CAPÍTULO 6

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ALEXANDER VITAL.

Esa chica era realmente hermosa y siendo sincero conmigo mismo me tenía a sus pies desde hace tanto tiempo que ya perdí la cuenta.

Me quedé mirando por donde Victoria se había perdido con sus hombres al mismo tiempo que memorizaba desde el momento cero desde que la vi por primera vez, era una chiquilla que miraba a todos sobre el hombro sin importarle cómo le podría caerle a las personas, era temerosa pero lo dejaba a un lado cuando su familia estaba en peligro, desde que tengo memoria que conozco todos sus gustos.

Victoria era lo único que tenía en mi vida que no tenía nada que ver con la policía.

Su nombre fue lo primero que supe decir con claridad desde los cinco años, la primera vez que peleamos fue por una burla que ella me hizo cuando íbamos a primaria, nuestra primer batalla cuerpo a cuerpo tomó lugar cuando la encontré robando en unos de mis cuarteles cuando la encarcele.

Era ese pedazo de peligro que mi vida necesitaba y yo la pequeña pizca de normalidad que ella anhelaba.

Volví a la realidad cuando fui empujado por mis compañeros hacia atrás mientras Manuel y Ethan comenzaron una pelea verbal con uno de los periodistas que se encontraba en la escena que no dejaba de insistir con el tema de que necesitaba noticias para su periódico, los admiré en silencio mientras sonreía por la actitud infantil que tenían mis acompañantes.

Pero toda la diversión se vio opacada cuando el periodista que estaba por ser acribillado por Manuel levantó un arma contra él mientras tenía la osadía de amenazar con el arma en la frente de mi amigo.

Manuel lo miró con una sonrisa mientras escuchaba los gritos de las damas que se encontraban presentes a nuestro alrededor, sin permitir que siguiera poniendo en peligro a ambos levanté mi arma de un solo movimiento al mismo tiempo que apuntaba hacía el arriba de mi cabeza y disparaba dos veces ocasionando que todos se tiraran al suelo menos mis compañeros con demás policías que formaron un fila hacia los lados de mi.

-Nadie, absolutamente nadie pone en riesgo a uno de mis servidores- grité caminando hacía el imbécil que se tiró al suelo con la pobre intención de que no lo agarrara.

Sostuve el arma entre mis manos mientras la examinaba para llegar a la conclusión de que era de juguete, me giré dándosela a una de mis agentes que la sostuvo con guantes y la metió en una bolsa, volví a girarme al instante que lo levantaba de la ropa y lo hacía caminar hacia uno de los autos policiales que tenía a mi disposición.

Abrí la puerta del vehículo con gran velocidad mientras lo hacía sentar en el asiento detrás del conductor, con una sola seña les hice saber a mis hombres que tenían que hacer, la escena del crimen estaba siendo evaluada por los forense por lo que simplemente arranque el auto y salí disparado hacia el tráfico que comenzaba a escasear por la hora, observé mi reloj: cinco de la tarde.

Me concentré en la carretera mientras escuchaba como el periodista suspira con pesar pero no pasaba la oportunidad de admirar como era el coche por dentro como si eso le fuera agradar en algún momento cercano, sonreí cuando la presencia de Victoria volvió a colarse por mi mente como si fuera el producto de una mala broma que mi cerebro me jugaba para que entendiera una vez por todas que ella sería mi perdición.

Escuché como mi móvil sonaba por debajo del chaleco antibalas que se ajustaba a mi cuerpo con gran hazaña, lo quise ignorar para no volver a cometer una locura como la de hace unos minutos pero el pequeño aparato parecía no querer cooperar conmigo.

-Se te incendia el móvil Vital- murmuró mi arrestado al mismo tiempo que se sostenía de la tela que tenía el vehículo y cumplía la función de separarnos.

Resople al mismo tiempo que sacaba el aparato de mi chaleco con gran rapidez tratando de mantener la calma, porque si explotaba estaba seguro que nadie me detendría hasta desquitarme con una pelinegra que ronda por mi mente y no de la manera más razonable.

Sostuve el condenado aparato al instante que observé el número no registrado que figuraba en la pantalla como una advertencia de que algo pasaría y viendo las circunstancias no sería nada bueno para mí.

-Vital- contesté cómo lo hacía la mayoría de los policías cuando eran llamados de esta índole: desconocidas.

Escuche la risa femenina que estaba a nada de volverme loco.

-Un poco de empatía estaría bien, te salve la vida genio- comentó riendo a la par.

Sonreí.

-¿Me podrías decir como conseguiste mi número?- interrogue con diversión observando como mi acompañante estaba prácticamente pegado a la tela que nos separaba para escuchar atentamente mi conversación.

-Soy mafiosa Vital, tengo mis medios para conseguir lo que tanto quiero- respondió.

-¿Soy yo lo que tanto quieres?- pregunté sin perder de vista el camino.

La línea se quedó en silencio al mismo tiempo que mis ganas de colgar para pasar desapercibido en mi gran error dejando en claro mis intenciones con ella crecían con gran velocidad.

-¿Te crees tan importante como para que mueva a más de veinte hombres para tener tu número telefónico en mis manos? Detesto decepcionarte pero lo hago todos los días- dijo con una disimulada risa entre sus palabras.

-Si eso te hace sentir mejor, lo acepto, ahora ve al grano porque tengo a un delincuente en mis manos- le recordé si no es que no vio los noticieros en estos momentos.

La línea volvió a quedarse en silencio por unos minutos para luego decirme lo que quiso desde el principio.

-La fiesta se hará esta noche, según mis informantes en las distintas dinastías Francesas piensan que estaré desprotegida así que ahí es donde entras tú malenkiy soldat- "soldadito" mencionó con rapidez mientras escuchaba como hablaba en ruso con otras personas.

-¿Así como tu guardia personal piccola aquila?- "pequeña águila" exclamé tratando de hacerla perder el tiempo conmigo.

-¿Quieres cuidarme como un guardia personal Coba?- contraataca.

-Toda la vida he sido tu perseguidor que difícil será ser tu guardia personal- le respondí para después cortarle la llamada al mismo tiempo que llegaba al cuartel con gran velocidad de mi parte.

Mientras estacionaba tratando de aparentar normalidad escuche la risa exagerada de mi acompañante al mismo tiempo que lo veía bajar del auto con tranquilidad y viajaba la mirada hacía mí logrando ponerse frente a frente conmigo sin dejar de sonreír.

-Llámame loco pero se que esa chica terminara en tus brazos o tu en los de ella- me dijo para luego caminar hacía las puertas del cuartel con la normalidad de cualquier policía que pasaba por la escena.

En efecto, estaba demente.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora