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– Ta te ti, suerte para ti, chocolate con maní – Mí dedo se quedó señalando a una de todas las habitaciones que había, sea lo que sea que haiga ahí adentro tendría que entrar, ya que no sabía cuál era la habitación del señor Sanzu.

– ¡Lo logré! – Hablé feliz después de haber estado como 5 minutos parada en puntitas de pie para poder alcanzar abrir la puerta.

Me adentré a la habitación, aunque en ves de una habitación aquello parecía ser un sótano, además que estaba muy oscuro daba miedo, por lo que rápidamente salí de allí, no quería terminar traumada como la otra vez...

– ¿He?, mocosa, que haces aquí? – Al oír aquella voz me voltee emocionada esperando que sea el señor Sanzu, y si, obviamente era el, por lo que rápidamente fui a abrazarlo. – ¡Suéltame mocosa! – Aún así no lo solté, solo me dispuse a decir.

– ¡Déjese querer! – Hablé mientras lo seguía abrazando de la pierna.

Al ver qué no lo soltaba el optó por golpearme con su pie, tal golpe fue hacia mí pancita, la cual rápidamente me sobe, ya que el golpe fue directo allí, y me dolía mucho. De mis ojos no tardaron de salir una lágrima tras otra, no quería llorar, pero que podía hacer?, me dolía mucho y no podía aguantarme semejante dolor.

– Ho vamos, mocosa no llores – Hablaba desde lejos, no le hice caso y seguí en la mia, llorando.

– t/n, Sanzu, ¿ya están? – La vos del señor Rindou, al oírlo me levanté como pude, y con mis ojitos cristalizados, fui corriendo hacia el. – ¿¡Que mierda le hiciste Sanzu?! – Grito el señor Rindou enojado, mientras me tomaba en sus brazos.

– ¿Que quieres que hiciera?, la mocosa no me soltaba, ¡golpearla fue lo único que se me ocurrió! – Antes los gritos de ellos, me aferraba más y más en el brazo del señor Rindou.

– ¡Por Dios Sanzu, es solo una niña!, ¿¡cómo se te ocurre golpearla?! – Aún conmigo en brazos, fue directo hacia las escaleras para volver a la sala. – Eres un idiota – Fue lo último que dijo, antes de irnos los dos juntos a la sala.

– Pequeña, tardaste demasiado- – El señor Ran, cuando me vio aferrada al señor Rindou, rápidamente vino hacia mí. – Ese maldito de Sanzu – Susurro. – que le hizo? – Se podía notar el enojo en su voz.

– Le golpeó en el estómago – Los presentes y más el señor Mikey, tenían una cara de enfado, mientras que yo solo seguía aferrada al señor Rindou con lágrimas en mis ojos, el dolor era insoportable.

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