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RAINA KLEIN...

Salgo de la sala con un enorme nudo en mi garganta. Sin embargo, no pierdo mi postura, atravieso el lugar caminando imponente y segura, aunque por dentro este rota. Al poner un pie fuera Hanna camina hasta mi Lamborghini abriendo la puerta para mí. Le entrego mi bolso antes de subir poniendo en marcha la hermosa bestia, piso el acelerador a fondo alejándome de allí rápidamente. Necesito alejarme de allí sintiendo como mi respiración empieza a dificultarse y mis manos tiemblan, aunque estén sujetas fuerte al volante.

Los ojos me arden sintiendo las lágrimas retenidas, pero me niego a derramarlas. Paso saliva tratando de pasar el nudo en mi garganta, pero es imposible. Una vez más unas cuantas palabras me destruyeron. Una vez más la vida me demostró que no soy importante para nadie, creí que lo seria para mi padre, el culpable de la vida de mierda que tengo, pero no. Para Joss Klein, no soy que la persona lo suficientemente capaz para mantener su fortuna ya que sus hijos no son lo suficientemente capaces de hacerlo.

Un día escuche a alguien que dijo que la inteligencia no es un privilegio es un don, para mi es una maldición. Estoy pagando por los errores de mi padre y lo peor es que ni su hija me considera.

Detengo el auto observando las luces de la ciudad mientras bajo. Hace un par de años compre el terreno en el que me encuentro con la intensión de construir un lugar que considere mi hogar. Me quito los tacones caminando hasta el capo del auto sentándome en este doblando las piernas abrazándolas sin apartar mis ojos de la ciudad.

- Matrimonio – susurro apoyando el mentón en una de mis rodillas.

Sabía que este momento llegaría y me odio por no tener la fuerza suficiente para negarme. Quiero elegir a la persona que estará a mi lado el resto de mi vida, aunque ¿Cómo lo haría? ¿Cómo sabré que es amar a alguien? Jamás he conocido algo más que odio y desprecio. Nunca he recibido un abrazo, jamás me han felicitado por alguno de mis logros o mi cumpleaños. Paso saliva sintiendo como gotas de agua muy fría caen sobre mi haciendo que la lluvia me empape en segundos, mas no me muevo.

Recuerdo cuando estaba en la escuela, recuerdo lo mucho que envidiaba a mis compañeros porque sus padres los llevaban a la escuela, cuando había actividades, presentaciones, recitales y todo aquello que hacen los niños en la escuela y a la que los padres van orgullosos. En mi lugar deseaba con todas mis fuerzas que mis padres asistieran, pero nunca sucedió. En mi inocencia creí que por que era una mala hija y como castigo mis padres se portaban de esa forma, por lo que empecé a portarme mejor convirtiéndome en la mejor en todas las clases a las que asistía. Sin embargo, nada cambio.

Esperaba regalos de recompensa como los tenían con Ronald, Kurt y Otto, nunca los tuve. Sentía envidia las celebraciones de cumpleaños de mis hermanos y compañeros, porque nunca tuve una fiesta o cena, un regalo, un detalle. Nada, nunca hubo nada más que maltratos y desprecios.

- no sé si quiera que es el cariño – susurro triste sintiendo el frio calar mi cuerpo haciendo que mis dientes castañeen - y ahora voy a casarme. –

no se cuento tiempo he estado bajo la lluvia hasta que siento que esta deja de caer sobre mí al mismo tiempo que escucho su voz.

- ¿Qué haces? – el tono de preocupación es palpable, algo que me sorprende y más al sentir que algo cálido se posa sobre mis hombros – vas a enfermarte.

- ¿Qué hora es? – pregunto sin apartar los ojos de la ciudad.

- Dos treinta de la madrugada – responde sentándose a mi lado cubriéndonos a los dos de la lluvia con su paraguas - ¿Qué haces aquí?

- Pensar – respondo sintiendo el calor de su cuerpo junto a mi algo que me hace estremecer levemente. – la pregunta sería – me vuelvo a verlo encontrándome con sus ojos que me observan con preocupación - ¿Qué haces aquí?

- Quiero hablar contigo – responde escaneándome con la mirada – está lloviendo, ¿lo habías notado?

- Si lo había notado, mas no me importa – vuelvo la mirada a la ciudad.

- ¿tan mala te parece la idea? – sonrió triste negando con la cabeza antes de empezar a toser – ven, te llevare a casa – nos ponemos de pie y al observarlo siento unas inmensas ganas de llorar, mas no lo hago.

- ¿podrías abrazarme? – pido sorprendiéndolo. Sin embargo, me abraza con uno de sus brazos ya que con el otro sostiene el paraguas que nos cubre de la lluvia, rodeo su cintura con mis brazos dejando mi cabeza en su pecho dejando que su olor me embriague.

- Si no quieres casarte conmigo – habla besando mi cabeza – lo entenderé.

- Debo hacerlo – respondo sintiendo que Klaus rodea mi cintura con el brazo que me abraza cargándome haciendo que le abrace la cintura con mis piernas y su cuello con mis brazos escondiendo mi rostro en su cuello.

- Olenka – habla Klaus haciendo que levante la mirada observando a su asistente – encárgate del auto de Raina.

- Cuando me case con tu jefe – le digo mientras Klaus camina aun cargándome – voy a subirte el sueldo.

- No es necesario, señorita – me sonríe sosteniendo el paraguas que su jefe le entrega.

- Vete a descansar – ordeno a lo que ella me sonríe mientras Klaus me deja en el asiento del copiloto de su auto.

- Aun no has aceptado casarte conmigo y ya empiezas a tomar tu papel en mi vida – habla luego de unos minutos cuando pone el auto en marcha.

- ¿Qué quieres hablar conmigo?

- Quiero que seas tú quien tome la decisión sobre nuestro matrimonio – sonrió negando con la cabeza observando la lluvia por la ventana sintiendo una escalofrió recorrerme el cuerpo al tiempo que siento mi garganta.

- La decisión ya está tomada – respondo lo mismo que dije en el restaurante – solo debemos ponernos de acuerdo en lo que sigue...

BRILLA PARA MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora