Prólogo - guerra de flores
Las grandes historias tienen un comienzo, muchos de ellos desconocidos, otros más que obvios, pero todos coinciden en que siempre estarán aquí sin importar el tiempo.Hace miles de años, en medio de un desierto, una mujer casi desfallecida que fue abandonada por su pueblo encuentra la entrada al jardín del Edén entre rocas y profundas cuevas; tal descubrimiento salvó su vida, pero quién querría marcharse de un lugar a así para volver al enfrentamiento con el mundo...ella no era una excepción, ocultándose de los ángeles protectores del lugar, esta mujer hizo hogar junto a un río donde vivía en paz cultivando flores tan hermosas que ni siquiera en todo el mundo podrían verse, aun así esta paz duró poco, los ángeles la descubrieron y la expulsaron del sitio, pero antes, ella pidió llevarse las cuatro flores más hermosas de su jardín, los ángeles al ver que la mujer no tenía un corazón realmente malo, accedieron, no sabían lo que eso representaría en el mundo.
Estas flores llevaban consigo las bendiciones del Edén, lo cual les otorgaba gran poder, incluyendo a su portadora; gracias a esto, aquella mujer salió del destierro, no más pobreza, ni trabajo; consiguió fama, gloria, dinero, poder.
Cierto día caminando por las calles de la ciudad, ve una pelea entre dos hombres por un saco de alimentos, el alboroto agitó tanto a los caballos de una carroza, que se salieron de control casi aplastándola de no ser porque uno de los hombres abandonó la pelea tirándose sobre ella para protegerla, en agradecimiento, se le dió hogar, comida, trabajo, y entre conversaciones obtuvo algo más...amor, pero mordió la mano que le daba de comer, robo parte de sus riquezas y huyó con otra mujer cuando nadie lo vio, desapareciendo del lugar, de su vida. Entre dolor y lágrimas el poder de las flores la fue consumiendo hasta corromperla por completo desatando el caos por todo el mundo.
Nadie era rival para ella, tenía ejércitos, y de su lado los guerreros más fuertes del mundo; no importaba cuántos morían en guerra, ella podía levantar sus cadáveres y hacer que siguieran luchando una, otra y otra vez.
El mundo se estaba sometiendo, nadie podía vencer a un enemigo inmortal, no sin una debilidad; fue entonces cuando alguien se levantó en silencio, logró escabullirse hasta el trono y ante ella pidió perdón. Este hombre era el mismo que la había engañado hace ya tanto tiempo, al verlo se sorprendió, él la ve y pregunta, —¿Todo esto por una sola persona?— pero era más que eso. Y entonces le pregunta.
—¿Vienes a expiar tus pecados?—
—Supongo, de otra forma, no estaría aquí.—
—Tu avaricia te llevó hasta a mí, solo para jugar conmigo, pudo hacer lo mismo solo para acabar conmigo.—
—¿Por qué? Si tienes tanto poder ¿por qué no solo buscarme a mí?—
—No te lleves todo el crédito, ustedes tienen la manía de acreditarse todo, incluyendo la culpa.——Entonces, si no fui yo...¿Qué?—
—Desde niña la vida no fue muy justa conmigo sabes, vi a mis padres morir de hambre por mí cuando era muy pequeña, pero decidí tratar de vivir feliz a pesar de ello, por ellos, y no fue fácil; nada en este mundo es fácil para una mujer sola, fui tratada como basura por mi bajo nivel social, y muchas veces golpeada injustamente, fui abusada, tratada como un simple objeto solo por un pedazo de pan. Creí que todo acabaría en ese desierto cuando fui abandonada a mi suerte, pero no, encontré la maravilla más grande que cualquier ser humano podría encontrar y me quedé ahí para ser feliz, pero no podía, de nuevo era golpeada por la vida, pero ahora tenía algo que daría la ventaja, mi vida cambió, y la felicidad estaba justo en mi mano, hasta que llegaste tú, el verte en esas calles luchando por sobrevivir me recordó tanto a mí que cuando hiciste ese gesto de reverencia no pude evitar sentir...curiosidad, te di lujos, poder, una vida y la mía, tú solo llegaste con la intención de aprovecharte de eso y cuando ya me tenías en tu mano, me traicionaste, igual como planeas hacerlo ahorita con el cuchillo que llevas escondido ahí atrás.—
Tenía razón, inmediatamente él suelta su cuchillo, sabía que si ella hubiera querido matarlo lo hubiera hecho antes de entrar en ese salón. —Aun así, no implica que no te tenga odio, sabes, éste poder que poseo libera tus peores demonios, te corrompe hasta dejarte ciego de poder, y luché contra eso mucho tiempo para que alguien como tú con su estúpida avaricia lo liberara, tú mereces un castigo.— se levantó del trono con su mirada fría, llena de colores distorsionados, se acerca a él y con un toque de su dedo le roba la vida, su cuerpo se seca al instante cayendo en el suelo, —P...pe...perdón por dejarte ser igual que aquello que odias.— él muere en ese instante, ella lo ve durante un rato hasta que una lágrima resbala por su mejilla, efectivamente ella no era distinta a las personas que la despreciaron, les pagó con la misma moneda sin importarle a cuantos se llevaría por el camino.
Pero sí había una diferencia, ella tenía algo que ellos no, el poder para resarcir todo lo malo que había hecho; subió a la torre más alta de la ciudad liberando todo su poder, la tierra tembló mientras todo los muertos, caídos en batalla, volvían a la vida, y las ciudades se restablecían; los que la llevaron a esto no regresaron, excepto el hombre que acababa de morir en ese salón,—Te voy a dar esta última oportunidad, mátame ahora y terminemos con esto, si no lo haces morirás de nuevo, el caos en el mundo se ha detenido y la guerra fue olvidada, nada de esto ha sucedido, pero si no me matas ahora, puede que un día no pueda controlar este poder y lleguemos a algo peor.— él toma el cuchillo y se acerca colocando la mano en su hombro para luego abrazarla y enterrar el cuchillo en su espalda.
Él la sostiene en su brazos mientras se desangra poco a poco; en cuanto muere, su alma sale con las cuatro flores en las manos, dispersando estas por el mundo, pero no importa que tan separadas estén, se terminarán encontrado y provocarán caos a su paso, así que alguien tendría que detenerlas, un hombre lo único realmente capaz de hacerle daño a una mujer en este mundo.

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Guerra de flores.
General FictionNunca fui una mala persona, o por lo menos eso creo, toda definición cambia ante los ojos de alguien pero aún así, fui condenado, condenado a buscar lo que nadie más podría, las cuatro flores del Edén, con el único objetivo de darles muerte solo par...