Capítulo 3

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Capítulo 3.

Me levanté de la cama una vez que sonó el despertador, los ruidos me confirmaron lo que durante el último tiempo he odiado, Emma ya estaba en pie. Se mudó a mi departamento luego del accidente en altura por el miedo a que me volvieran a secuestrar.

Habían pasado más de 4 meses desde ese episodio y todavía no podía recuperarme del todo.

Todavía intento recordar lo que paso aquella mañana cuando abrí la puerta, pero seguía en negro. Los médicos concordaron que fue algún tipo de droga que borró parte de mis recuerdos como consecuencia adversa del consumo involuntario.

Ese día estaba preparada para ir a trabajar, solo faltaba que terminara de tomar el café que preparé como parte de mi desayuno. El timbre sonó de forma insistente y me apresure a abrir la puerta, ni siquiera mire antes de hacerlo. Mis recuerdos se detenían hasta ahí y luego los retomaba una vez que desperté en aquel edificio.

A pesar de que Emma es mi hermana, hay veces en que se vuelve insoportable y deseo volver a vivir sola, sus zapatos y carteras estaban en todas partes y de solo ver el desorden me dolía la cabeza.

Al momento de salir de mi habitación el olor de la comida recién hecha me recibió con su agradable aroma y caminé hasta el comedor donde ya se encontraba mi primera comida del día lista.

Si, mi hermana podía ser un dolor de culo con sus desórdenes pero su comida era lo único que necesitaba para empezar el día contenta.

Emma siempre amó la cocina, desde niña miraba programas de televisión, leía y coleccionaba libros con recetas. Con ocho años cocinaba pasteles y hacía platos que a mi madre se le dificultaban. A medida que fue creciendo, su refugió fue la cocina, por lo que cuando decidió seguir estudiando, nadie se sorprendió que eligiera la carrera de gastronomía. Era maravillosa, todos la elogiaban y cuando se licenció, recibió muchas ofertas de buenos restaurantes tanto en el país como fuera, pero no aceptó. No quería dejar sola a tía Elaine y se esforzó mucho para abrir el restaurante de la ciudad.

              - Emma, debes dejar de preparar este desayuno, porque la ropa comienza a apretarme.

En la mesa se extendían unos deliciosos bollos y panes junto a un café recién hecho.

              - Se nota que no comes bien cuando yo no estoy.

              - Una taza de café funciona perfecto y con eso es suficiente.

             - Una taza de café no cuenta como desayuno, solamente. Debes acompañarlo con algún tipo de pan por ejemplo.

Emma me miró como solía hacerlo papá cuando no seguía sus órdenes. Colocaba los ojos de esa manera extraña que nunca entendí como hacerlo, se le formaba una pequeña arruga en la frente. Como era de esperar, me reí de su actitud y ella se enfadó aún más. Pero cambió de tema porque sabía que discutir conmigo no serviría de nada.

             - Sam, acuérdate que esta tarde tienes médico.

Asentí con la cabeza mientras masticaba un trocito de queso. Comprendía su preocupación y aunque todavía me costaba mover mi brazo a consecuencia del accidente, ya estaba harta de visitar médicos y de la rehabilitación, porque todos querían saber la historia y sus miradas de desaprobación cuando contaba que el villano me salvó de morir eran desgastantes ya que nadie creía que que él era capaz de hacer cosas buenas.

Al atravesar la ventana de forma violenta junto a Darkness, me herí el brazo izquierdo con los pedazos de cristal que saltaron, uno fue extremadamente grande y se encajó en mi piel lesionando un músculo, por lo que tuve que someterme a un tratamiento, lo que evitó que me sometieran a cirugía más compleja para reparar la lesión.

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