Capitulo 13

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Capítulo 13.

Eran las cuatro de la tarde y en mi escritorio había tantos informes financieros que cualquiera que los viera renunciaría en ese mismo instante. Debía revisar que las cifras concordaran y luego llevarlos a otros departamentos.

Durante esta semana, se me pasaron dos informes, uno llevaba cifras incorrectas y no me percate de eso, mientras que el otro no fue entregado a tiempo. Recibí como consecuencia un par de gritos de mi jefe.

Estaba en la revisión final de uno de ellos, cuando alguien simplemente entró en mi oficina sin llamar siquiera. Detrás venía Valeria pidiéndole que esperara, la miré enojada porque le pedí expresamente que no quería que nadie me molestara. Mientras que Alexander esbozaba su mejor sonrisa, algo demoniaca para mi gusto pero ya estaba dentro.

         - Sam, te juro que le dije que no estabas recibiendo visitas, pero no me escucho, solo entró.

         - Está bien, Valeria. Ve a tu puesto, por favor y cierra la puerta.

Valeria salió disparada, pensaba a diario que quería matarla. Y sin mentir, si existían un par de ocasiones donde quería su cabeza en sobre mi repisa por ser descuidada y poco prolija en su trabajo, pero en estas semanas ni siquiera he tenido ganas de gritarle, aunque ella lo interpreta como si estuviera apunto de ser despedida.

       - ¿Cómo va la vida, querida Sam?

Tome un poco de aire y enfrente a Alexander. Llevaba un abrigo largo y parecía que fue confeccionado con piel de animal, su sonrisa, para mi gusto muy exagerada, resplandecía en medio de la oscuridad que el tiempo en la ciudad ofrecía.

       - Cansada, mucho trabajo como puedes ver, razón por la que no estoy recibiendo visitas.

        - Se te nota en la cara. Necesitas más maquillaje en mi opinión.

Se sentó frente a mí en las sillas del escritorio. Su frase final fue un desatino en su totalidad.

        - Qué has venido a hacer hoy por aquí?

        - Pasaba para invitarte esta noche a cenar, prometo que será en un lugar apropiado para ti. Me gustaría conversar contigo.

La invitación de Alexander tenía un tono como de disgusto. Sin embargo, lo que menos deseaba era salir de noche, quería descansar, echarme en el sofá de mi departamento y ver algo de televisión.

       - Lo siento, Alexander pero tengo que rechazar tu invitación, no estoy de ánimos.

       - ¡Uuf! Eres una mujer muy complicada, Sam. Yo intento ser muy amable y atento pero por lo visto te pones desafiante.

       -  Alexander...

       - ¡Basta! Al parecer nada te gusta, ni las flores, mucho menos mis invitaciones, pero para el villano de seguro si tendrás tiempo.

Lo miré sorprendida, sin entender a qué se refería. Darkness no tenía relación alguna con él o conmigo en estos momentos, así que su abrupto enojo me molestó bastante. Me paré de mi asiento para mirarlo directamente a esos ojos verdes.

        - Serás un gran empresario, pero yo no soy tu empleada, si digo que no, es no. No deseo salir contigo ni ahora ni nunca más. No porque yo no esté a tu nivel, sino porque tú no lo estás a mi nivel. Puedes ir a mezclar temas y a debatir sobre esos dos imbéciles que se golpean hasta perder la razón con cualquier otra persona, si es necesario pagarles para que te escuchen. Pero a mí, déjame en paz. He tenido semanas espantosas para tener que aguantar a un patán engreído y narcisista que no es capaz de ver más allá de su perfecta nariz que hay personas que no la están pasando bien. Así que por favor retírate de mi oficina o voy a llamar a los guardias para que te saquen de mi vista.

PerspectivaWhere stories live. Discover now