EL JUEGO ERÓTICO DE LA BESTIA

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Capítulo 11:

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Capítulo 11:

Los humanos son tan frágiles, que caen muy fácilmente en sus bajos instintos

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Los humanos son tan frágiles, que caen muy fácilmente en sus bajos instintos.

Kagome no es la excepción.

Su sueño empieza a perturbar su dormir, está sobre las caderas de aquél hombre desconocido, cuyo rostro no es visible, pero que posee un cuerpo bien dotado. En aquel mismo sitio donde lo vio por primera vez en aquella noche de luna llena. Recostados sobre un tronco de un árbol.

Están desnudos.

Un miembro dotado y duro entra en su interior. Ella gime, sintiendo su grosor como si fuera real.

Pidiendo más y más se mesea a ritmo acelerado. Sujetándose de los hombros de aquél desconocido y él sosteniendo su equilibrio por la espalda. Mientras se comen a besos.

—¡Ah, ah, ah!— grita gimiendo de placer. —¡Por favor no pares!. Suplicante de manera desesperada.

El desconocido pierde el control y la penetra tan salvaje y dolorosamente que destruye su interior. Sangra. ¿A caso ella había perdido la virginidad con un desconocido?

Si, y lo está disfrutando como nunca creyó que en su vida pudiera sucederle.

Yako sabe que su efecto había funcionado, la chica está llena de orgasmos por el recuerdo de Sesshomaru, pues bien sabe que le causa curiosidad, la Bestia conoce perfectamente a su presa, más de lo que se conoce así misma  y es algo perturbador.

Ella sigue soñando. Con mordidas y gemidos que tal vez no sabía que pueden salir de su boca, llenos de placer y lascivia.

Mientras la bestia prueba de la sangre que lo ha hecho perder el control, saborea por segunda ocasión aquel líquido coajuado

Lame hasta que la herida está casi limpia. Pero ella corre peligro por el veneno y los microbios que hay en su osico.

—¡Pará!— exige Sesshomaru, indignado por como la Bestia invade el cuerpo de la humana.

«¿Por qué debo hacerlo si yo soy el ser dominante?».

—La chica no te pertenece.

«¿Y a ti?»

El reclamo se marchó, asi como llegó. Deseaba que así fuera.

La Bestia se ríe.

«Ustedes los humanos son tan raros y predecibles»

—¡No todos!.

Unos sonidos agudos salían de la boca de la chica. —¿Qué le haces?
Preocupado por aquella mujer dormida, con el rostro triste pero complaciente así misma. No podía llamarla Bella durmiente porque en su rostro hay pena y tristeza, a pesar de los gestos de placer, predomina la melancolía en aquel bello rostro de porcelana y carmín.

«¿A caso no es obvio?, La he inducido a un sueño que está disfrutando»

Sesshomaru quiere saber con qué o quién está soñando la humana.

Y la Bestia lo sabe...

«¿Tienes curiosidad, no es así?»

No, sólo déjala en paz y viva.

«En paz no, viva sólo por un tiempo». 

Sesshomar se molesta al escucharlo y también teme por la chica.

La Bestia volvió a depositar su lengua sobre la rodilla de Kagome y esta vez también le clavó ligeramente los colmillos.

La chica no puede quejarse o llorar el sueño es más poderoso y  lo usa a su favor.

Un ligero hilo de sangre brota nuevamente y Yaki bebé subcionando, sintiéndose más fuerte y con más poder. Fortaleciendo sus músculos. Es una droga esa mujer.

El amanecer esta casi por llegar y Yako debe marcharse.

Mientras que el sueño de la humana desaparecía poco a poco hasta que despertase, con la ropa interior mojada, sintiéndose avergonzada por sus propios sueños y los actos involuntarios de su cuerpo.

Despertó asustada. No por la Bestia, se marchó rápidamente, sino por ese sueño tan sabroso y casi real.

—¡Cómo quisiera coger!— dijo así misma entre dientes, limpiando el rostro por las chinguiñas y la baba seca de la comisura de sus labios. Y entonces fue cuando sintió aquel dolor punzante en la rodilla. —¡Auch, duele!— intento tocarse pero el ardor era muy fuerte. —¡Jamás creí que mi herida sería de esa magnitud!.

La niña la escucho y echo a llorar cubriéndose el rostro haciéndose un obillo. —¡Lo siento!.

—No fué tu culpa— intentando levantarse, pero su cuerpo está más cansado y débil de lo habitual.

«¿A caso será por aquel sueño erótico?», pensó aturdida. La había dejado exahusta a pesar que fue un simple y miserable sueño.

Inhaló profundamente e intento hacerlo nuevamente, con el cuerpo pesado se ha levantado para consolar a Rin. No puede incarse para abrazarla así que la anima a levantarla haciéndole cosquillas.

La niña ríe.

—¡Los accidentes pasan!. Deberíamos irnos, para que no vuelva a suceder y la noche nos llegue.

—Es cierto...

Se sostuvieron de la mano, marchandose a la aldea, dónde la anciana Kaede las espera con angustia y miedo.

Mientras que su mente sigue presente su sueño y el ardor sigue presente, aunque no le preocupa. Ya nada le importa, ni tiene sentido. ¡Sabe que las desgracias siempre ha vivido! Una mancha más a la cebra no le hace daño. Acostumbrada a su vida miserable llena de decepción, pero no duda que lo disfruto, la evidencia mas clara está en su entrepierna.

—¡Ojalá se hiciera realidad!— se habló así misma que casi olvidó que una niña la acompaña.

La escucho.

—¿De qué hablas?— la miro con curiosidad. No te entiendo.

Kagome seguramente no sabe qué decir. Una sonrisa tímida sale de su rostro, con las mejillas coloradas.

—¡Ojalá se hiciera realidad que pueda recolectar fresas!. Son mis favoritas.

 Son mis favoritas

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