CAPÍTULO 16

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VICTORIA SMIRNOVA.

La lluvia bañaba mi cuerpo mientras veía como el pequeño animal se dispersaba por el bosque con el que contaba la casa, mi mente estaba dispersa entre los eventos que habían pasado desde que salí de la celda, la noticia de mi muerte no se hizo esperar en los grandes periódicos que difundieron la información como si fuera la mejor primicia que podría poner, aunque se olvidaron mencionar como el Boss salía de la comisaría con gran velocidad para meterse dentro de uno de los autos que tenía a su disposición Calum.

Tenía las imágenes del lugar después del incendio que se terminó luego de que consumiera toda la estancia con gran rapidez, vi el momento justo cuando Alexander traspasaba las puertas de los escombros que quedaban por el fuego, analice sus gestos que lograban conseguir que una lágrima saliera de mis ojos cuando percibí como estaba a nada de derrumbarse por mi muerte pero esa escena nunca me la creí.

Sabía de antemano que en ese momento se encontraba en un club nocturno que abría todo el día cuando el bar era comprado por idiotas que no dormían por simple capricho.

Largue el aire en el momento que mis oídos captaron los movimientos sutiles que tenía el animal mientras se movía de una manera tranquila, lo había comprado hace más de dos horas y me pareció una buena idea tener una práctica para poder vencer dentro de la cacería, aunque dudaba que Máximo haya organizado una cacería de animales ya que se volvía violenta para luego todo se salía de control de una manera espeluznante logrando que todos quedáramos cubiertos de sangre.

Era un verdadero misterio que se haría esta noche ya que mi hermano no me comunicó las actividades previstas para la fiesta y en pocas palabras lo agradecía.

Sabía que ganaría, él siempre confiaba en mí como yo lo hacía con él.

Observé cómo la criatura se movía cerca de donde yo me encontraba, me había subido encima de un árbol luego de dejarlo libre unos metros lejos de mí para conseguir que el animal no percibiera mi olor ni mucho menos escuchar mis movimientos.

Levanté el arco sobre mi cara al instante que la pequeña bestia caminaba tranquila alejada por unos centímetros del árbol donde me había trepado, pero cuando quise apuntar y tirar la imagen de Alexander con una sonrisa surcó mi mente logrando que me desestabilizará de mi escondite consiguiendo así que cayera sobre mi pecho sobre el suelo lleno de hojas, levanté la cabeza al mismo tiempo que el animal se iba acercando a mí con su gran nariz asomada en el suelo oliendo las pequeñas ramas que lo cubrían.

En silencio traté de ir apartándome de donde había caído para conseguir que la bestia me siguiera siendo ignorante de mi presencia, como un gato me fui arrastrando por las hojas y ramas que iban crujiendo por mi peso a medida que me movía con velocidad inimaginable.

Cuando llegue a un árbol un poco más alejado de mi lugar principal logre pararme sobre mi eje y sostuve mi arco con fuerza mientras apuntaba a la pequeña criatura que me ignoraba a la vez que pastaba como si estuviera muerta de hambre, sin pensarlo dispare la flecha logrando que el proyectil le quedara clavado en el ojo izquierdo, el animal se quedó petrificado en su lugar mientras sus pequeños pies se movían de manera frenética.

Al cabo de unos minutos cayó hacía su lado derecho dejando sus pies hacía arriba, examine a mi presa mientras veía como respiraba por última vez dejando caer un pequeño hilo de humo blanco en el aire cuando su existencia se iba esfumando como las cálidas brisas de verano en este momento.

Pero no estaba satisfecha con solo clavarle una flecha, necesitaba sacarme toda esas energías que me estaba consumiendo, ese pinchazo de decepción no se iba de mi pecho y me apretaba el corazón sin que yo pudiera hacer nada, toda esa ira y ese amor no correspondido ardían dentro de mí consiguiendo que mis pensamientos se esfumaran dejando solamente a la sádica que nunca tuve que dejar ser.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora