CAPÍTULO 12

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BOSS..

Esperaba con paciencia que las puertas de mi despacho se abrieran para que de ahí salieran las buenas noticias pero en vez de encontrar una despampanante rubia que oscila sus cadera hacía los lados escuche los pasos de zapatos de hombre a la vez que la entrada a mi morada se abrió dejándome ver la sombra de un tipo que tenía las misma facciones que una chica que en este momento estaba seguro que estaba entre las rejas por las noticias que circularon con gran velocidad gracias a mis hombres que mandaban sobre el periódico.

Me quedé apoyado contra la silla de mi escritorio al mismo tiempo que juntaba mis manos sobre mi mentón mientras mi mirada se paseaba por el saco negro que cubría su cuerpo y sus zapatos azules que le hacían aparentar menos de la edad que en realidad tenía.

-¿Lo conseguiste?- interrogó con la furia saliendo a montones de sus ojos.

Dejé que se sentará frente a mí sin siquiera mencionar palabra, en su mirada dejaba ver toda la ira que tenía acumulada en su ser por el simple hecho de tenerme frente a él y no poder hacer nada contra mí, sabía que odiaba con su vida como estaba jugando con su niña adorada pero a mi me daba igual sus pensamientos o como quedaría todo a mi alrededor.

-Ella debe estar detrás de unas rejas enormes que le aguardaban hace tanto tiempo- le respondí con simpleza sin mostrar como me molestaba verle la cara de imbécil frente a mí.

Aún recuerdo esa noche...

Como me arrebató la vida de la persona más importante que tenía en mi vida dejándome un niño que fue el culpable de todas mis desgracias...

Ese día juré por la muerte de mi mujer que los Smirnova iban a pagar sangre con sangre los años de agonía que había vivido sin descanso, aparentando una fachada de hombre intachable hasta que desaparecí de la vida de todos sin siquiera dejar rastro alguno.

-Recuerda tu trato Boss, quieres pensar muy en el fondo de tu mente que eres más poderoso que yo pero solamente nosotros sabemos que nunca llegarás a mis talones aunque quieras- alardeo mirando hacía mi con la misma cara que hacía cuando era adolescente.

Lo examine con la misma falsedad con la que me movía entre mi gente en el momento que le respondía con algo aún peor.

-Mi heredero la asesinara sin preámbulos, sabes que son de mundos diferentes y hay uno que no es como tu hija- rete.

El invitado que tenía frente a mí se removió en la silla con clara incomodidad por mencionar a mi muchacho.

-Ten mucho cuidado si llego a enterarme que has dañar a mi hija en tus estúpidos dominios, sabes que ella saldrá ilesa de todo sin siquiera mover un dedo, lleva mi sangre por lo que la convierte en la máquina asesina más grande que hay en Francia- amenazó como si estuviera en posición de hacerlo en algún momento.

Se paro de la silla con la mirada puesta en mis manos al mismo tiempo que se giraba hacía donde se encontraba la puerta, el silencio se hizo denso por toda la estancia logrando que cuando sostuvo el picaporte se escuchará un pequeño crujido por parte del artefacto por la fuerza que ejerció mi invitado en él.

Admire como frente a él aparecía la figura delgada de mi espía que con una sonrisa confirmaba lo que tanto deseaba desde que supe lo que pasaba en la superficie de la ciudad, la vi entrar y caminar hacía mi dejando de lado el portazo que se escucho un poco lejos de nosotros.

-Por tu presencia me imagino que tienes buenas noticias- murmuré sacando un cigarrillo de la caja de al lado de mi computadora.

Ella sonrió por inercia al mismo tiempo que asentía a mis palabras con normalidad.

Victoria Smirnova había caído y Vital se despidió de su estúpido enamoramiento.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora