15

757 116 0
                                    

RAINA KLEIN...

Abro los ojos lentamente sintiendo una fuerte punzada de dolor en la cabeza. ¿Qué pasó? Me preguntó llevándome las manos a la cabeza recordando lo sucedido la noche anterior. Suspiro sentándome en la cama al darme cuenta que una vez más frustraron mi deseo de morir.

- Qué irónico – murmuró para mí negando con la cabeza.

Siento una molestia en la garganta una señal clara de que volveré a resfriarme por estar mucho tiempo expuesta inclemente frío de una noche en Berlín. Hacía mucho que los recuerdos de mi infierno no me atormentaban y me hacían perder el control, pero lo sucedido en el tocador fue más de lo que esperaba.

- Despertaste – me tenso al escuchar su voz por lo que rápidamente me vuelvo salir de lo que parece ser el cuarto de baño abotonándose la camisa. Escaneo su cuerpo con la mirada, viendo su pecho el cual me hace pasar saliva sintiendo una punzada en mi sexo, pero me repongo sacudiendo la cabeza.

- ¿Por qué me salvaste? – pregunto haciendo que él me observe con confusión acercándose hasta sentarse junto a mí en el borde de la cama.

- ¿quieres morir? – pregunta mirándome a los ojos confundido, por un momento me pierdo en la intensidad de sus ojos tan llenos de vida.

- Desde los catorce años – hablo sinceramente haciendo que su mirada, cuando esta por hablar lo interrumpo, no quiero preguntas - ¿Dónde estamos?

- En casa de mis padres – responde él mirándome a los ojos – me gustas – el aire abandona mis pulmones dejándome perpleja – quiero que tengas presente que puedes contar conmigo – una de sus manos sube hasta mi mejilla observándome a los ojos – vamos a casarnos y quiero jurarte que siempre vas a contar conmigo, porque yo haré lo que sea porque jamás vuelvas a desear morir.

Sin más junta sus labios con los míos, la acción me toma por sorpresa. Sin embargo, no me toma más de unos segundos responderle el beso. Su lengua explora mi boca haciéndome estremecer. Rápidamente me toma de la cintura sin romper el beso poniéndome a horcajadas, lo abrazo por el cuello pegándolo a mi cuerpo.

Desde que tuve sexo por primera vez nunca sentí algo más que deseo carnal hasta este momento en el que siento mi cuerpo arder ante el contacto de sus manos recorrer mi espalda lentamente hasta que una de estas sube a mi cuello sujetándome un poco fuerte al tiempo que siento su miembro endurecido contra mi sexo haciéndome gemir fuerte.

- Cásate conmigo – susurra contra mis labios haciéndome tensar, pero soy salvada por la campana o más bien por quien toca la puerta.

- Los estamos esperando – habla su hermana tras la puerta haciendo que nos separemos lentamente mirándonos a los ojos.

- En el cuarto de baño hay un cambio de ropa para ti – habla él antes de dejar un casto beso sobre mis labios – quiero que hablemos de algo importante.

- Voy a darme una ducha – digo bajándome lentamente de él.

Camino por la habitación hasta la puerta por la que él salió encerrándome allí. Cierro la puerta tras de mi recargándome sobre está llevando una mano a mi pecho sintiendo que me falta el aire, me deslizo por la madera hasta sentarme en el suelo mientras trato de respirar para calmar mi corazón que late desbocado en mi caja torácica. ¿Qué me pasa? – me pregunto echando la cabeza hacia tras recordando lo que sucedió la noche anterior y lo que sentí cuando me tomo en sus brazos, como la noche en la que me busco en aquel terreno baldío.

Por primera vez en mi vida me sentí tranquila y calma, mientras estaba en sus brazos en ambas ocasiones me quedé dormida profundamente sin que los monstruos aparecieran en mis sueños, acabo de descubrir que el olor de loción mezclado con algún costoso suavizante se convirtió en una de mis debilidades. sin embargo, es la que más me asusta.

Cuando mi respiración se calma, me pongo de pie caminando hasta el lavado donde veo un albornoz junto a algunas cosas de aseo personal. Me desnudo antes de entrar a la mampara notando que allí también hay shampo y gel de baño de la marca que yo uso.

Mientras me ducho observo su shampo y gel de baño junto a los míos hace que un escalofrió me recorre el cuerpo, por lo que termino d bañarme rápidamente ya que esta situación me pone nerviosa. al salir de la mampara veo sobre un sofá que hay dentro del cuarto de baño tres bolsas de distintas tiendas.

- Hannah – susurro tomando la bolsa en la que sé que se encuentra la ropa interior.

Me enfundo en el encaje negro, busco en otra encontrando un conjunto de pantalón, blusa manga larga y corta de color negro, al igual que unos botines del mismo color. Me visto rápidamente notando que en otra bolsa hay un abrigo largo en color blanco. Una vez lista me ato el cabello en una coleta alta caminando hasta la puerta y antes de salir tomo una profunda respiración llenándome de valor para afrontar a la familia Winter.

Cuando salgo al pasillo una extraña sensación me embarga, la calidez que siento a medida que avanzo me confunde. La casa a pesar de ser lujosa y elegante, no posee la misma frialdad que la mansión Klein. La casa tiene un ligero olor a rosas y canela.

- Así es como huele un hogar – murmuro viendo las fotografías en blanco y negro de los integrantes de la familia Winter.

Al llegar a las escaleras veo una foto que llama mi atención, es una niña bellísima. Frunzo el ceño cuando escucho la puerta principal abrirse y por esta entra la misma niña quien es incluso más hermosa en persona. Bajo lentamente las escaleras mientras veo tras ella una pelirroja quien supongo que es su madre. esta última al verme sonríe con auténtica amabilidad.

- Vaya, eres mucho más hermosa en persona – habla la pelirroja quitándose el abrigo dejandome ver su vientre que le da un aspecto mas impresionante.

- ¿nos conocemos? – pregunto terminado de bajar quedando frente a ellas.

- Eres Raina Klein – extiende su mano hacia mí – vas a casarte con Klaus, soy Heike Mainer – se presenta luego bajamos la mirada hacia la hermosa niña – ella es Daina Winter...

- Mi hija...

BRILLA PARA MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora