𝔻𝕚𝕠𝕤𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝕄𝕦𝕖𝕣𝕥𝕖 [Hanma Shuji x T/N]

𝟝𝟚

– ¿Qué te pasa? –Cuestionó Hanma.

– Hueles bien. –Dijiste separándote del contrario.

– Vamos a ver a Kisaki, tengo que estar presentable. –Reíste leve por su tono serio.

– Perdona pues, ¿Tan importante es? –Asintió–. Oh, vale... Ehh, ¿Nos vamos de una vez?

– Si quieres, ¿No terminarás de verlo? –Señaló en dirección a la serie.

– No. –Quitaste a Shun de tus piernas y lo acostaste en tu puesto ya que te habías levantado–. No quiero que se haga tan tarde.

– Está bien. –Se levantó del mueble y tomó el control para cambiar de canal.

– ¿Lo dejarás encendido?

– Sí, así la bola de pelos podrá distraerse con algo.

– ¿Qué vas a poner? –Caminaste a la habitación para buscar tu teléfono.

– Tom y Jerry. –Alzó su tono de voz para que lo oyeras desde el cuarto.

– ¿No crees que eso motivará a Shun, de cierta forma, a destrozar tu apartamento? –El bicolor miró al felino unos segundos y volvió su vista al televisor.

– No importa, cualquier cosa que rompa lo pagas tú. –Dejó el control encima de la mesa de centro.

– No lo haré. –Hablaste mirando tu teléfono, te dirigiste a la entrada y el chico te siguió–. Haruki te manda saludos.

– Dile que no me moleste. –Tomó las llaves que se encontraban en un estante cerca de la puerta provocando un ruido metálico.

– También mencionó que tenía una sorpresa para ti.

– Mándale saludos también♡ –Reíste y le diste paso al alto para que pudiera abrir la puerta, así lo hizo, dejándote salir primero. Caminaron hasta el ascensor y presionaste el botón para que subiera–. ¿Qué tiene Haruki para mí?~

– No sé, no me dijo. –Lo miraste de reojo–. Tu perfil es bonito. –Volviste la vista al frente.

– Todo en mí es bonito♡

– Menos tu ego. –Le diste una leve patada en la espalda para que entrara al elevador que había llegado, entraron en silencio, no estaban solos. En el sitio se encontraban dos niños y una señora, los niños al ver a Hanma entrar se acercaron a él y le empezaron a hablar.

– ¡ERES MUY ALTO!

– ¡¿TOMASTE LECHE TODAS LAS NOCHES?! –Parecía que el niño se fracturaría el cuello por ver a Hanma.

– No, tomé cerveza. –La señora y tú se ahogaron con el aire al escuchar su respuesta. Aunque en tu caso fue por aguantarte la risa.

– A mí mamá no le gusta, dice que por su culpa papá se fue.

– ¿Por eso o porque tú eras un fastidio? –Preguntó tranquilamente. Tú solo te quedaste callada.

– ¿E-es mi culpa? –Los ojos del niño empezaron a cristalizarse.

– ¡Lo estás haciendo llorar!

– Los que lloran no se vuelven millonarios. –Dijiste apoyando tu espalda en el espejo del ascensor.

– ¿¡Si no lloro me haré millonario!? –Pasó sus manos por su rostro quitando rastro alguno de lágrima.

– Claro que no. –Habló Hanma–. ¿Quieres saber cómo te harás millonario? –Ambos niños asintieron y el bicolor se agachó para estar a su altura y le susurró algo a los dos en el oído, al volver a su postura normal los niños se miraron entre sí y dirigieron la vista a la señora que estaba de espaldas.