Es el gran enemigo principal de las aldeas.
Sanguinario y despiadado es aquella Bestia que ronda por las noches y los días, pero todo cambia cuando conoce a la chica del futuro que llegó del pozo de los deseos. Dicen que es la salvación. Y tal vez...
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Capítulo 12:
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La vida en las aldeas han sido muy difíciles desde que está la Bestia, pero un sentido de supervivencia es lo que necesitas para no morir entre las garras de Yako, y Kagome lo sabe, ocultarse en la cueva era la mejor opción, pero detesta la sensación que ahora percibe.
«¡No debí quedarme dormida», «¿Por qué soñé con aquel desconocido?», «¿Por qué me gustó?». «Y ¿Por qué quiero experimentar esa sensación nuevamente?». Se exita al recordar aquel sueño erótico. «A pesar que me siento terriblemente mal físicamente», sus pensamientos la están haciendo añicos.
Tanto que no ha puesto atención a las palabras que ha dicho la pequeña niña. Tuvo que gritar para que saliera del transe mental.
—¡Kagome te estoy hablando!— repitió sus palabras.
—¡Eh!— sobresaltandose del escándalo de aquella voz. —¿Qué sucede?— el corazón le late desvocado.
Colocó sus manos sobre el corazón y dió un suspiro.
—¡Te digo que hay que debes darte un baño!
La humana no le gusta la idea, alguien podría verla y espiarla como lo había hecho y es algo espeluznante, porque si ella con sus deseos carnales al ver aquel desconocido en el lago quedaron a flor de piel siendo una mujer, no dudaría que el pensamiento de un hombre sería más sucio e incontrolable al grado de la violación.
—¡No es necesario Rin!
—Se te infectara la herida, sino lo hacemos pronto.
—¡De verdad estoy bien!
Asegurar algo que bien puede ser una mentira es inaceptable, pero lo curioso es que no siente dolor ni ardor, sólo una punzada como si le hubieran picado con una geringa.
Pero la niña es bastante rmpecinada, por obvias razones no desea que la chica muera o quedé débil, es la salvación de su pueblo. La sostuvo de la mano intentando jalar su cuerpo hacia la ubicación del lago, pero Kagome es alta y con más peso que la niña de ocho años, débil y más delgada que aquella otra. No tuvo la fuerza para lograr moverla de la posición donde se encuentra. Así que resbaló y cayó de nalgas al suelo tierroso, echándose a llorar desconsoladamente por el dolor, cubriendo su rostro.
La chica odia el llanto... En especial cuando son producidos por niños, le causan estrés. Así que decidió consolar a la niña.
—¡Está bien, vamos al lago!.
El llanto de la niña desaparece repentinamente, dibujando una sonrisa en su rostro.
Marchandóse rumbo al lago, la chica espera que no sea el mismo lago donde encontró al desconocido, porque quizás estaría por ahí y se moriría de vergüenza si lo llegaría a encontrar, por supuesto que no vio su rostro con precisión pero posee una cabellera muy caracteristica.
Dió un suspiro agobiante y continúo caminando con pesadez, sostenida de la mano de la pequeña Rin que canta con entusiasmo una melodía que desconoce.
Sin embargo no le importa escucharla.
Después de media hora han llegado y por fortuna no es el mismo lago este está rodeado de otros estilos de árboles.
Ella miro todo lo que sus ojos podía percibir al parecer todo está vacío. Eso le dió algo de confianza.
Rin soltó la mano de la chica y la miro sonriente. —¡Hemos llegado!
—Solo espero que no esté fría. Aunque eso es inevitable.
Te acostumbrarás con el tiempo...
Ambas se sonrieron.
Kagome se coloco sobre la orilla del lago y se descalzo el pie quitando su calceta larga y lo metió ligeramente al agua.
Está fría pero es soportable.
Continúo con el otro pie, la falda escolar verde se deslizó entre sus piernas y cayó en el césped, siguió con la tanga rosa, la blusa del uniforme con franjas verdes y blanco el paliacate rojo se desató y por último el brasier que hacía juego con la tanga rosa. Ahora está perfectamente desnuda y hermosa. Miro a Rin y se sintió avergonzada, intentando cubrir sus partes con las manos.
—¡Que no te dé pena, tenemos la misma anatomía, sólo que el mío es versión pequeño.
—Es cierta tu lógica...
No pudo evitar sonreír.
—¿A qué hora te vas a desnudar tú?
La niña nego con la cabeza. —¡Yo no lo haré!.
—¿Por qué?— reclamo furiosa. —Lo hice por tí.
—Primero hay que lavar la herida y después curarla, cerca de aquí hay hierbas medicinales, sé hacer una infusión muy efectiva para las heridas y raspones.
—¿Es en serio?
—Si, mi abuelita me enseñó a hacerla.
Kagome no deseaba quedarse sola. Se siente amenazada y tiene miedo no quiere que la niña la dejé al abandono.
—¿Y esas hierbas están cerca de aquí?
—No, están cerca de un cerro, no muy lejos de aquí...
—¡Voy contigo!
—No, no tardaré.
—¿Por qué no quieres que vaya?
—Eres algo torpe para caminar y nuevamente se nos puede hacer tarde...
Esa respuesta no le agrado a la chica, pero aún se siente agotada y aunque quisiera acompañarla no puede, el cansancio es tan evidente que el agua fría le puede quitar esa pesadez.
Termino aceptando la sugerencia de la niña, dando un suspiro.
—¡Sólo no tardes tanto por favor, no quiero quedarme sola tanto tiempo!
—No te preocupes, no pasará nada. Sólo lávate bien.
La niña se marchó cantando la misma canción y Kagome se limitaba a mirarla hasta que desapareció a lo lejos.
Se sumergió a lo más profundo del lago para nadar hasta quedarse sin aire por varios segundos en varias ocasiones.
Sin saber que el peligro está cerca y latente, alguien la observa con deseo, carnal y algo perverso. Y no se trata de la Bestia, son dos soldados humanos, que no dudan en hacerle daño.