Capítulo 22 -Flor amarilla-

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Esa flor no es tuya.
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Es increíble que me haya mentido, ¿Cómo dejé que me engañara? No parezco yo últimamente... ¿quién diablos se cree? Debería matarlo, pero...no sé que hacer, estoy confundida, él llego aquí para matarme y yo, no estoy segura de si debería confiarme, a parte que se lleva bien con ella. – piensa mientras ve desde la ventana como se aleja el auto de Silverio. Se sienta en la sala y hace un gesto de frustración ante todo lo que ha sucedido, –Me lo estoy tomando todo muy a pecho. No, si me molesta y me molesta mucho. – discute sola cuando suena el timbre de la puerta, –¿Silverio? – piensa mientras abre la puerta.

–Lamento decirle que no señorita, pero a cambio me gustaría llevarla por un café. – dice un hombre enmascarado rociándole un gas que la ciega dejándola vulnerable, es arrastrada a una camioneta negra.

Mientras tanto, Silverio recorre las calles sin sentido, no sabe si está ganado terreno o todo se está saliendo de control, recibe un mensaje de Zack preguntándole si va a volver a casa, pero ni el mismo sabe si hacerlo, no quiere tener que cargar con todas las vidas de sus amigos de nuevo, y no sabe si está perdiendo el tiempo o si está haciendo lo correcto. –Que Ideas tan difusas tengo la verdad– se dice así mismo mientras se detiene en el parque donde se suponía pasaba tiempo libre, de verdad el sitio tiene un bonito paisaje y es muy calmado, la gente se ve feliz y parece como si el mundo no tuviera problemas o como si él fuera el único que los tuviera.

Un golpe sorpresivo lo pone alerta de nuevo, es la flor azul otra vez, —¿Qué rayos haces tú aquí?— pregunta sorprendido —¿Cómo que hago aquí? me venciste en una pelea, me dijiste que eras el cazador de flores y también me dijiste que si quería enfrentarme a esa chica otra vez, tendría que pasar sobre ti.— Silverio la ve extrañado —En pocas palabras, viniste a matarme.— dice de forma sarcástica —Se supone que eso debo hacer ¿no?— le dice sentándose a su lado en la banca, —Se supone, pero eso es tu decisión.— le dice mirando el cielo, —Sabes nunca me gustó la idea de tener que matar a nadie, pero la advertencia decía que tú vendrías a hacerlo, aun así, no he visto la más mínima intención en ti de hacerlo.— le dice cubriéndose del sol con la mano— En realidad sí, si quiero, pero...alguien me dijo que había otra posibilidad y no me niego a eso, aun así, si no funciona no dudaré en matarlas. — una llamada interrumpe la conversación, es Madan Sara.

—Hola, si ¿qué sucede? —

—Silverio escúchame, hay un problema, la bola de cristal se oscureció de pronto, cuando la revisé se trataba de un aviso, es Esther, al parecer está en peligro. —

—imposible, la dejé en su casa y estaba perfectamente. —

—No sé, pero la bola de cristal no miente, algo no está bien Silverio. —

—Está bien, iré para allá. —

Mientras, de vuelta en la camioneta, Esther por fin puede ver un poco, pero los ojos le arden, van muy rápido, está amarrada de pies y manos, también está amordazada, no puede hacer ningún movimiento brusco, ya que hay varios hombres alrededor de ella y todos están armados, —Enserio que eres linda— le dice el sujeto de la máscara, pero no logra reconocerlo bien, —¿Quién eres? ¿Por qué me haces esto? — pregunta mirando en todas las direcciones posibles.

—Tú más que nadie deberías saberlo ¿No sabes quién soy? —

—No tengo ni la menor idea...eres...el jardinero. —

—Jajajaja por decirlo de forma fácil sí, pero tranquila no te haré daño aún, las necesito primero, luego no tendrán más escapatoria. —

—¿Qué carajo dices? ¿Necesitas? ¿Hablas de las flores? Nunca podrás tenerlas a todas. —

—Oh ¿enserio? Ya lo veremos. — le da un pequeño toque en la frente con dos dedos

A partir de ahí, la pesadez en sus ojos se hace gigante y el sueño se adueña de su cuerpo. La misión parece estar completa cuando...todo se distorsiona en los sueños de Esther, como una tormenta en fondo del océano, de pronto el metal dentro de la camioneta comienza a oxidarse como si el tiempo se lo estuviera comiendo, —Está perdiendo el control— dice uno de los hombres llevado por el miedo, acto siguiente, algo golpea la camioneta, el jardinero se levanta y cuando abre las puertas se trata de Silverio. —¡Lamento interrumpir, pero esa flor no es tuya! —

Guerra de flores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora