CAPÍTULO 35

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ALEXANDER VITAL

Mi cuerpo dolía de la cantidad de golpes que había recibido por parte de Tairon..

El hombre estaba cegado por la ira desde que supo todo lo que pasó entre su hija y yo, le molestaba que ambos hayamos compartido más que unas simples palabras o golpes pero no podía decir que me arrepentía por recordar la vez que la bese y la cantidad de frases sinceras que salieron de mi boca en momentos claves o las suyas.

Las veces que deje en descubiertos mi sentimientos aunque supiera que ella no lograba entender lo que yo sentía.

Justo en este momento lo tenía frente a mí mientras acomodaba sus vendas sobre sus nudillos a la vez que mi padre se encontraba sentado a un lado de la escena contemplando la paliza que me esperaba, los observe con una sonrisa en mis labios que les dejaba en claro que mi estado mental no era el mejor, me tenían colgado hace más de tres horas, la oscuridad bailaba por mi alrededor dándome a conocer que pasabamos las doce de la noche.

Después de el primer puño me colgaron en el primer pilar que encontraron en esa sala, mis pies no tocaban el suelo y eso me daba igual ya que sabía la cantidad de golpizas que me llevaría por su parte, los observé a todos con aburrimiento mientras escuchaba sus murmuraciones sobre mi resistencia, jugaban con mi vida y sinceramente no me interesaba que podrían hacer conmigo cómo tampoco estaba muy en desacuerdo en que me moldearán a sus intereses, ambos querían a alguien fuerte y para mi desgracia había sido elegido para sus trampas inhumanas.

Las mujeres que estaban presentes en la sala admiraban la cantidad de cortes que se encontraban alojados en diferentes lugares de mi cuerpo, cabe recordar que me habían arrancado la camiseta dejando al descubierto mi pecho y abdomen, les sonreí al momento que les decía.

-La mirada hacía arriba señoritas- les dije con diversión.

Todas cambiaron de dirección sus miradas pero Tairon me sonrió al segundo que comentaba.

-No estás en posición de pedir nada Vital- me recordó.

Suspiré con nostalgia actuada al instante sacudía la cabeza en claro desacuerdo con sus palabras.

-Si estuviera tu hija no me importaría que me observará como ella solo podía hacerlo pero no me siento cómodo si son mujeres de baja calidad, ya sabes cuestiones de gustos, aunque a mi parecer me entiendes, te sucedió lo mismo con mi madre lastima que no te correspondio como Vic lo hizo conmigo- expliqué buscando su punto débil.

Victoria era su debilidad y la mía.

Sin verlo venir se acercó con paso amenazante mientras los gritos de las mujeres se hicieron presentes mientras que los guardias las sacaban dejando la sala completamente vacía, de lejos podía ver como mi padre se acomodaba en la punta de la mesa rectangular a la vez que agarraba un vaso de vidrio y lo llenaba con algo que parecía ser ron, subió la mirada hacía mí mientras escondía la satisfacción que le provocaba dejar que Tairon me hiciera daño por provocarlo con mis palabras.

Se paró frente a mí con los brazos sobre su pecho y su mirada azulada se torno negra mientras me examinaba como un ladrón admiraba una joya que estaba a punto de robar, giró su cabeza hacía la izquierda a la vez que yo la movía hacía la derecha, me sonrió al mismo tiempo que colocaba su dedo índice sobre el mentón para luego levantarme la cabeza así quedar en condiciones iguales.

Podía ser alto pero Smirnova sobrepasaba mi altura, el hombre tenía sus años encima pero parecía un tipo joven que recién entraba en la etapa más adulta pero lo que mas me seguía sorprendiendo era el parecido de padre e hija que compartían con la mayor, años habíamos creído que Vic era adoptada pero no cabía duda alguna que la misma sangre circulaba por sus cuerpos.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora