CAPÍTULO 23

1.5K 118 10
                                    

La oscuridad se ceñía entre la mente de Alexander al momento que lo tendían sobre el suelo viendo hacía donde una inconsciente Victoria estaba tirada mientras su cara era manchada por el barro que había donde ella estaba acostada como si estuviera durmiendo plácidamente, eso era lo que pensaba Alexander, eso era lo que quería pasar por su mente para que sus demonios no se regocijará por su acción contra la chica que tanto amaba.

O eso quería pensar al instante que unas manos lo tomaban con fuerza mientras lo paraban sobre sus pies sin que los hombres de Máximo le diera tregua contra los músculos entumecidos que ahora mismo protestaban por los dedos que apretaban sus brazos con tanta fuerza que pensó muy en el fondo que en cualquier momento lo descuartizarían con gran facilidad pero lo que hizo tenía un porqué, pero él le prometió a su amada no revelar porque lo había hecho pero su mente se callaba cuando se dio cuenta que ella viviría, entre las tinieblas por unas horas pero tenía que resistir.

Lo colocaron frente a frente al menor de los Smirnova que lo observaba con la furia saliendo de sus orbes de tal manera que se desconocía por dentro, Máximo ardía por la rabia que tenía por la ahora sí verdadera muerte de su hermanita, la que amaba con toda su alma pero en ocasiones el poder podía más que un amor de hermanos.

Sin miramientos simplemente saco toda la rabia que la ocasión le había sembrado dentro de su mente como en el cuerpo, sus hombres sostuvieron a Alexander mientras Máximo se desquitaba con el a la vez que lo golpeaba en todas las zonas blandas que su cuerpo podría tener, pero la ira no se iba de su corazón y se incrustó mucho más cuando se giró sobre sus talones recordando porque había llegado a ese lugar, dejó que los otros soltaran al idiota que cayó de rodillas aguantado el dolor agudo que se extendía por todo su cuerpo con mayor facilidad.

El mafioso camino con las lágrimas en sus ojos mientras veía como su hermana permanecía tirada en el suelo con la sangre saliendo a montones de su abdomen, a simple vista el corte había sido brutal consiguiendo que se llevará la vida de la única familia que fingía tener, Máximo se debatía en si decir toda la verdad que venía guardando a medida que Vic se metió con la policía pero su mente le decía que no, que ya no había vuelta atrás y que ahora su hermana ya no estaba entre sus tropas y nunca más lo estaría para burlarse de él como cuando eran niños, que no lo golpearía sin razón aparente, que ya no la vería nunca más.

Aunque en realidad estaba equivocado pero Alex nunca mencionaría palabra alguna, porque se lo prometió. El cumplía sus promesas por más que le doliera ver como Vic yacía sobre el suelo sin vida, su corazón latía deprisa por la impotencia de no poder correr hacía ella para ayudarla pero su astucia podía más por el simple hecho de que si él hablaba, su plan se iría en picada con gran velocidad.

Alex observó a Máximo con frialdad al mismo tiempo que el menor de los Smirnova le devolvía la mirada con odio, el se les había adelantado a asesinar a su hermana, la cual la quería pero no tanto como para ponerla sobre sus negocios aunque se odiara por pensar que ella había caído y no había sido por su mano pero para Máximo Victoria solamente era una pieza de juego que tenía en su poder para mover a su antojo pero cuando el policía se metió en todo esto su querido plan tuvo que ser atrasado por unos días pero eso no sería por mucho, él como Victoria iban a caer.

Pero todo pensamiento suicida hacía el policía se desvaneció cuando entendió en ese desolado bosque que al que tenía enfrente no podía ser más que el Líder de la mafia Francesa, que el tipo odiado por su familia ahora mismo tenía el puesto que Máximo tanto quería, por lo que simplemente se inclinó logrando una reverencia magnifica al mismo tiempo que veía la sangre que tenía pegada los zapatos negros que tenía Alexander en ese momento.

Cuando se levantó lo observó cambiando por completo su estado de ánimo, con el General en el puesto de la mafia tendría la posibilidad de desenmascarar a su padre dejando en claro que el y el Boss fueron los responsables del robo al museo haciendo que quedará Victoria cómo la ladrona para poder juntarlos a ambos.

-Llevenlo a que se dé un baño y déjenlo listo para mandar sobre sus nuevas tropas, los quiero callados a todos sobre el nuevo jefe- les demandó Máximo a los hombres que tenían en sus garras a Alexander.

Antes de siquiera moverse Alex vio el momento exacto cuando unos tipos alzaban el cuerpo moribundo de Victoria al mismo tiempo que lo colocaban en una bolsa negra que quedaba descubierta la parte donde se podía ver la cara de la muerta, observó como la levantaron sin una pizca de sutileza al instante que la transportaban hacía la camioneta que los estaba esperando para irse hacía alguna casa o galpón donde la dejarían horas sin que nadie supiera qué hacer con tal eminencia, aunque Alexander lo dudaba ya que estaba seguro que no la dejarían sola ningún momento por el hecho de que ella valía, viva o muerta era la heredera de algo grande dentro de la Mafia por lo que le harían una gran ceremonia de sepelio pero a puertas cerradas con solamente su hermano y los hombres que servían ante ella

El policía ignoro cómo lo llevaron hacía la misma camioneta donde se encontraba el cuerpo sin vida de la heredera Smirnova aunque Alex quiso no observar hacía donde la chica dormía, por simple remordimiento que cada vez que veía hacía Victoria resurgió entre su mente logrando que pensará muy seriamente que la culpa la tenía él, que él la había condenado a una muerte indigna aunque su corazón le dijera todo lo contrarío.

Máximo subió a la camioneta luego de deshacerse de los cuerpos muertos de Benedetti y el joven Napoli, mientras veía esos cadáveres las ideas de un posible engaño llegaban a su mente ocasionando que se cuestionara si de verdad su hermana había muerto, existía la posibilidad de que está muerte sea fingida como la anterior en esa celda de comisaría por lo que caminó hacía las puertas traseras de la camioneta a la vez que las abría de par en par mostrando como Alexander le daba la espalda al muerto que yacía unos metros lejos de donde el búho se encontraba, el menor de los Smirnova lo ignoró como quiso al momento que abría la bolsa hasta los pies de la víctima.

El traidor examinó el cuerpo con ojos de forense como su padre le había enseñado hace tanto años cuando él carecía de la mentalidad suficiente para saber cómo identificar un muerto falso a un muerto que estaba en la otra vida de hace rato, era un experto en la materia pero en ocasiones como estas cuando su sistema sufría pequeñas imperfecciones no lograba congeniar sus ideas con lo que de verdad pasaba frente a él, sin más que investigar le colocó el dedo índice sobre su cuello al mismo tiempo que observaba su reloj de muñeca para dar con el fin de su diagnóstico.

Luego de toda esa treta de médico forense Máximo sacó su dedo del cuello de la que una vez fue su hermana y obtuvo lo que tanto quería saber pero a la vez le dolía estar en lo cierto: Victoria había muerto por el cuchillo que tenía en los compartimientos de sus pantalones en una bolsa de plástico que dejaba en claro que la sangre impregnada en él se trataba de la que Smirnova tenía en su cuerpo.

Cerró las puertas con fuerza al mismo tiempo que caminaba hacía la entrada del lado del acompañante de dicho vehículo, observó como uno de sus colegas se subía a su lado izquierdo en completo silencio pero el chico tenía algo que decir.

-Siento su perdida- murmuró una condolencia falsa que lo hacía creer que en verdad lo sentía pero Máximo no era un tipo fácil de engañar.

Asintió a la pequeña demostración de su compañero al mismo tiempo que paseaba la mirada por la ventana, perdiéndose en las nubes que tomaron el control del cielo como si ellas supieran que el día de hoy había muerto una persona, en su mente llegaba la imagen de sus padres diciéndole a su hermana que de alguna manera ella se encontraba conectada con el mundo ya que cuando ella estaba feliz el cielo parecía que iba a explotar de colores pero cuando una sola lágrima corría por sus mejillas regordetas el ambiente se convertía en una lluvia torrencial que arrastraba con ella todo lo malo que alguna vez podría dañar a su hermana.

Pero el que más la estaba dañando era el mismo que se encontraba sentado al frente de la camioneta.

En el camino a su casa decidió que era una buena idea dormir al único que había sobrevivido a esa prueba de muerte segura que carecía de amabilidad, encendió la calefacción de la parte trasera de su camioneta a la vez que humo transparente se camuflaba entre el ambiente de su enemigo al mismo tiempo que escuchaba como Alexander tosía por el tónico que inundó su olfato de manera agresiva logrando así su cometido de dormir como si fuera un simple sueño.

Al cabo de unos minutos Alexander no supo más de su alrededor y para Máximo era lo mejor.

El Adiós Dorado 1LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora