Capítulo 27

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Capítulo 27

El sonido de un monitor cardíaco me alertó de que algo no iba bien, en cambio mi respiración se hizo irregular, abrí los ojos y los volví a cerrar.

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Podía escuchar hablar a alguien pero lo hacía tan bajito que apenas comprendía que era lo que sucedía, así que volví a dormir.

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Alguien me toco el pecho, supuse que revisaba algo, los dedos iban por todas partes, pero se sentían extraños.

Suspire y volví a la oscuridad en la que estaba tranquila.

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  - ¿Algún día abrirá sus ojos? Estoy tan cansada de solo mirarla en esa camilla, Alanna.

Palabras como camilla y Alanna me desorientaron, porque pensé que estaba durmiendo en mi hogar, por lo que, me inquieté y quise levantarme, pero algo tiró de mí.

El olor a hospital me golpeó fuerte y arrugue la nariz, ante la sensación de estar en un lugar que me generaba pánico porque nada bueno venía con estar en un lugar como este.

Una manos cariñosas, no como las otras que me tocaron tantas veces, sujetaron mis hombros. Abrí los ojos pero la luz me cegaba, deseaba volver a la oscuridad.

   - Sam, soy Emma, despierta.

   - Emma ten cuidado, no la presiones.

Hablaban tan bajito que me causo un poco de miedo, porque sabía que sus reacciones a mi salud solo podía indicar que estaba delicada.

Mis ojos se fueron acostumbrando a la luz de la habitaciòn, lo primero que pude ver fue la sábana que me arropaba hasta el pecho, luego fue la ventana que estaba frente a mí, afuera estaba oscuro y las sombras de la noche se proyectaban hacía la habitación y luego dos rostros que me miraban con preocupación.

Alanna y Emma se erguían a mi costado, una de ellas apoyaba una de sus manos en mi cabeza.

   - ¡Estás viva!

De forma incontrolada, se deslizaron por mis mejillas, lágrimas al verlas, mi cabeza daba vueltas y no comprendía la razón de estar en el hospital.

   - ¿Qué... qué pasó? - Mi voz era un quejido seco y apenas era audible.

Alanna salió de la habitaciòn.

  - Tranquila, fue por un médico, necesita verificar que todo esté bien dentro de esa cabecita.

Casi grité al ver que su cabeza estaba vendada y su brazo escondido detrás de una escayola, quise levantar mi brazo para tomar sus manos pero no obedecían mis órdenes.

  - ¿Por qué llevas la cabeza vendada? ¿ y tu brazo? ¿Tuvimos un accidente?

  - Tranquila Sam, yo estoy bien.

  - Pero no entiendo.

En ese momento entró un médico junto a la enfermera, ambos leían los monitores, revisaban mis signos vitales e incluso me hicieron un examen visual con una linterna.

   - Samanta, ¿sabes qué día es?

Trate de recordar qué día era, sabía que era de noche porque por la ventana no se veía luz, pero no podía orientarme. Moví la cabeza lateralmente indicando que no lo sabía.

   - Puedes decirme tu nombre completo

Eso sí lo sabía.

   - Me llamo Samanta Stephany Thomson.

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