Capítulo 3. -Hoy no hay flores -

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—Se escucha el sonido del océano, hace frío y todo está húmedo; siento...flotar, el frío se hace más intenso, me cuesta respirar, me estoy… me estoy hundiendo.— Silverio se despierta de golpe, todo fue un sueño, son las tres de la mañana, se levanta y va hacia la ventana, la ciudad está a oscuras, son pocas las casas y ventanas que se ven encendidas, son esas personas que como él sufren de insomnio por los tormentos de su cabeza, o simplemente están viendo una maratón de películas con refresco y golosinas.

Silverio regresa a su cama, sabe que ya no podrá dormir, ve la computadora y decide ponerse a trabajar; tiene que encontrar a las flores lo más pronto posible, el problema es que no es tan fácil. Seis horas después, llega Zack, quedaron en que le enseñaría a Silverio como era su vida mientras buscaba a las flores, ya que no sabía cuánto tiempo duraría en esa línea.

Todo está desordenado y hace calor —alguien estuvo haciendo ejercicio— dice Zack mientras entra a la cocina para dejar un pequeño mercado que hizo antes de ir; se encuentra con Silverio instalado en la laptop, parece algo ocupado —enserio dominas muy bien la tecnología para ser de otra época.— le dice dejando la bolsas sobre el mesón de la cocina, —como te dije llevo demasiado tiempo en esto, he estado incluso más allá del futuro.— muerde un sándwich de jamón y tomate sin despegar su mirada del computador.

—¿Entonces qué? ¿estás buscando a las flores usando la inteligencia nacional y el poder de la web? —

—Emm...no, ojalá fuera tan sencillo, las flores tienen bendiciones divinas, no pueden ser detectadas por la tecnología. —

—Entonces ¿Qué buscas? —

—Busco a alguien que sea rastreable, pero que me pueda ayudar a encontrarlas. —

—¿Y sabes algo del sujeto que nos disparó ayer? —

—El número de placa es falso, no existe; seguro lo pusieron porque era algo de momento, algo que no debía salir mal. —

—Rayos, ¿No crees que es algo inseguro salir por ahí con alguien que intenta matarnos? —

—Para ti lo es, pero mientras esté aquí no creo que tengas problemas; me baño y nos vamos. —

Ya en el auto, Zack le pregunta a dónde quiere ir primero, pero Silverio no se muestra interesado, así que le dice que lo lleve primero a ver dónde trabaja, Zack nota el desinterés en su rostro y avanza hasta llegar a un restaurante, llamado Las rosas, a Silverio le resulta irónico por su relación con las flores, —aquí trabajas, tienes un turno de medio día en la mañana y otro por las noches.

El resto de la tarde lo usas para salir y cosas así.— Silverio lo mira intrigado —¿Salgo mucho?— le pregunta —Sí y no, tu lista de amigos tampoco es muy grande, llega como a diez personas cuanto mucho, el resto del tiempo te la pasas en el gym, a veces vas a la biblioteca, te gusta leer; y si no solo te sientas en un parque cercano aquí para pasar el rato con un café, de hecho estabas pensando en comprarte un perro para que te hiciera compañía.— le dice Zack en un tono divertido, —llévame a ese parque.— Zack asiente y conduce. Silverio se queda viendo las calles a través de la ventana, nada extraño, la ciudad es muy tranquila, como un sueño, ve la gente pasar, todos muy en lo suyo cuando de pronto ve a una chica con cabello negro hablando con un niño, Zack reduce la velocidad por el semáforo, el niño parece asustado.

Luego llega otra mujer, y el niño la abraza con emoción, es su madre, le sonríe a la chica y esta hace un gesto de desinterés, no se preocupe o algo así le dice, Silverio no logra escuchar, así que solo saca sus deducciones, ella voltea y mira en dirección al auto, su mirada parece tener un pequeño destello de color dorado, Silverio la ve y se extraña, no logra reconfirmar porqué ella se va caminando, Silverio baja del auto y la sigue, —Hey ¿A dónde vas Silverio? — grita Zack, pero este lo ignora por completo.

No sabe si es una flor o no, pero tiene que averiguarlo; alguien más se une a esta persecución, pero desde la distancia, solo se dispone a observar; Silverio sigue a la chica hasta un callejón, pero cuando entra no hay nada, mira en todas direcciones, pero ni un rastro, desapareció; mientras tanto el otro espectador observa intrigado, Silverio regresa y ve el auto de Zack en la otra calle, —¿Qué rayos fue eso?— se pregunta mientras cruza al otro lado, pero un auto avanza, sin que él se dé cuenta, está a punto de ser arrollado cuando una mano lo jala hacia atrás sacándolo del camino.

El conductor del auto frena de golpe y se disculpa con él, pero Silverio no le presta atención —Si, si tranquilo, solo pon los ojos donde debes la próxima vez. — responde cortante mientras busca a la persona que lo salvó, no ve a nadie y piensa —Definitivamente me estoy volviendo loco. — regresa al auto con Zack.

Un mensaje llega a su teléfono, dice búsqueda terminada, —¿Sucedió algo? — pregunta Zack, —No, pero tendremos que dejar el parque para después, llévame a esta dirección. — le muestra el lugar con su teléfono y ambos se dirigen al sitio, mientras tanto el hombre que los observa sube al auto que casi arroya a Silverio y le ordena seguirlos.

Dos horas después en los suburbios de la ciudad Zack y Silverio llegan a una vieja casa con aspecto antiguo, —¿Qué hacemos aquí?— pregunta Zack —Ella me ayudará a encontrar lo que busco.— responde Silverio, y una mujer anciana habré la puerta —Si buenas tardes, Dígame ¿en qué puedo ayudarle?— le dice la señora de la tercera edad —Si buenas tardes, estamos buscando a Madan Sara.— responde —Oh, vienen por consulta, ya veo, adelante por favor — los invita a pasar, los sienta en la sala y unos minutos después aparece una mujer de unos 30 años con aspecto gitano, piel morena, cabello negro laceo, ojos verdes, cualquier hombre podría caer ante los encantos de aquella dama, pero Silverio no.

—Sean bienvenidos amigos, ¿díganme en que puedo ayudarlos? —

—Un gusto Madan Sara, mi nombre es Silverio y el hombre aquí se llama Zack Miller, venimos por una consulta. — (le extiende su mano)

—Un gusto señor... (toma su mano, pero al estrecharla logra sentir una gran energía emergente de Silverio, una energía igual de pesada que la de un cadáver, o Miles de ellos) Silverio, pero dígame ¿Qué tipo de consulta busca? —

—La verdad es una larga historia, pero necesito encontrar a alguien y usted es la indicada. —

—Comprendo, entonces vamos a mi sala de trabajo, ahí estaremos más cómodos. —

Entran a una habitación igual a la de las películas con una mesa redonda y una bola de cristal en el centro, se sientan y Madan Sara le pide que le explique exactamente qué es lo que busca. Silverio saca un collar debajo de su camisa, Zack se pregunta de dónde lo saco, ya que nunca se lo había visto, Madan Sara lo ve y se petrifica, pues ella lleva el mismo collar puesto.

—Muy bien, este collar me lo entregó usted Madan Sara en otra línea de tiempo, ya que sería el único objeto capaz de viajar con mi alma, yo estoy buscando las cuatro flores del Edén, leyenda que ha pasado por su familia durante generaciones, usted sabe cual es mi objetivo y necesito su ayuda para encontrarlas. —
—Jajajaja esto debe ser una broma, eso es solo una leyenda que le contamos a los niños para que duerman. —
Silverio saca un bolígrafo de su bolsillo apuñalándose la vena, pero esta se regenera al instante, Madan queda atónita ante este hecho.
—Entonces, explícame porqué hay dos collares iguales y porqué sano en un instante. —
—Demonios, esto es una broma, tú no puedes estar aún aquí, no aún. — (pasa sus manos por la bola de cristal y el humo dentro de ella se mueve)
—Pues estoy, así que ahora necesito su ayuda, necesito saber dónde están las flores. —
—El problema aquí mi amigo es que no hay flores, a ellas solo las puedo ver si ya han despertado su poder, y eso aún no ha sucedido. —

Silverio se queda suspendido un momento -No hay flores- piensa mientras Madan sigue buscando sin éxito alguno. Tres horas después, regresan a casa, está atardeciendo; Silverio se para frente a la ventana a observar —aún no es tiempo.— se dice así mismo, Zack lo ve y le pone la mano en el hombro —Todo estará bien, si aún no han aparecido, eso te da tiempo, cuando vengan estarás listo.— le dice —Tienes razón amigo, tal vez esta es la oportunidad que tanto he esperado.— Responde —¿Cuántas veces has fallado?...Silverio— pregunta con una mirada curiosa,—Un millón multiplicado por diez, lo sumas por sí mismo y el resultado es solo una cuarta parte de todas las veces que lo he intentado.—

Guerra de flores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora