Capítulo 4

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 Capítulo 4.

Abrí la puerta del restaurante de Emma, esta noche le tocaba atender la cena de un grupo de empresarios jóvenes. Me pidió que la ayudara con la dirección de los meseros y el orden de las mesas.

El lugar estaba decorado por flores blancas de todo tipo, velas y lámparas antiguas que daba la sensación de estar en un salón antiguo, las mesas con sus fieles manteles a juego con la decoración, recibían la fina porcelana que era reservada para eventos importantes . Parecía sacado de un libro de arquitectura vieja pero elegante.

Emma deseaba que todo fuera perfecto así tendría las mejores recomendaciones.

En la cocina me esperaba el chef principal junto a la totalidad de los meseros que trabajarían esa noche. Mi hermana se encontraba detrás de un mesón preparando el postre.

          - Ya llegue Emma. Me presenté ante los meseros y les di las instrucciones. El lugar está listo para recibir a los clientes.

         - ¡Qué bien! Solo falta terminar el postre pero estoy a tiempo. Lamento mucho no haberte podido servir almuerzo, pero no he abierto durante todo el día para preparar la zona que se va a ocupar para esta cena.

         - No importa, almorcé en Eros.

Emma soltó un gruñido y yo me reí de su actitud.

La competencia más dura que tiene, era con un comedor griego que se encuentra a dos cuadras de aquí. La dueña de Eros aparecía constantemente en este lugar para molestar a mi hermana. Medusa deliraba por la receta del plato estrella de Emma, tanto que se parece a Plancton intentando robarle la fórmula secreta a Don Cangrejo. Aunque Emma siempre la sorprende y le termina pidiendo que salga del lugar.

         - ¿Dime que no te pidió la receta nuevamente?

        - No sé ni para que la quiere si su restaurante vende comida griega. Y sabes que por nada del mundo se la daría.- Sonreí ante su mueca.- ¿Qué postre preparas para esta noche?

        - Algo delicioso que va a encantar a todos.

Tomé una pequeña cuchara y la introduje en la mezcla. Emma espero mi aprobación. Pero nunca decepcionaba con las preparaciones culinarias.

        - Está delicioso. ¿Me apartas un poquito?

        - Sabes que sí. Cámbiate de ropa. Yo iré dejando esto en el refrigerador.

Corrí al lavabo a cambiarme la ropa por el uniforme que tendría que usar esa noche, ya que no tuve tiempo antes de salir de casa.

No me pagarían por darle órdenes a los meseros del local, sabía que contratar a un administrador es costoso, más si sólo se requería de vez en cuanto.

Cuando Emma abrió el restaurante le prometí que la ayudaría en lo que pudiera y no le cobraría ni un solo peso porque sabía que se gastó todo el dinero que había ahorrado durante años en su sueño, a cambio almorzaba gratis. Era un beneficio para ambas, Emma se encargaba de supervisar que estuviera comiendo bien aunque fuera una sola vez al día y yo almorzaba comida de calidad.

Todo el mundo se movía de un lugar a otro porque los primeros invitados comenzaron a llegar después de las diez de la noche.

Mi deber consistía en ubicarlos en sus mesas respectivas y preséntalos al mesero que los atendería durante la noche.

Emma apareció con un vestido largo y de color azul oscuro, se había peinado su cabello desordenado y llevaba un recogido elegante, su maquillaje a pesar de ser ligero le adornaba el rostro blanco. Había dejado atrás su delantal morado. Se veía preciosa. Le hice unas fotos sin que se diera cuenta y se las envié a Arthur.

PerspectivaWhere stories live. Discover now