El odio contra el mundo.
Desde niña la flor rosada tuvo padres muy perfeccionistas, le enseñaron que mientras más expectativas podía cumplir, mayor sería el orgullo de su familia, que todo lo que hiciera tenía que ser perfecto porque este mundo no necesitaba más errores, pero ellos cometieron el más grande, cuando ellos murieron no le quedó más nada que ese pensamiento, donde vales por lo que haces y si no haces algo bueno no eres más que una falla, el día de hoy, su mundo tuvo una gran falla, está lloviendo, el auto se quedó sin gasolina en plena calle, la mansión está alejada de la ciudad, no pueden detenerse, ya que si lo hacen se encontrarán con sus atacantes en cualquier momento.-Bajemos del auto.- dice Silverio abriendo la puerta, -No- responde ella de manera cortante -Bajemos del auto.- repite tratando de mantener la calma, -Ya te dije que no- respira profundo y habla otra vez -Está bien quédese, ya hice bastante con sacarla de ese lugar. - dice mientras sale del auto -¿A dónde crees que vas? Trabajas para mí, no me puedes dejar sola- le dice aferrándose en el asiento delantero -De hecho aún no lo hago, no he firmado contrato contigo - la mira de reojo y ve que sus ojos brillan en color rosado, la ignora y mira en otra dirección mientras la lluvia le empaña la visión -No me ignores, y mírame a los ojos, ¿Acaso pretendes que yo baje de esta montaña, lloviendo y caminando?- sigue sin mirarla a la cara -Usted es la señora extravagante que compró una casa en tierra de nadie, solo hay un camino para llegar hasta aquí lo que implica que nos encontraremos con nuestros atacantes en cualquier momento, si no quieres morir mejor camina.-
-¿Por qué debería confiar en ti?--No tienes porque hacerlo, pero supongo que el hecho de haberte ayudado antes debería decirlo todo. -- comienza a caminar dejándola sola y ella por fin recuerda quien es.
-¿Quien se cree este tipo?- se dice en voz alta mientras lo ve marcharse, saca su teléfono e intenta llamar a la policía o una grúa, pero en inútil, por la lluvia no hay suficiente cobertura. Ella es alguien que está muy acostumbrada a tener el control y el no poder hacer nada en esta situación, la frustra.
-¡Hey espera, quién diablos te crees al dejarme aquí!- dice bajando del auto y siguiendo a Silverio.
El poder de las flores puede ser extenso e ilimitado, pero estando las cuatro flores juntas, por dividido podría dominar una nación, pero aún no domina lo suficiente su poder como para hacerlo.
-Se me dañarán los tacones por tu culpa.-
-Y los pies también en un par de horas.-
-Dame tu chaqueta.-
-No, estás loca ¿por qué debería hacerlo?-
-Esta lloviendo, hace frío y llevo un vestido que a pesar de ser negro se volverá transparente en cuestión de instantes.-
-Es muy triste tu caso, aguantate.-
-Espera, tú ni siquiera tenías chaqueta, tomaste la que estaba en el auto, eso implica que me pertenece.-
-La verdad no me importa de quién es, y en esta situación no estás en posición de reclamar nada.-
-Eres un idiota, no eres para nada amable como la última vez, y eres un falta de respeto.-
-Trato bien a quien lo merece y si quieres que te respete entonces ganatelo y deja de compórtate como una niña malcriada, no pareces una empresaria.-
-No tengo que ganarme nada, tú eres basura y en cuanto llegue la policía espero no volver a verte.-
-Me parece perfecto, pero sería más perfecto si te quedas callada.-
Un par de horas después, la lluvia ha cesado y han logrado llegar a una gasolinería, hace un frío bestial, Silverio ve que tienen suéteres en venta, compra uno y le lanza la chaqueta mojada a Michelle, -Ahí tienes tu chaqueta.- le dice poniéndose el suéter -¿Estás bromeando no?- le dice apretando la chaqueta en su mano -No, pero si no la quieres, no importa, el chico del mostrador resta disfrutando la vista.- voltea y nota que el sujeto mira en otra dirección así que no le queda de otra que ponérselo, -las líneas están caídas por la lluvia, tardarán un par de horas en arreglarlas, pero aún así no podemos quedarnos.-
Acto siguiente, ve varios autos detenerse frente a la gasolinera, son ellos, toma a Michelle y salen por la parte de atrás corriendo hacia el bosque, ella lo puede ayudar a defenderse de ellos, pero sabe que no mostrará su poder delante de él, así que solo le queda seguir huyendo, los sujetos irrumpen en el lugar amedrentando al chico del mostrador -sss, se fueron por allá- señalando la puerta trasera del local, ambos corren por el bosque y escuchan las voces y los gritos de los hombres que van tras ellos.
Llegan hasta un río crecido por la lluvia, ella se niega a cruzarlo, pero Silverio está enfadado y ya no tiene tiempo para sus dramas, así que la jala y a arrastras llegan hasta el otro lado -Escucha algo y respóndeme,¿Quieres morir? ¡Si es así dímelo y yo te mataré en este instante! Antes de que caigas en sus manos, créeme...no me costará nada hacerlo. - dice Silverio con la voz agitada de rodillas en el suelo. -No sé porque diablos me esfuerzo tanto en protegerla, debería dejar que la maten ahora, así ya no sería un problema y tendría una flor menos en mi camino ¿qué estoy haciendo?- piensa él mientras ve sus ojos llenos de temor, esa mujer segura que aparenta ser había desaparecido en ese instante, -¿Por qué te esfuerzas tanto por mi?- dice con una voz muy baja y apenas audible -Porque no soy una basura como tú, por eso.- Se levanta y comienza a correr, se escuchan voces acercarse y mientras más lejos ve a Silverio, más la invade el miedo, corre tras él y le grita que la espere, que por favor la espere.
-Siempre odié al mundo, porque en él todo estaba mal, todo era imperfecto, y mis padres me criaron para ser lo contrario a eso, pero supongo que mi molestia no era por lo imperfecto que era el mundo, sino por el hecho de no encajar en esa imperfección.-
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Guerra de flores.
General FictionNunca fui una mala persona, o por lo menos eso creo, toda definición cambia ante los ojos de alguien pero aún así, fui condenado, condenado a buscar lo que nadie más podría, las cuatro flores del Edén, con el único objetivo de darles muerte solo par...