CAPÍTULO 13

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VICTORIA SMIRNOVA

Mi espalda golpeaba sobre la pared metálica que sostenía mi cuerpo mientras observaba cómo los policías rondaban por fuera de la celda donde me había puesto hace unos minutos después de que prácticamente los prisioneros gritaron de emoción por verme en ese lugar.

Cada día me daba cuenta que la humanidad era de lo más inestable que había en él mundo.

Para consecuencia para mí me habían colocado en medio de dos hombres que uno a mi izquierda aparentaba mi edad y el de la derecha parecía que cursaba la edad media, o sea pasaba los sesenta, ambos no hacían más que mirar hacía donde yo me encontraba sentada en la silla de metal, la celda tenía tres paredes de rejas que dejaban al descubierto logrando que la otra persona que tenías al lado podría ver que estabas haciendo con total voluntad.

Trate con todas mis fuerzas dejar de lado la manera muy espeluznante con la que examinaban mis movimientos de cabeza y manos, estaba cansada de estar en ese lugar pero no podía irme hasta que Máximo active la alarma antiincendios, el muy idiota tenía que organizar una ceremonia extremadamente ostentosa para dar a conocer al nuevo líder de la mafia Francesa que se celebraría en días y luego de eso tendría que venir a buscarme para sacarme de este lugar lo más rápido posible para volver a poner orden en mis territorios.

Ignore el momento en él cual uno de los presos que estaban a mis lados se levantó de su silla al instante que se acercó a las rejas a mi lado izquierdo, observó al guardia que parecía estar dormido en un profundo sueño pero no dejaba de lado el arma que sostenía entre sus manos sin mucho cuidado, sería fácil arrebatárselo sin que nadie se diera cuenta pero para beneficio de él no lograría salir de mi celda sin que un interruptor con alarma se activará de golpe apenas pusiera un pie fuera de la caja metálica.

-Smirnova- susurro el tipo de mi izquierda con la mirada puesta en el convaleciente policía.

Giré mi cabeza hacía él al mismo tiempo que su mirada gris abarcaba todas mis facciones con una sonrisa divertida pero oscura, podía verlo en sus ojos, él tipo no era otro más que uno de los hombres del Boss, tenía el conocimiento suficiente para saber cuando una persona está realmente loca a un individuo que ni siquiera puede levantar un arma con la seguridad de salir ileso de esa actividad, analice su ropa que consistía en un traje a la medida de color negro, sus manos tenían anillos en cada dedo que dejaba a la vista cuando coloco sus refinadas extremidades alrededor de las rejas que se movieron un poco para luego sacar los barrotes como si fueran una simple tira de dulce blando que el hombre lograba moldear a su antojo.

Camino despectivo hacía donde me encontraba quedando frente a mí al instante que flexionaba sus rodillas quedando a mi altura, me observó con los ojos entrecerrados por unos instantes, la mayoría de las personas que habían conseguido verle la cara a mi padre me decía que era muy parecida a él como a mi madre.

-El Boss quiere verte- murmuró con rapidez sin levantar mucho la voz.

Solamente asentí a sus palabras ya que otra cosa no lograría hacer, si molestaba aunque sea un poco al Boss mi vida estaría más que acabada, podía tener todo el poder que quisiera pero por encima de mí estaba el hombre que me acababan de mencionar, el tipo supuestamente había sido relativamente la contra de mi padre desde siglos inimaginables aunque se decía que en algún momento ellos fueron amigos pero fue mucho antes de que ambos hubieran sido reclutados para diferentes bandos.

El ruido de una puerta abriéndose me volvió a la realidad, levanté la mirada para encontrarme con un hombre completamente de negro que en sus manos se encontraban guantes de látex del mismo color que su traje al mismo tiempo que sostenía un bastón que me dejaba clara su edad, no logré ver sus facciones por el hecho de que en su cara había una gran máscara negra parecida a las que usaban en el teatro, las facciones de ese pequeño accesorio parecía felices pero estaba segura que detrás de esa careta se escondía un rostro sombrío.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora