CAPÍTULO 37

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NICOLÁS BENEDETTI

Victoria cayó de rodillas mientras se tapaba la cara con las manos intentando cubrirse ante nosotros, ella pensaba que llorar era ser débil, que demostrar aunque sea algo parecido a los sentimientos te convertía una carnada fácil para tus enemigos.

Smirnova siempre reprimió todo lo que para ella no servía y de a poco se fue formando en un soldado que batalló a sangre fría sin una pizca de compasión pero se perdió en el camino y hasta el día de hoy no se encuentra.

Corrí hacía ella sin importarme absolutamente nada porque la amaba y siempre estaría junto a su alma sin molestarme en tener algo a cambio, resbale por la madera al mismo tiempo que la abrazaba tratando de cuidarla como lo hice desde que éramos niños pero ella no lo recordaba.

Su padre comenzó con las pruebas desde que ella tenía 10 años pero eran pequeñas dosis que no alteraban su mente cómo sus emociones, la cuidaba de una manera retorcida pero Vic nunca mostró signos de tener pocas defensas ya que al principio la usaban de la manera tradicional hasta que cumplió los quince y fue presentada en sociedad, desde ese momento se dieron cuenta que ella sería una grandiosa mafiosa pero muy dentro de Victoria reinaba el deseo de ser escritora profesional pero sus padres nunca la alentaron, para ellos no era más que una mujer que cumplía sus deseos.

La sostuve entre mis brazos con fuerza sin estar dispuesto a soltarla, la abracé mientras mi vista iba hacia la pareja que nos observaba entrecerrando sus ojos buscando la manera de descifrar lo que veían pero sinceramente ni yo podía saber a ciencia acierta cómo Victoria había caído rendida en mi abrazo y en este momento no quería averiguarlo.

Me levanté con ella a la vez que la acomodaba entre mis brazos sin dejar de mirar hacia el frente, giré sobre mis talones al mismo tiempo que escuchaba aplausos detrás de mí cómo si fuera una simple prueba hacia Victoria y que oyendo su celebración, la había pasado.

No me interesaba en lo más mínimo los experimentos que quisieran montar esos dos.

Caminé fuera de la sala mientras me dirigía hacia las escaleras que estuvieron rodeadas por guardias que en su ropa habían bultos los cuales me daban una idea de la cantidad de seguridad que tenían a su alrededor, me sentía satisfecho en haber sacado de Francia a Smirnova antes de que Máximo mandará a sus hombres detrás de mí paradero, según las últimas noticias dieron a conocer la muerte de la chica que tenía en mis manos, también me percate que las dos veces las cuales Victoria había fingido su muerte no salieron a la luz consiguiendo así que supiera con exactitud que todos sabían que era una mentira y me parecía obvio ya que Máximo seguramente había abierto la boca.

Tampoco era muy confidente con su sangre cómo podía apreciar.

Subí escalón por escalón mientras escuchaba cómo los hombres a mi alrededor murmuraban comentarios que no me di la libertad de escuchar cómo tampoco quería saberlo ni mucho menos tenía la intención de seguirle los juegos.

En ocasiones en las mafias entre los guardias existía rivalidad por dejarse ver entre mujeres de alto poder o dar entender cierta debilidad por algo ya fuera humano o sentimental, de ahí se agarraban para lograr desestabilizar a los enemigos que en pocas palabras eran compañeros de guerra.

Llegué el final de la escalera mientras en mi mente volvían las veces que tuve la necesidad de protegerla en las peleas entre niños mayores en el instituto, la muy salvaje creía que lograría vencer a los matones que querían darse a conocer entre los adultos, toda la vida pasamos por diferentes escuelas que tenían dentro la mafia o normales en la cual fue la primera vez donde conoció a Vital, donde la veían cómo un fenómeno por tener tal apellido, pero en la otra cara de las escuelas privadas donde el poder reinaban tanto cómo la posición en la mafia, en esas siempre Victoria estuvo en el ojo de muchos hombres que quisieron llegar más arriba que sus propios familiares o mujeres que querían usarla cómo amiga, pero ella nunca consiguió formar un vínculo amistoso con alguien más que no fuera conmigo.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora