CAPÍTULO 18

135 11 0
                                    

—¡BALL! ¡BALL!

Mis gritos se escuchan atroces, siquiera me reconozco arrastrándome por la arena hasta la orilla. Mis sandalias se hunden y las lanzo no sé a dónde para poder correr libremente, pateando arena hacia adelante.

Coralina corre tras de mí, grita intentando alcanzarme, pero no tardo en tocar el océano con mis pies, la noche oscura me abraza igual a la ola más delgada que retrocede con furia, dejando agujeros de arena húmeda a los lados de mi pie.

Toda la ola se levanta con fuerza, ruge y contengo el gemido en mi voz, pero lo veo flotando a lo lejos. Aprieto mis labios que tiemblan, el grito de mi mejor amiga no me detiene cuando empiezo a avanzar, recibiendo cada golpea de cada ola y hundiéndome más y más.

—¡BASTA! ¡Vuelve aquí en este instante, Elaine! ¡ELAINE!

Niego sollozando, me quito la lagrima empujando mis manos y pies para avanzar. Una vez que he entrado por completo saboreo el salado en mis labios sumergiéndome. Nado como puedo, no veo nada, todo es oscuridad, me alejo cada vez más sin ver a Ball, gritos de Cora y linternas.

—¡BALL! —trago agua intentando impulsarme, las olas me golpean más fuerte —. ¡¿Dónde estás?! ¡Ball!

Ya no reconozco si lloro o grito, me desespero girando en el agua, siento que mis pies tocan algo y cuando voy a gritar para que me encuentren, alguien me tapa la boca, rodea mis hombros. Lo próximo que siento es que me hunden, pataleo luchando, hasta que me rodean fuerte de la cintura, mis piernas se aferran a algo delgado y pronto hay oxígeno.

—¡¿Estás loca?! ¡¿Qué haces aquí?!

—Te...ibas a ahogar... —sollozo apretándome más fuerte a su cuerpo, mis piernas envueltas en su cintura y mis brazos en sus hombros —. No...podía...dejarte morir. No podía. No puedo.

—Pero ya estas adentro —susurra, las olas no se han calmado y nos elevamos para volver a bajar —. Has atravesado las olas, has nadado.

Tiemblo contra su cuerpo sin atreverme a ver algo más que no sea agua, quiero gritar, pero no tengo voz y quiero subirme a sus hombros para que vengan por nosotros, pero al mismo tiempo no lo quiero, permanezco aquí, muerta del frio y rodeándole con fuerza, con miedo, terror.

Me mira acomodando un mechón de mi cabello tras mi oreja y empieza a contar antes de que cierre los ojos con fuerza y algo nos golpee un lado de la cara. No suelto a Ball en ningún momento, el dolor se extiende por mi mejilla y empiezo a pisar, hay superficie, hay arena.

Los gritos de Cora me despiertan, Ball no se mueve, una de sus manos me aprieta la cabeza y la otra acaricia mi cintura, en el interior de mi camiseta que se ha pegado a mi cuerpo. Los pantaloncillos cortos que llevo deben dejar mucho que observar porque Ball no se mueve pese a que nos alumbran y por primera vez, lo siento empapado.

𓆟

Cora termina de hablar con la policía mientras Ball me acompaña sentada en la ambulancia en frente del mar. Ambos llevamos mantas afelpadas encima de nuestros cuerpos y sostenemos café caliente, el humo se desliza y aunque yo ya voy a terminar mi café, Ball no ha tocado ni una gota del suyo.

Sigue acariciando el borde de mi oreja donde puso el arete que me obsequio, no sé qué cosas susurra, pero no me atrevo a mirarlo, habla muy bajito, creo que canta una canción que se pierde con el viento y borra muchas gotas que aun caen de mis ojos.

Cuando lo miro, su frio toque se presiona contra mi mejilla, apartando un mechón de mi cabello tras mi oreja. Relamo mis labios, asustada, como si estuviera sintiendo un desapego a todo mi entorno, viviendo en algo más, como si fuera una pegatina fuera del álbum de figuritas.

THE WHALE BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora