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¿su hija? Creo escucharlo mal, pero al verlo abrazar a la pequeña mientras besa su cabeza me lo confirma. Al verlos juntos noto su gran parecido, Daina es una copia en miniatura y femenina de su padre, aunque los ojos de la niña son de un extraordinario e imponente color azul.

- debo irme – digo saliendo de mi sorpresa justo cuando los señores Winter aparecen.

- Quédate a comer – habla la señora Winter observándome de una forma que nunca en mi vida me han visto. La calidez y amabilidad sincera brillan en sus hermosos ojos azules.

- No quiero incomodar – niego con la cabeza haciendo que ella venga hasta mi tomándome del brazo llevándome hasta un porche en el jardín donde ya hay una mesa dispuesta para nosotros.

El olor a comida casera inunda mis fosas nasales dejándome notar lo hambrienta que me encuentro. Tomamos asiento en nuestros lugares, yo junto a Klaus y junto a él la hermosa niña que me observa curiosa.

- Hola familia – veo que Ilsa entra junto a dos hombres que toman sus lugares – hola princesa – camina hacia Daina besando su mejilla haciéndola reir. – qué difícil es verte.

- Tía, he estado muy ocupada – responde haciéndonos reir, me sorprendo de mi reacción.

- Si así eres con ocho años – responde su padre abrazándola por los hombros besando su sien – no me quiero imaginar cuando asumas el mando de la empresa.

- Recuerda que será ella quien elija que quiere hacer con su vida – habla Heike bebiendo un poco de zumo de naranja.

- Puedo preguntar – intervengo observándolos - ¿Qué relación hay entre los dos? – señalo a Klaus y a la pelirroja enarcando una ceja.

- ¿celos? – pregunta Klaus tomando mi mano bajo la mesa mientras me observa a los ojos y me sorprendo al pensar en la respuesta que aparece en mi mente.

- Solo somos amigos – responde Heike sonriendo afable – y los padres de esta hermosa princesa.

- Así que no te preocupes – habla Klaus besando mi mejilla – estaría demente si pasara por mi mente el engañarte.

- ¿jamás te has visto en un espejo? – habla Ilsa hacia mi

- Eres muy bonita – habla la niña mientras nos sirven la comida - ¿puedo ayudarte con la boda? – pregunta haciendo que nos volvamos a verla.

- Hablando de eso – habla el señor Winter observándome – queremos que sepas que puedes retractaste en el momento que quieras – me regala una paternal haciéndome sentir una fuerte opresión en el pecho ya que siempre he deseado que mi padre me observe de esa forma.

- Queremos que sepas que todos los que estamos sentados en esta mesa – ahora es la señora Winter quien habla – estamos orgullosos en que formes parte de esta familia, pero queremos que lo hagas porque te nace y quieres hacerlo. No porque te obligan. – un nudo se forma en mi garganta al ver su radiante sonrisa.

- Disculpen – hablo poniéndome de pie caminando de vuelta al interior de la casa retomando el camino hacia a la habitación en la que desperté sintiendo que el aire empieza a faltarme.

Me siento en el borde de la cama sintiéndome patética y avergonzada, pero que más podía hacer. Mi vida siempre ha estado llena de malos tratos y humillaciones, jamás me han tratado de forma tan sincera, con tanto cariño y amabilidad como los Winter en esa mesa.

- ¿Qué fue eso tan cruel que te hicieron? – pregunta Klaus hincado frente a mí.

- Soy patética ¿verdad? – hablo haciendo que él se siente junto a mí.

- Cuéntame – habla en abrazándome por los hombros pegándome a su cuerpo – yo siempre voy a estar para escucharte.

- Dicen que cuando eres niño, tu miedo más grande siempre serán los monstruos bajo la cama – empiezo hablar dejando que un par de lágrimas rueden por mis mejillas. – cuando estaba en la escuela envidiaba mis compañeros porque los monstruos que yo conocía eran reales – a mi mente viene el rostro de estos – que el castillo donde vivía la bruja malvada que veía en sus películas de princesas, era real. – lo siento soltarme algo que me entristece, pero él se sienta sobre la cama recostando su espalda en el cabecero antes de tomarme de la mano para que me ponga en medio de sus piernas recontando mi espalda en su pecho mientras me rodea con sus brazos de forma protectora.

- Jamás volverás a estar sola – susurra en mi oído haciendo que me vuelva a verlo a los ojos. – ya no eres una niña y ya no estás sola, por lo que ahora esos monstruos no podrán lastimarte.

- No hagas promesas que no podrás cumplir – digo a lo que él responde besándome castamente, pero yo necesito más.

Por lo que de un rápido movimiento me pongo a horcajadas sobre él tomando su rostro en mis manos juntando nuestros labios en un beso intenso y hambriento, Klaus me responde la misma forma rodeándome la cintura con una mano pegándome lo que más puede a su cuerpo, pero cuando estamos por quitarnos la ropa la puerta se abre haciendo que nos separemos de inmediato y más al ver a Daina.

- ¿comemos pastel? – pregunta ella viniendo hasta nosotros con una hermosa sonrisa, pero cuando estoy por hablar suena mi celular que se encuentra en la mesita de noche.

- Debo irme – les digo mostrándole mi celular después de ver que es Hannah quien llama. - ¿puedes prestarme tu auto?

- ¿Puedo ir contigo? – pregunta Daina dejándome perpleja – quiero conocer tu empresa. porque para allá ¿verdad? – me vuelvo a ver a Klaus que nos observa divertido.

- Puedes venir a mi oficina cuando quieres – digo haciendo que ella enarque una ceja igual que su padre.

- ¿es tu forma de rechazarme? – se cruza de brazos haciéndome sonreír.

- Quizás puedas hacerme ganar dinero – respondo haciéndola sonreír y ese gesto hace que mi pulso se acelere – debes decirle a tu mamá.

- ¿Papi, puedo ir? – le habla a Klaus que asiente con la cabeza.

- Vamos – habla el hombre frente a nosotras tomándonos de la mano llevándonos hasta el garaje donde seis garajes más pequeños dentro.

- Podemos ir en este – habla Daina señalando un hermoso mercedes guardián mientras su padre me extiende la llave.

- Es su favorito – comenta mientras desbloquea las puertas para que ella suba. – gracias por esto – me toma de la cintura pegándome a su cuerpo – a Daina le gusta aprender sobre negocios.

- Tengo miedo – hablo sincera a lo que él sonríe.

- Es un buen comienzo para las dos... 

BRILLA PARA MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora