Capítulo 26- Flor morada-

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Más fuerte que el odio.

—Hey hey ¿qué sucede?—  pregunta Silverio, secando las lágrimas en su mejilla pero lo aparta de ella — La cuarta flor apareció...en un cementerio ¿no?— dice y su mirada decae de pronto —si.— traga saliva — entonces ya tienes tu respuesta, yo soy la cuarta flor.— El día que aparentaba ser soleado, oscurece y mientras ella se aleja de él, gotas caen desde el cielo empapando todo —¡Aleiza espera!— le grita mientras la sigue —¿Esperar que? Silverio tienes que matarme a mí y a ella. — se queda en silencio, —Pero no quiero matarlas. — dice secándose el rostro —¿Tienes otra opción? — pregunta con sus cachetes colorados por las lágrimas. —La encontraré. —

—Muy conmovedor todo señores, pero lamento interrumpir. — dice la voz del detective Marcelo apareciendo detrás de una tumba, —¿Qué diablos? ¿Qué hace usted aquí? — pregunta Silverio — vinimos por ustedes. — varios hombres armados aparecen rodeándolos por completo. —Buena suerte con eso.— toma a Aleiza del brazo jalándola hacia él y soltando unos disparos al aire que los distraen, dándoles tiempo de escapar, corren por el cementerio sin saber bien a dónde van, solo se escuchan los gritos y los disparos de los hombres que van tras ellos, las lápidas vuelan en pedazos por todos lados hasta que por fin llegan a la entrada del cementerio, ahí hay varios hombres también, pero Silverio toma a Aleiza por el cuello y apunta su arma en la cabeza de ella amenazando con matarla, no saben cómo reaccionar así que lo dejan pasar, una llamada tardía por radio informa que disparen a discreción, pero ya es tarde, ya están en el auto y salen del sitio a toda velocidad.

Llegan a la autopista y varias patrullas van tras ellos, desatándose una persecución a toda velocidad, pasan a toda velocidad entre muchos autos hasta llegar a una intercesión que los saca de ahí, los disparos le dan al vidrio trasero , a la placa y a uno de los retrovisores; otro grupo de patrullas aparece en frente bloqueando el paso, pero Silverio solo acelera —Escúchame necesito que hagas lo que hiciste con Esther y el jardinero, cuando lo hagas nos sacas hacia el parque de al lado, ¿Lista? ¡1...2...3! — el tiempo se detiene por un instante y ella se lleva a Silverio.

—wou eso fue increíble, vámonos de aquí. — corren a través del parque, pero varios policías los identifican yendo tras ellos, —Hay que encontrar un vehículo o algo por el estilo, si nos enfrentamos con la policía tendremos más problemas de los que necesitamos. —dice Silverio mirando a su alrededor mientras corren —Espera, yo conozco este sitio, sígueme. Corren a través de algunos callejones hasta llegar a un viejo edificio abandonado y  cierran la puerta, parece una tienda de víveres, hay estanterías, refrigeradores y ese tipo de cosas. Todo está viejo y acabado, hay grafitis por todos lados y una nota en la pared que dice clausurado por salubridad.

Se escucha la voz de los policías buscándolos desesperadamente. —Aquí estaremos bien por un rato. —Dice Aleiza mientras toma aire —Esperemos un rato, y en cuanto se vayan buscamos un auto y nos vamos de aquí. — se recuesta de una pared.

—¿Quién era él? —

—Ese era el detective Marcelo, normalmente va con su compañero Safrael, pero no sé porque no estaba ahí. —

—Pues no tienen cara de que les agrades mucho. —

—No he tratado mucho con ellos, pero son los encargados de investigar los incidentes causados por el jardinero; yo he estado en casi todos ellos, así que soy un blanco principal para ellos. —

—¿Y por qué no darles información para que te ayuden? —

—No confío en ellos, además Esther me dijo que tienen un infiltrado con la policía, así que no es una opción. —
—Silverio... ¿no te molesta el hecho de cargar con tantas cosas encima? —

—Si...por eso quiero que esto acabe, para quitármelas de encima. —

—¿Y qué pasa si no las puedes terminar? —

—Supongo que todo tiene un final, hay cosas o responsabilidades con las que tenemos que cargar durante nuestra vida, pero nadie nos obliga llevarlas, nosotros siempre elegimos hacerlo, siempre hay una segunda opción, pero entre tanto giro y vuelta elegimos llevarlos para darnos sentido en el camino. —

—Mis respetos...la verdad es que a ti ni el odio puede pararte. —

—Yo pensé eso de ti cuando te conocí, y sé que no importa que responsabilidad tengas, podrás con ello. —

—Soy adoptada por la familia de Esther, mis padres eran dos seres sin sentido, y cuando nací me dieron en adopción, nunca quise aceptar el apellido de la familia porque sentía que no lo merecía, en este mundo es muy fácil escapar de los problemas, y no quería huir de eso, quería que mi nombre fuera respetado por lo que podía lograr, por mí misma, y mi papá entendía eso, pero Esther no, siempre sintió que yo era el centro de atención en la familia y que no aceptar el apellido era ser una malagradecida, luego papá murió, pero me pidió que cuidara de ella, que ella era especial, pero Esther solo se alejó.—

—La próxima vez que hables con ella pregúntale si su padre fue infeliz por el hecho de que no llevaras el apellido, si te dice que si, acepta el apellido y demuestra quién eres con tus acciones, en caso de un no, demuéstrale que los nombres no hacen a las personas, sino sus acciones otra vez. —

Un disparo atraviesa la ventana del lugar, es una granada de humo, Silverio se lanza sobre Aleiza cubriéndola, pero el gas es tóxico y los derriba antes de que puedan escapar.

Guerra de flores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora