CAPÍTULO 4

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Estoy fumando y bebiendo.

Bueno, no sería la primera vez que rompo una promesa.

Eso de las promesas es pura palabra barata, ese tipo de cosas no existen. Nadie llega a cumplirlas y cuando uno no lo hace se categoriza como la peor persona del planeta, más tarde viene ese típico drama cliché de las películas.

Promesas es igual a basura.

La gente debería dejar de prometer cosas. No sirve de nada pasarse el día entero gastando saliva en cosas que quizás nunca puedas recordar.

Exhalo el humo y tomo otra calada cruzando mis piernas sobre el capo delantero del auto y acomodo la botella de cerveza a un lado. Me siento terrible usando mi bello Facel verde olivo para este tipo de cosas.

Paso mi mano encima de la cubierta, intento quitar algunas manchas y termino depositando el cigarro en la acera de la calle. Coralina dijo que tenía que recogerlo después, así que cuando termino con la segunda cajetilla, bajo mi pie para sostenerlo con los dedos y vuelvo a acomodarme.

Saco otro cigarrillo de una nueva cajetilla y lo enciendo con un fosforo poniendo mi mano en frente escuchando "Drop in the ocean – Ron Pope". Sujeto la botella de cerveza para volver a beber, pero escucho una voz llamando mi nombre a lo lejos. Intento voltear, no hay más llamados, regreso a lo mío.

—¡Elaine!

Giro, entonces la observo acercándose a mí, haciéndose cada vez más grande. Una figura borrosa de unos cabellos medio ondulados a la altura de su barbilla, se acerca corriendo con un papel en manos.

Tiro el cigarrillo repitiendo el procedimiento de recogerlo, pero esta vez decido tomarlo con los dedos del pie sin bajarme del capo del auto.

—¡Elaine! —chilla de nuevo a lo lejos.

Cada vez más cerca, se hace menos borrosa que antes. Se detiene y empieza a caminar, me le quedo viendo con las piernas cruzadas. Es Miriam. Sus ojos miel, su rostro alargado al igual que su nariz y los labios pálidos.

Me queda mirando a los ojos, su sonrisa va cayendo cuando nota las colillas de cigarro acumuladas en un cenicero. Ve a la botella que se han vuelto cuatro. Su suspiro me indica que no va a regañarme. Como si le leyera la mente, no lo hace, en cambio se acerca a darme un abrazo que me deja helada.

—Coralina pensó que estarías aquí.

—Ah si, ella siempre sabe todo —sonrío volviendo a encender otro cigarrillo.

—Estas fumando —murmura acercándose a quitarme el cigarrillo de los dedos y dándole una calada —. No es que lo hagas siempre. Solo cuando... ¿Quieres hablar de ello?

—Uh si, hablar de lo que atormenta mi vida desde hace tres años. ¡Suena increíble!

—¿Cuánto has bebido?

—No he bebido tanto —hago un gesto de indiferencia —, al final he mojado las plantas, puedes olerlas si quieres.

—No es necesario.

Se lleva el cigarrillo a la boca y absorbe un poco. Incita a devolvérmelo, pero no lo hace, cambia de mano para que no pueda tocarlo. Apunto al auto y ella se sienta a mi lado.

—Ally volvió —digo viendo a mis manos.

—Claro que lo hizo... El año pasado estuvo a punto de ahogar a alguien en el concurso de Italia, sus padres la castigaron.

—Por eso ha vuelto, eh —alzo las cejas.

—Elaine, ha pasado un tiempo, ya debes aceptarlo, no tan rápido, pero, ya va siendo hora de soltar.

THE WHALE BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora