CAPÍTULO 3

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ALEXANDER VITAL.

Me encontraba en medio de las risas de mis compañeros que ya se encontraban alcoholizados y eso me sorprendía ya que solamente habíamos ido a comer a un bar cerca del cuartel, en este momento me arrepentía muy en el fondo de haber dicho que quería salir con ellos.

-Vamos Vital, no pongas esa cara de amargado- susurró Ethan abrazando a la botella de vino tinto que había encontrado entre las bebidas de extraña procedencia del bar.

-Si me hubieran dicho que estaría de niñera directamente me quedaba en el cuartel- gruñí con la vista fija en la carretera.

Para mi mala suerte me tocaba acompañarlos hacía la discoteca que quedaba a unos cuantos kilómetros de donde habíamos estado con anterioridad, según sus pobres explicaciones de borrachos la dueña no era más que Victoria Smirnova.

Vaya lugar a donde me traían.

-¿Y en que ves lo divertido si te decíamos que nos alcoholizamos así tu tendrías que llevarnos?- interrogó mi otro amigo queriendo mirar hacía mi lugar pero fallando en los intentos.

Respiré profundo apartando la idea de dejarlos tirados en sus departamentos e irme hacía mi lugar de descanso, tenía que dejar de comportarme como mi padre; amargado y gruñón, tenía veinticinco años y tenía que aprovecharlo.

Esa era la manera más pasable en la que podía imaginar para no arrepentirme y volver a casa.

Seguí conduciendo al mismo tiempo que los escuchaba intentar mencionar el abecedario de atrás hacía adelante para que el de seguridad se quedará perplejo por el nivel de alcoholismo, pensaban muy en el fondo que los dejarían pasar si lograban hacer un cuatro con las piernas.

A veces me sorprendía el nivel de inteligencia que tenían mis amigos pero no quería cuestionar sus habilidades de borrachos entrenados, suspire al momento que me estacionaba medianamente cerca de la entrada del bar, baje con las llaves en mano mientras veía como mis compañeros intentaban bajar del vehículo con normalidad, aparentando sobriedad.

Caminamos a la par al mismo tiempo que me colocaban en el medio para que con mi altura y musculatura pudiera llevarlos sin que nadie se diera cuenta de su estado, seguimos el caminó hacía la puerta donde un hombre de aspecto intimidante nos miró de arriba abajo al momento que nos dejaba pasar con la mirada puesta en el exterior.

Si fuera un novato en el oficio de policía podría decir que era una mirada común, pero ahora pensaba con claridad para darme cuenta que esa observación hacía afuera se trataba de una sola cosa: Estaba esperando a alguien gordo, a lo que voy es que la persona que llegaría en minutos o segundos era uno de los jefes, posiblemente podría ser Victoria o su propio padre con su señora.

Dejé pasar las ideas que surcaban mis pensamientos ya que venía aquí para divertirme no para analizar el porte de personas que conocía, pasamos por la puerta al momento que las luces nos golpeaban en la cara, mis aliados se tambalean por unos instantes pero recuperaron el equilibrio cuando sus ojos abarcan a tres señoritas que se encontraban en la barra sirviendo tragos a una velocidad extraordinaria.

Pero una de ellas me llamó la atención, había una chica que se encontraba apoyada contra la barra mientras movía su cabello rubio y lo corría de su cara, vi el momento exacto donde ella movió la cabeza hacía mí.

Una inexplicable corriente eléctrica atravesó mi cuerpo cuando unos ojos azules se juntaron con mis dos ambar que le devolvieron el mirar con una sonrisa que no podía explicar, ella me examinaba con la cabeza ladeada al mismo tiempo que se acercó a un chico que pidió una bebida, y en ese instante quise ser yo al que tenía enfrente.

Reaccione cuando sentí un golpe fuerte sobre mi hombro del lado donde Ethan me había usado como soporte, giré mi cabeza hacía él al mismo tiempo que él corría su cara quedando frente a mí, me sonrió para luego hablar.

-Gracias por traernos amigo mío- mencionó.

Arrugué la nariz al segundo que percibí el olor del alcohol que inundaba su boca en demasía, los solté cuando ambos me pecharon hacía atrás para luego agarrarme a la fuerza para dejarme frente a la rubia que me miró con diversión.

-¿Se te ofrece algo?- interrogó apoyando sus brazos sobre la base lisa de la barra.

Me aclaré la garganta al momento que me acomodaba sobre el taburete que quedaba pequeño por mi contextura física, le sonreí como todo un don juan al instante que le respondía.

-¿Algo que me recomiendes?- contraataque.

-Irse del bar por ejemplo- contestó

Ella sonrió al momento que se alejaba de mi lado mientras se encaminaba hacía la vitrina llena de botellas que se exhiben delante de mí presencia, por un par de minutos tuve la pequeña necesidad de bajar la mirada hacía su bien formado trasero que se encontraba enfundado en una mini falda color negra, pero su comentario me quieto la muy brillante idea la cual quise realizar.

-Ojos arriba campeón, no quiero tener que sacarte a patadas de mi lugar de trabajo- advirtió con una risa incluida.

-Tranquila chica que de aquí saldré con tu número telefónico si es que tengo suerte, pero no te preocupes lo lograré- le dije mirando sus ojos cuando volvió hacía mí.

-Eres un chico carismático pero tienes la astucia de un perro, nula- comentó haciendo girar mi billetera entre sus dedos pequeños y largos donde se encontraba una manicura perfecta.

-Tu vigilancia opaca mucho tus habilidades- opine mostrándole su móvil.

Ella me observó con una sonrisa al momento que me devolvía la billetera pero yo tenía otra intención.

-Por poco tiempo no logré averiguar tu contraseña pero en serio me gustaría saber como te llamas y tu número- expuse dejando el móvil sobre la barra.

La chica lo miró por unos segundos para luego acercar su cara hacía mi con una sonrisa divertida en su rostro, sostuvo su teléfono móvil en sus manos y se fue acercando más a mí, llego a mi oído en completo silencio obviando lo alto que se encontraba la música pude comprender lo que me dijo.

-Para ti la víbora negra, Coba- murmuró.

Quede desorientado por la mención del sobrenombre que había dicho, la única que lo conocía era la persona que era dueña del club donde me encontraba, pero cuando quise levantar la cabeza para lograr saber más a fondo del por que de las cosas las luces se apagaron de golpe, me giré con precaución alzando mi arma que se encontraba en mis pantalones pero al segundo luces de colores se prendieron enfocando en el medio del lugar ocasionando el grito de las personas que estaban en la estancia.

Cuando pude tener una visión periférica de mi alrededor volví a girar hacía la barra pero me lleve una sorpresa cuando delante de mí había una chica morena que me miraba con atención mientras me ofrecía un recibo con mi nombre en él.

-Tome Señor, es su cuenta- me comunicó con una sonrisa apenada.

Sacudí la cabeza al momento que movía mi billetera que se encontraba encima de la barra, saque un par de billetes y se los dí con la mirada perdida en mis costados.

-Quédate el vuelto, quería saber una cosa- le pedí al instante que me paraba de mi asiento.

Asintió una sola vez, suspiré mientras veía hacía mis lados buscando a mis amigos pero fracase cuando las luces volvieron a apagarse de pronto, me quedé parado esperando que la iluminación volviera a la normalidad para volver a hablar con la chica, cuando eso sucedió me enfrente a la joven que examinó su alrededor con frialdad, parecía que estos cortes de electricidad no eran comunes pero no veía que ella entrara en pánico o algo parecido.

-¿La chica rubia trabaja siempre aquí?- le pregunté queriendo saber más de ella.

-En ocasiones- respondió para luego ella se fuera dejándome solo.

De ahí me fui, sin mis amigos ni el número de la chica.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora