peores años.

– Esto es... –Tragaste saliva sin dejar de mirar el lugar aterrada.

– Bienvenida nuevamente a tu hogar, ______.

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Espero les guste~

Gracias por el apoyo♡

𝔻𝕚𝕠𝕤𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝕄𝕦𝕖𝕣𝕥𝕖 [Hanma Shuji x T/N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora